Es un plano abierto, el retrato fragmentado de un episodio de felicidad espontánea. Al fondo del encuadre se imprime la estampa firme del Club Mar del Plata; debajo, un muelle y la versión estirada de la rambla Bristol o rambla francesa, descomunal obra del arquitecto francés Louis Jamin –unos 400 metros de largo salpicados por locales comerciales–, inaugurada en 1913 y deshojada en 1941. Anidan en el ángulo inferior izquierdo un puñado de carpas improvisadas para el resguardo del sol. Niños juegan en la orilla; los adultos charlan, refrescan la osamenta en el agua; la extensión de la playa es significativamente menor a la actual. Para entonces el verano había sido fabricado únicamente para saciar el ocio de las clase pudiente. El registro de la fotografía data de 1925.
Gaston Bourquin nació el 6 de diciembre de 1890 en Villeret, Suiza. Antes de cumplir los 18 había adquirido en Ginebra conocimientos teórico-prácticos en el arte fotográfico. En 1914 arribó a Buenos Aires convocado por Juan Pi, compatriota y colega ya instalado en Argentina, para trabajar como su asistente. Fue así que comenzó su actividad fotográfica en el país hasta convertirse años más tarde en uno de los más exquisitos editores de postales, libros y folletos fotográficos.
Ya sea por encargo o por motivación personal, Bourquin recorrió una porción considerable del país, confeccionando un proyecto artístico de corpulencia poética, registro de imágenes parlantes que ostentan las transformaciones socio-culturales sufridas en la primera mitad del siglo XX.
En 1921 publicó el almanaque Patria, armado con tres días por página y un total de 126 fotografías de todo el país. Bourquin envío un ejemplar a Paul Groussac, a Ricardo Rojas, a Ángel Gallardo y a Leopoldo Lugones, quienes respondieron con admiración extática. Una vez clausurado el año, le quitó las fechas y solo dejó las fotografías y sus leyendas para publicar el álbum La Argentina pintoresca.
Murió el 7 de diciembre de 1950, al día siguiente de cumplir los 60 años. En 1963 la municipalidad de Buenos Aires compró a la viuda la totalidad de su archivo, unos cinco mil objetos entre negativos, diapositivas, postales, fotografías impresas. En 1980 se descubrió que el material dormía en condiciones lamentables en el edificio del Teatro San Martín, y se prosiguió a la puesta en valor del lote que hoy puede admirarse en el Museo de la Ciudad
Fue Roland Barthes quien pensó a la fotografía como un haiku (poema japonés corto, de 17 sílabas). Es en la experiencia misma del contacto con la imagen, que es instantánea, donde se trenza la exhalación abrupta que irrumpe en el contacto con el poema breve, que también es instantáneo. ¿Qué encierra una fotografía? ¿Qué nos dice? ¿Cómo ver las cosas con los ojos de los que ya no ven? Esa instantaneidad supone una vigorosa proyección del espectador. Manotea y activa zonas alertas del lector para estimular la emoción estética. En el cogollo del dispositivo fotográfico florecen dos temporalidades: la del objetivo de la cámara que registró el instante del disparo y lo que ven nuestros ojos frente a las imágenes.
La labor de este notable fotógrafo suizo-argentino es recuperada en el libro De Tierra del Fuego a Misiones. Fotografías de Gaston Bourquin (ediciones de la antorcha), otra gema de la factoría Luis Priamo, uno de los mayores investigadores de fotografía antigua del que nuestro país tenga memoria. Un infatigable rastreador que –en solitario y sin apoyo estatal– ha rescatado un patrimonio que de otra manera se habría desvanecido. Centurión de la arqueología que horada los cimientos mismos del relato, para que el encuentro con el pasado sea parte fecunda de nuestra historia.