CULTURA
Arte

Fuerza natural

Curada por Guadalupe Fernández, la Colección de Arte Amalia Lacroze de Fortabat presenta la muestra "El Búlgaro", con obras de Luis Freisztav.

Muestra El búlgaro en Fortabat 20211029
Apenas un puñado de obras que componen la muestra. | Pepe Mateos

Quiso el destino que muchos de los perros que realizó el escultor llamado El Búlgaro salieran de su casa que estaba en la calle Cucha Cucha. Un chiste que le hubiera gustado, quizá alguien lo haya hecho antes, seguramente, y él se hubiera reído. Con una risa grave que se mezclaba con tos de tanto fumar. Esa que le dejó los pulmones a la miseria, al punto de necesitar un trasplante en 2007, cuando fue internado porque necesitaba asistencia respiratoria, hasta su muerte el 17 de junio de 2008.

Por lo menos en esa dirección vivía Luis Freisztav, bien conocido por su gentilicio, cuando hizo la serie que se nota que le salía de manera natural, como si sus manos y su creatividad estuvieran tomadas por estos animales y también por sapos, serpientes, pirañas y monos. Sobre todo, si se sabe que él era un escultor autodidacta y fue haciendo su oficio y su arte en diferentes trabajos. Uno de los primeros en 1985 como asistente del escultor Omar Estela para la realización del altar de la Catedral de Avellaneda. 

El mundo búlgaro, como lo llamó Eduardo Stupía al quehacer y a una suerte de universo zoológico de este artista, estuvo muy relacionado con el trabajo:  el otro que no era el artístico. Fue vendedor, jardinero, mozo y trabajó de sereno en una sala de ensayo. Sin embargo, siempre se conectó con otros artistas, incluso a partir de estas changas. En esta última conoció a Los Twist.” Nunca viví del arte. Como mucho habré vendido alguna cosa. Tampoco supe moverme o calentarme más para vivir del arte. Esa época fue muy linda porque yo estaba con el tema de los cajones y los alambres y estaba muy ávido de conocer cosas. Soy autodidacta, pero aprendí de mucha gente: Alberto Heredia, Norberto Gómez. Te van apiolando, de pronto te dicen una palabra que vale por mil. Siempre me impactó la obra de Berni. Mi viejo era escultor y me presentó hace muchos años a un tallador que se llamaba Ramón Catejón. Ahí aprendí el oficio de tallar. Eso me sirvió para en algún momento trabajar con tallado. Es un antecedente para moverme dentro de la plástica. En el Abasto encontré un grupo que podía coincidir conmigo, lo que yo necesitaba para expresarme”, contó en una entrevista en el 2006.

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Pero el encuentro crucial de El Búlgaro fue con Marcia Schvartz y a partir de ella con una constelación de artistas que fueron fundamentales a fines de los 80 y en los años 90. El Abasto fue el barrio que los juntó, cuando la pintora volvió al país y se instaló en una casona en la calle Humahuaca. Casi vecinos, Luis comenzó a hacer unas esculturas con cajones que juntaba y alambres que encontraba. Así se conocieron con Marcia. Luego a Liliana Maresca: “Yo la conocí en una fiesta que hizo Marcia Schvartz, porque yo trabajaba en el Abasto en lo de un fundidor ingeniero que había: ahí conocí a Maresca. En la casa de Marcia había una escultura grande, de madera, mía, porque yo no tenía taller y trabajaba en un terreno baldío cerca del taller de este arquitecto-ingeniero. A ella le gustó mucho nuestro laburo y después no nos vimos. La conocí más, después, una vez que Marcia me llamó para ayudarla a hacer un dragón chino, un dragón bagre, cuando se va la dictadura ¿viste?, para festejar la llegada de la democracia.”

En la cabeza del dragón-bagre iba El Búlgaro que salió del Abasto y llegó al Obelisco. Llevó corriendo ese disfraz que era pesado y emulaba al dragón del año nuevo chino. Una suerte de celebración porque había terminado la dictadura pero también porque había llegado la primavera. Porque para él, el Abasto funcionó en conexión con la diversión, la alegría, el trabajo: “muy emparentado esto con lo que es Latinoamérica. Ese clima de camiones, de cirujas, de laburo, tenía también su cosa afectiva y estaba todo este mundo que yo no conocía, y que lo conocí un poco a través de Marcia y de Liliana, que era todo ese under que apenas se empezaba a armar. Para mí fue la conexión, porque yo creo que, si no hubiese estado ese clima, yo no me habría enganchado, porque en general me enganchaba con las cosas a través del laburo, no a través de la vida nocturna.”

 

Ficha de la muestra
EL BÚLGARO
Curada por Guadalupe Fernández
Olga Cossettini 141,
Puerto Madero (C1107CCC)
Buenos Aires. Argentina
Hasta febrero de 2022