CULTURA
Rosario

El Museo Castagnino víctima de las mezquindades políticas

Más de 4500 obras pictóricas, la segunda colección del país, corren riesgo de deterioro.

Museo Castagnino de Rosario 20210218
Alerta en Rosario por el estado edilicio del Museo Juan B. Castagnino | Cedoc Perfil

Los museos son la memoria de una sociedad, pero también pueden ser espejo de abandono y desidia. En la Rosario regada de sangre y vainas servidas, el Museo de Bellas Artes Juan B. Castagnino, refleja el desinterés por su patrimonio atravesado por mezquindades políticas. Segundo en importancia en el país en cuanto a cantidad y calidad de obras, fue una gotera sobre un cuadro de Lucio Fontana, y humedades de sus depósitos, que movilizó a la Fundación del Museo y fuerzas vivas de la ciudad a llamar a un concurso nacional de proyecto de ampliación primero y llamado a licitación para comenzar las obras después. En 2017 gobernaba el socialismo de Miguel Lifschitz en la provincia y Mónica Fein la ciudad, y el estudio de arquitectos cordobés Carballo Errasti obtuvo el primer premio sobre 170 trabajos presentados de todo el país.

Hace cuatro años, la municipalidad de Rosario y el gobierno provincial anunciaron una inversión de más de $100 millones para la ampliación del museo. Las obras comenzaron en noviembre de 2019, se quitaron árboles, se instaló el obrador y se valló el predio ubicado en la intersección del Bv Oroño y Av Pellegrini, corazón de la ciudad. Comenzó el 2020 y con la pandemia, la obra quedó detenida. Ya había ganado Omar Perotti en la provincia y el 23 de diciembre del año pasado, con el argumento que el Museo Castagnino es municipal, los trabajos adjudicados a la firma Epreco SRL, se rescindió el contrato de ampliación, ya que para las autoridades provinciales la obra “no es prioritaria”.

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En 1937 se construyó el Museo de Bellas Artes Juan B. Castagnino pensado para albergar 500 obras y hoy cuenta con 4.500. “El edificio del Museo Castagnino es el más dibujado por la cátedra de Arquitectura de la UNR, no se puede alterar un ápice de él sino es a través de un concurso nacional para ampliarlo, refaccionarlo o remodelarlo. La Fundación, junto al Colegio de Arquitectos y la Bolsa de Comercio se embarcó en hacer un concurso nacional para hacer la ampliación del Castagnino con un jurado de notables y se presentaron 170 proyectos, ganó el estudio de arquitectura Carballo Errasti de Córdoba. Fueron cuatro años de mucho trabajo y se tira todo a la basura”, dijo José Castagnino, uno de los responsables de la Fundación y agregó que “hay una cláusula donde si no se cumplen con los plazos, hay que pagar honorarios, hay una primera etapa que se inició y ahora está desmantelada. Es decir que desde lo financiero darle de baja tiene costos muy altos”.

La colección del Museo Castagnino cuenta con un núcleo histórico europeo: obras del italiano barroco del Siglo XIX, piezas francesas y españolas con firmas como Francisco de Goya, José de Rivera, Lucas Giordano, Camile Pazarró y Alfred Sisley. También hay arte argentino del Siglo XX como Fernando Fader, Schiaffino, Sívori, Antonio Berni, Lucho Fontana, Lino, Spilimbergo, Eleonora Bertolé, Augusto Schiavoni, Manuel Musto y Alfredo Guido; y el tercer grupo, el de arte contemporáneo, obras de León Ferrari, Marta Minujín, Luis Felipe Noé, Pablo Suárez, Luis Benedit, Nicola Constantino Marcelo Pombo, Antonio Squillaro, Adrián Villar Rojas, Claudia Del Río y Tellería.

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Cómo hubiera quedado el museo con la remodelación

El vocero de la Fundación agregó que “toda la colección, tanto la de arte histórico europeo, como la de arte moderno y contemporáneo argentino, está guardado en depósitos que no están en condiciones. Nosotros, como colaboradores del Museo, peleamos por tener mejores depósitos y por tener un mejor museo, para poder tener este patrimonio que es propiedad de todos los rosarinos, santafecinos y argentinos. El Museo ha tenido que rescindir salas, los depósitos están colapsados, la colgabilidad de las obras está en una situación muy delicada. Los depósitos, por lo antiguo del edificio, tienen humedades, tiene ataques biológicos, como se conoce en el mundo de la museología, al deterioro de las piezas”.

“Nosotros no podemos dejar que nuestra marca ciudad, sean los narcos, la violencia, Rosario no es una ciudad que tiene para ofrecer playas, montañas o glaciares, Rosario es una ciudad industrial, cultural y tiene que poder explotar culturalmente la frutilla más preciada que tiene: las colecciones de los museos Castagnino y Macro.  Un ejemplo es la ciudad de Bilbao, en España, netamente industrial, con la llegada del Museo Guggenheim, cambió su marca ciudad”, señaló José Castagnino.

Por su parte, Pablo Carballo, uno de los arquitectos ganadores del proyecto que se convocó para la ampliación en 2017, con motivo de los 80 años del Museo, explicó que “firmamos un contrato con la Municipalidad de Rosario para hacer el proyecto ejecutivo de ampliación del Museo, del que solo nos pagaron el 15 por ciento de nuestros honorarios y luego nos dejaron de pagar, continuamos trabajando y nunca más cobramos y ahí se cortó un poco la relación. Nuestros abogados están tratando de reactivar la relación, tenemos un contrato que la Municipalidad está incumpliendo. Tenemos toda la voluntad de trabajar, de continuar con el proceso, nos interesa mucho el proyecto de ampliación del Castagnino, tenemos muy buena relación con el director del Museo, la Fundación, sus trabajadores, después por el cambio de gobierno y cuestiones políticas todo fue dejado de lado. Como estudio de arquitectura, si el municipio no cumple sus obligaciones como promotor será difícil seguir trabajando. Tenemos la mejor voluntad. Ya han pasado tres años, hemos trabajado con los equipos técnicos del municipio re bien, pero luego el trato con nosotros se cortó, nunca más nos dijeron nada. Se sumó el cambio de gobierno y alguno no habrá querido heredar la obra de otro y eso dejó este gris que perjudica al Museo y a la sociedad de Rosario, es una perdida cultural importante para la ciudad”.

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Otra de las imágenes de simulación de la ampliación del Museo

En tanto, hace dos semanas asumió como nuevo secretario de Cultura de Rosario, el artista plástico Dante Taparelli quien consultado por Perfil dijo que “las vallas las sacó la provincia y la obra la paró la provincia; nosotros por ahora solucionaremos el problema de las goteras que fue lo que desató todo el tema. Vamos a parquizar y usar ese lugar que la provincia abandonó, para un lugar de arte y memoria del Museo. Es entendible, en época de pandemia, hace un año que los presupuestos de los proyectos soñados fueron acotados, son obras gigantes que hay que cumplir en tiempo y forma, sino se transforman en una bola de nieve”.

La obra de ampliación tenía tres etapas: la primera era la construcción del hormigón y estructura del edificio que iba a duplicar los metros cuadrados que tenía el Castagnino, iba a convertir al Museo en el segundo más grande del país, después del de Bellas Artes de Buenos Aires. La segunda etapa iba a ser toda la estructura del edificio, la mampostería y el cerramiento; finalmente, la tercera etapa iba a ser la provisión museológica. “A nosotros como Fundación nos invitan a participar de la búsqueda de fondos para hacer la parte más pesada que hacer la provisión museológica. Ya tenemos fondos recaudados por privados que están en una cuenta bancaria especial para ese fin, que es Ampliación del Museo Castagnino. Esto nos genera un problema porque si la ampliación no se hace deberíamos ver qué hacemos con esos fondos, porque son donaciones con cargo. La solución es entender la magnitud de la colección del Castagnino que excede lo local, ponernos a preservar, como prioridad, los depósitos para que no se arruine la obra y después pensar cómo retomamos la ampliación del Museo”, concluyó José Castagnino.