CULTURA
Día internacional de la poesía

Poetas argentinos que deberías leer y no conocés

Saer, Viel Témperley, Ortiz, Thenon, Orozco y Gruss, breve antología poética para celebrar un género literario que influye en todos.

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Juan José Saer, Juan L Ortiz, Héctor Viel Temperley, Susana Thenon, Olga Orozco e Irene Gruss | Cedoc

Hay tantas definiciones de la poesía como poetas. O más aún, hay tantas definiciones de la poesía como estados de ánimo del poeta. Así, un autor puede definir al género como “Poesía eres tú” (Gustavo Adolfo Bécquer) y una autora responderle Poesía no eres tú” (Rosario Castellanos). Y ser tan válidas las obras de uno como de la otra, más allá del pensamiento filosófico que sustenta una y otra definición.

Para la Unesco, “la poesía es una manifestación de la diversidad en el diálogo, de la libre circulación de las ideas por medio de la palabra, de la creatividad y de la innovación”, ya que “contribuye a la diversidad creativa al cuestionar de manera siempre renovada la forma en que usamos las palabras y las cosas, y nuestros modos de percibir e interpretar la realidad”, explica en su página web para definir por qué el 21 de marzo fue declarado en París, en 1999, como el “Día internacional de la poesía”, durante su 30ª período de sesiones.

La decisión de instaurar un “día internacional”, tiene el objetivo de promover su enseñanza, fomentar la tradición oral de los recitales de poesía, apoyar a las pequeñas editoriales y crear “una imagen atractiva de la poesía para que no se considere una forma anticuada de arte, sino una vía de expresión que permite a las comunidades transmitir sus valores y fueros más internos y reafirmarse en su identidad; y restablecer el diálogo entre la poesía y las demás manifestaciones artísticas, como el teatro, la danza, la música y la pintura”.

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La decisión de instaurar un “día internacional”, tiene el objetivo de promover su enseñanza, fomentar la tradición oral de los recitales, apoyar a las pequeñas editoriales y crear “una imagen atractiva de la poesía

 

Aquí proponemos una selección (arbitraria, como toda selección) de aquellos poetas argentinos que quizá todavía no conocés y que deberías leer (o releer).

Olga Orozco
Olga Orozco.
  • Olga Orozco (1920- 1999). Pampeana de nacimiento, se recibió de maestra y eligió el apellido materno para firmar sus obras. Desde muy joven se dedicó a la poesía e integró el grupo literario surrealista Tercera Vanguardia junto a Oliverio Girondo. Fue periodista (firmaba sus notas con varios seudónimos), dirigió distintas publicaciones literarias, fue comentarista de teatro, actriz, hasta escribió el horóscopo de Clarín durante seis años y conocía el Tarot. Su obra más importante es “La oscuridad es otro sol”, publicada en 1967.

A su gran amor, el arquitecto Valerio Peluffo le dedicó el poema “En la brisa, un momento”, que lo evocaba:

Ah, si pudiera encontrar en las paredes blancas de la hora más cruel

esa larga fisura por donde te fuiste,

ese tajo que atravesó el pasado y cortó el porvenir,

acaso nos veríamos más desnudos que nunca, como después de nunca,

como después del paraíso que perdimos,

y hasta quizás podríamos nombrarnos con los últimos nombres,

esos que solamente Dios conoce,

y descubrir los pliegues ignorados de nuestra propia historia

cubriendo las respuestas que callamos,

incrustadas tal vez como piedras preciosas en el fondo del alma.

Juan L. Ortiz
Juan L. Ortiz.
  • Juan Laurentino Ortiz (1896- 1978). “Juanele” nació y murió en Entre Ríos, de dónde se nutrió del paisaje para crear una obra inigualable que influyó en varias generaciones de poetas. Estudió Filosofía en Buenos Aires y se jubiló como empleado del Registro Civil. Describió como nadie la monotonía del paisaje del río. “El Gualeguay”, un extenso poema de más de 2 mil versos es una joya dentro de su maravillosa obra, reunida con el nombre de “En el aura del sauce”. Otro poeta de esta lista, Saer, lo consideró el más grande poeta argentino del siglo XX.

Fui al río...

Fui al río, y lo sentía

cerca de mí, enfrente de mí.

Las ramas tenían voces

que no llegaban hasta mí.

La corriente decía

cosas que no entendía.

Me angustiaba casi.

Quería comprenderlo,

sentir qué decía el cielo vago y pálido en él

con sus primeras sílabas alargadas,

pero no podía.

 

Regresaba

—¿Era yo el que regresaba?—

en la angustia vaga

de sentirme solo entre las cosas últimas y secretas.

De pronto sentí el río en mí,

corría en mí

con sus orillas trémulas de señas,

con sus hondos reflejos apenas estrellados.

Corría el río en mí con sus ramajes.

Era yo un río en el anochecer,

y suspiraban en mí los árboles,

y el sendero y las hierbas se apagaban en mí.

Me atravesaba un río, me atravesaba un río!

Juan José Saer
Juan José Saer.
  • Juan José Saer (1937- 2005). Santafesino. Considerado por Beatriz Sarlo como el mejor escritor argentino de la segunda mitad del siglo XX, es famoso por sus novelas y relatos. Su poesía no es menos valiosa y fue reunida en apenas dos libros, uno publicado por el autor, “El arte de narrar”, con tres ediciones a la que fue agregando poemas, y el tercer tomo de sus Borradores, que reúne sus poemas inéditos. Una de las particularidades de la obra de Saer es que, así como sus poemas se reúnen bajo ese título, sus narraciones están llenas de sensaciones que tienen que ver más con la poesía que con el desarrollo de una historia.

La sombra de los últimos eucaliptos, en el fondo del terreno, ha defendido a la madreselva, entre cuyas hojas medio se desploma y desaparece el tejido de alambre que separa el terreno del baldío vecino. Todo este sector del patio huele a madreselva. Las florcitas, amarillas y blancas, extenuadas, salpican la fronda polvorienta. Traigo, con la leña que he recogido, mientras me alejo del fondo haciendo crujir las hojas secas de eucaliptos, en dirección al lugar en el que hemos instalado la mesa y los sillones, el olor de la madreselva, no sé si en la nariz o en la memoria, única frescura endeble en el mediodía centelleante que rodea, hasta el infinito, la zona estrecha de sombra en que estamos pertrechados.

(fragmento de Nadie, nada, nunca, 1980)

Susana Thenon
Susana Thenon.
  • Susana Thenon (1935- 1991). Nacida en Buenos Aires, fue poeta, traductora y fotógrafa. Irónica, crítica, anticonvencional, la obra de esta poeta tiene una coherencia en su evolución que no se vio interrumpida por los años en que se dedicó a la fotografía y dejó de publicar, pero no de escribir. Ova completa es su libro más importante. Su obra poética fue compilada en dos tomos bajo el título de “La morada imposible”.

 

¿por qué grita esa mujer?

¿por qué grita?

¿por qué grita esa mujer?

andá a saber

esa mujer ¿por qué grita?

andá a saber

mirá que flores bonitas

¿por qué grita?

jacintos  margaritas

¿por qué?

¿por qué qué?

¿por qué grita esa mujer?

 

¿y esa mujer?

¿y esa mujer?

vaya a saber

estará loca esa mujer

mirá  mirá los espejitos

¿será por su corcel?

andá a saber

 

¿y dónde oíste

la palabra corcel?

es un secreto esa mujer

¿por qué grita?

mirá las margaritas

la mujer

espejitos

pajaritas

que no cantan

¿por qué grita?

que no vuelan

¿por qué grita?

que no estorban

la mujer

y esa mujer

¿y estaba loca mujer?

 

Ya no grita

 

(¿te acordás de esa mujer?)

Héctor Viel Témperley
Héctor Viel Temperley.
  • Héctor Viel Temperley (1933- 1986). Poeta y publicista, sus obras pasaron casi inadvertidas durante mucho tiempo salvo para pocos iniciados, entre ellos, Enrique Molina. Cuando Rodolfo Fogwill comenzó a hablar de él, se convirtió en un escritor de culto para por lo menos, dos generaciones de poetas que lo idolatran. Su obra parecía convencional, hasta que se liberó de ataduras y rigideces, y pudo encontrar una voz propia, que contó con belleza y brutalidad la experiencia de nadar, los caballos, los cosacos, la presencia de Dios, la comunión y la enfermedad final, que lo llevó a una muerte temprana. Su último libro, Hospital Británico, es sin dudas, su obra maestra.

Vengo de comulgar y estoy en éxtasis,

aunque comulgué como un ahogado,

mientras en una celda

de mi memoria arrecia

la lluvia del sudeste,

igual que siempre

embiste al sesgo a un espigón muy largo,

y barre el largo aviso

de vermut que lo escuda

con su llamado azul,

casi gris en el límite,

para escurrirse por la tez del mundo

hacia los ojos de los nadadores:

dos o tres guardavidas,

dos adolescentes

y un vago de la arena que cortaron

con una diagonal

el mar desde su playa.

Irene Gruss
Irene Gruss.
  • Irene Gruss (1950- 2018). Heredera y renovadora del coloquialismo de la poesía de los años ’60, estuvo tan lejos de la confusión de ciertas metáforas como de la claridad sin atractivos a la hora de escribir. Fue coordinadora de talleres de escritura y publicó una obra poética muy importante y destacada dentro del mundo literario argentino. “La mitad de la verdad” reúne sus poemas.

 

El jardín

¿Estás cansada del viaje, Diana?

¿Dejaste las valijas y te asomaste a ver el sol

en tu jardín, fuiste allí rápidamente, pausadamente?

¿Echaste una ojeada a las plantas o mirás cada una, sabiéndola,

descubriéndola, cuidás tu jardín, hablás, cantás con la regadera en la mano?

¿Estás cansada de vuelta del viaje, Diana? ¿Estás contenta?

¿Alguien te acarició, jugó otra vez con tu melena de fénix, te besó los párpados

como quien desea tocar una mirada así de azul, de gris según el tiempo?

¿Fuiste feliz, Diana? ¿Intenso y duro, el viaje?

¿Acomodaste la cabeza en el asiento del avión?, ¿descansaste?

¿Estás repleta de memoria, de sentidos por el viaje, Diana?

¿Comerías conmigo para contarme?

¿Pasaste hambre en la estadía, Diana, pasaste hambre?

¿Te embriagaste? ¿En algún momento llegaste a marearte por el viaje?

¿En algún momento, sentiste esa nada en la boca del estómago,

ahí donde dicen que está el alma? ¿Llenaste con qué esa nada, con la gente,

con las cosas, tuviste necesidad? ¿Observaste la vida tranquila?

¿Así, como te veo ahora, calma y sabihonda? ¿Conociste la muerte en el viaje,

Diana? ¿Te asustó, la asustaste? ¿Trajiste fotos, postales, documentos?,

¿abrazaste a muchos, te abrazaron?

¿Gozaste, tradujiste el amor loca de deseo? ¿Hablaste demasiado, callaste

demasiado? ¿Por qué estás diciéndome que escribir es lo único

que tenemos? ¿Estás cansada, es por eso, porque

estás cansada del viaje? ¿Querés dormir, recostarte en un hombro,

querés reír, llorar un poco? ¿Acaso el viaje mismo

no te consuela, Diana? ¿No es como el tacto de otra mano, no lo es, verdad?

¿Comerías conmigo para contarme?

¿Ya floreció la rosa en tu jardín? ¿Es tan bella?

¿Los pétalos reventaron plenos de vida, la vida es púrpura después de un viaje,

Diana, es así?