Jorge Sigal es un hombre valiente. Si la valentía implica hacerse cargo de la propia historia, animarse a revisarla y, además, estar dispuesto a exponer el dolor, las contradicciones, debilidades y los errores, Jorge Sigal, periodista y autor del libro El día que maté a mi padre. Confesiones de un ex comunista, es entonces un hombre valiente.
El papá de Jorge Sigal era un militante comunista en todos los sentidos que podía serlo, y su fervor por el partido era tan hondo que, por ejemplo, el día que murió su hermano Pocho, frente a su lápida en medio del ritual religioso, pronunció un discurso encendido: “Yo no le lloro a las piedras... Si mi hermano, que era un comunista, un revolucionario, viera que hoy están haciendo una ceremonia religiosa frente a su lápida, estoy seguro que sentiría la misma indignación que yo”. Era un hombre de principios inclaudicables y ese día su hijo Jorge entendió ese gesto como un mandato: “Tengo que ser como mi padre”, se prometió.
Fue así como el pequeño Sigal, a los diez años, se convirtió en un cuadro comunista pediátrico al falsificar el carnet del partido, que su padre escondía bajo la tapa de la llave de luz. En ese juego se autoerigió en un afiliado al PC trucho, al principio, pero que más tarde, a los 14, tomó la decisión de hacer esa afiliación efectiva, y los 16 viajó a Moscú para estudiar marxismo-leninismo en un Instituto dependiente del Comité Central de la Unión de Juventudes Comunistas de la URSS (Komsomol).
En medio de este compromiso ideológico y de vida se produce una tragedia familiar: el papá de Jorge Sigal muere trágicamente salvando a otro hijo, que en un descuido se había caído al río. Se ahogó Sigal padre. Y con él se fue la pasión comunista de su hijo, pero él aún no lo sabía.
Jorge Sigal siguió los pasos de su padre, hasta convertirse en miembro del Comité Ejecutivo de la organización juvenil del PC, hasta que en un momento él también empezó a sentirse ahogado, pero dentro del partido. Empezó a dudar, o como decían dentro del PC: “El camarada tiene ideas”.
La anemia del partido, el dogmatismo que asfixiaba, la hipocresía de muchos dirigentes, el sectarismo, el apoyo a la última dictadura militar, pero por sobre todo, un hartazgo personal, más que una significación política, fueron alejando a Sigal del PC.
"La llama se había extinguido", relata Sigal. Aquí el autor se coloca en un escenario para mostrarnos la obra de teatro que fue su vida, trágica y cómica, porque la ruptura con el partido tuvo ribetes de comedia absurda.
“Cuando cruje la fe, comienza un proceso espiral que no para hasta dejar el alma anémica", éste fue el comienzo de una larga agonía de desprendimiento con el partido, pero también con su padre: "Pensalo bien Jorge, irse del partido es como matar al padre", le dijo un jefe cuando Sigal anunció que se iba para siempre. Y algo de razón tendría, irse finalmente y bajar del pedestal a ese hombre perfecto, inmaculado y que había muerto heroicamente, le permitirían volver a nacer.
Abrir Especial Multimedia para escuchar la entrevista completa a Jorge Sigal con perfil.com.