No es obligatorio querer a los artistas.
En un momento excepcional para todo el mundo, no es inapropiado que nos lo preguntemos.
La comunidad cultural en la Argentina (que no es una corporación) es una comunidad exitosa. Probablemente más que la de los políticos, los empresarios o, en un país con 40% de trabajadores informales, los gremialistas. Esto nos singulariza —si existiera un podio imaginario, nuestra comunidad cultural lo compartiría probablemente con deportistas (Las Leonas), o con científicos e intelectuales (Oscar Masotta, César Milstein)— y nos universaliza al mismo tiempo. La producción cultural argentina siempre se destacó en el mundo.
Tenemos en el campo de la cultura una larga y rica historia que nos trajo hasta acá, donde estábamos en el momento que comenzó esta pandemia. Quedamos en suspenso… ¿Cómo seguimos?
La actividad cultural en nuestro país ha demostrado un coraje inmune a las convenciones. Tener un entramado cultural tan diverso y tan vital no es indispensable, pero es irreemplazable.
Fue el Rey Lear quien sugirió que hay que atrapar el misterio de las cosas. Una bella y curiosa manera de nombrar a la utopía.
Pero la pandemia obliga a encontrar nuevos modos. La cultura es un activo y un insumo que la Argentina en algún momento va a necesitar.
Sin dudas habría sido cautivante leer a Borges o a Aira, ver una película de Lucrecia Martel una obra de Rafael Spegelburd, o escuchar un postango de Gerardo Gandini sin saber quiénes eran, pero sabemos quiénes son. Nos preguntamos: ¿por qué no hay en la Argentina un juez como Saer?
La oscuridad puede ser la falta de luz o ser su contraparte positiva. No existe tal alternativa para la incertidumbre. La incertidumbre es neta y por tanto amenazante.
Mientras esperamos que vuelva el momento aurático en el que en un mismo lugar y en un mismo momento los intérpretes se encuentren con el público, quizás debamos ser más directos y menos elípticos a la hora de construir una promesa de futuro. En uno de los cantos del Infierno Dante desaconseja el balbuceo para describir el fondo del universo.
Esto significa, en nuestro caso, llamar la atención de un modo contundente a quienes tienen responsabilidades públicas pero también a la comunidad más amplia de todos nuestros compatriotas.
Porque ya sabemos: “Indiferencia quiere decir inexistencia”.