CULTURA
Fotos de un barrio con pincelada propia

Por qué Caminito, en el icónico barrio de La Boca, tiene esos distintivos colores

El pasaje, parada obligada para el turismo y que en este 2019 cumple 60 años, es un museo a cielo abierto que tiene detrás una historia estrechamente vinculada con el pintor Benito Quinquela Martín. Mirá las fotos.

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Caminito, el pasaje colorido ubicado en La Boca y que este 2019 cumple 60 años desde que fue inaugurado, fue una creación del pintor argentino Benito Quinquela Martín. | Florencia de Sousa. Composición: Silvina Palumbo

Uno de los mayores atractivos turísticos que tiene Buenos Aires es sin dudas el pasaje Caminito. Ubicado a metros del Riachuelo, en pleno barrio de La Boca, esta postal colorida transitada a diario, y colmada de gente los fines de semana, cumplirá este 2019 sesenta años. Aunque a simple vista es una vistosa calle empedrada, se trata de un museo a cielo abierto creación del pintor argentino Benito Quinquela Martín, de quien el 1 de marzo se celebró el 129° aniversario de su nacimiento.

Para entender la fisonomía del lugar por aquel entonces, a donde Quinquela llegó con apenas 7 años luego de ser adoptado por un matrimonio de carboneros, el director del Museo Benito Quinquela Martín (MBQM), Víctor Fernandez explicó a PERFIL cómo era el lugar en ese época: "La identidad de La Boca se empezó a configurar con el Riachuelo y el puerto como eje. El trabajo y la cultura giraban alrededor de ello durante la expansión poblacional que venía de la mano de la gran migración de los últimos años del siglo XIX. Se estima que la población pasó de 6 mil habitantes en 1870 a 60 mil en 1905. Eso se debió a la llegada de más criollos y más inmigrantes. Era un lugar colorido no tanto por las casas pintadas, sino porque el alma de la sociedad ya era pintoresca para ese momento".

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Caminito fue inaugurado el 18 de octubre de 1959. FOTO: Florencia de Sousa

En ese marco, destacó: "Hay tres grandes rasgos que definen al barrio: el ejercicio cotidiano de la solidaridad, porque los inmigrantes que llegaban creaban asociaciones de socorro mutuo; bomberos voluntarios o bien instituciones que hacían más fácil la llegada del inmigrante. Segundo, se trataba de un barrio de trabajadores, y tercero era un lugar donde estaba muy presente el ejercicio del arte. Arte solidaridad y trabajo definían a La Boca que conoce Quinquela. Este pintor siempre se reconoció como un trabajador del arte porque a él le gustaba decir que sólo había cambiado su herramienta pero que se levantaba a pintar a la misma hora que los obreros lo hacían en el puerto".

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Existe una frase en la memoria de éste pintor que resume su pasión por La Boca, la cual reza: "Cada vez que partí llevé conmigo la imagen de mi barrio, que fui mostrando y dejando en las ciudades del mundo. Fue así como un viajero que viajaba con su barrio a cuestas. O como esos árboles trasplantados que sólo dan fruto si llevan adheridas a sus raíces la tierra en que nacieron y crecieron”.

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"El pasaje Caminito encierra algo así como la esencia espiritual de La Boca"; sostuvo Hernán Giralt, intendente de la Ciudad de Buenos Aires, el día de la inauguración, en octubre de 1959.  FOTO: Florencia de Sousa

Arte, bohemia y color. Para comprender un poco más sobre la vida de Quinquela, Fernández se refirió a una faceta importante: "Está también el Quinquela bohemio, en las peñas en el Café Tortoni. Pero también tenía creaciones muy extrañas por las que marcó el barrio y lo transformó cuando toma esa tradición del color y lo hace propio, y eso es más que una elección decorativa, era como un grito de rebeldía porque las academias de arte del momento veían en el color una expresión salvaje y de mal gusto.  Sin embargo, todas sus intervenciones recogían la historia de un barrio colorido, por eso empieza a contagiar eso y hace que en buena parte del barrio se adopten sus colores y se aplique esa costumbre y ahí es como aparece Caminito como una de sus máximas creaciones".

"Caminito es una obra más de Benito Quinquela Martín"

'Caminito que el tiempo No ha borrado'. El pasaje más colorido de la ciudad de Buenos Aires fue Inaugurado oficialmente el 18 de octubre de 1959 en un acto que contó con la presencia del intendente del momento, Hernán Giralt, quien en su discurso resumió: 'El pasaje Caminito encierra algo así como la esencia espiritual de La Boca'. Sobre esto, el titular del museo describió: "Caminito era el paso abandonado del ferrocarril. En 1954, un vecino del lugar de apellido Cárrega, dueño de un almacén naval (ubicado en al lado de lo que hoy es Casa Proa), y a quien le preocupaba que el lugar se comenzara a transformar en un basural, acudió a  Quinquela para pedirle que transforme ese espacio. Ahí es donde el pintor decide aprovechar la ocasión para homenajear su amigo, el compostior - nacido en La Boca- Juan de Dios Filiberto con la música de su tango Caminito (la letra corresponde a Gabino Coria Peñaloza y está inspirada en otro lugar: Caminito de Olta, ubicado en La Rioja). De este modo convierte al lugar en un museo al aire libre: lleva esculturas y encarga relieves especialmente hechos para ubicarlos ahí. Con el tiempo, se transformó en un ícono turístico que identifica a Buenos Aires".

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Caminito se encuentra en La Boca, con unos de sus extremos frente al Riachuelo, en la Vuelta de Rocha, y distante unos 400 metros de La Bombonera, estadio del Club Atlético Boca Juniors. FOTO: Floencia de Sousa

Mucho más que un artista. Quinquela donó terrenos para crear una escuela-museo; el Museo de Bellas Artes de La Boca; el Teatro de la Ribera (1972); la Escuela de Artes Gráficas; el Hospital Odontológico Infantil; el Lactario Municipal (que en la actualidad es un centro de atención de la primera infancia) y el Jardín de Infantes. "Creó un sistema educativo completo para los chicos de La Boca, un complejo cultural-sanitario- educativo que transformó la vida del barrio. Todo en la Boca lleva la firma de Quinquela", agregó Fernández, al tiempo que reveló una paradoja: "Cuando crea Caminito y empieza a soñar con las calles pintadas de colores, convence a los vecinos de la vuelta de Rocha para que pinten sus casas de colores y todos le hacen caso, menos Cárrega, el que tuvo la idea de Caminito, su casa era la única blanca de la época".

"Todo en la Boca lleva la firma de Quinquela"

Premio a la locura. Quinquela formó parte de la bohemia porteña de los años '20, la cual solía tener como lugar de reuniones el Café Tortoni. "Allí se juntaban Gabriela Mistral; Federico García Lorca; Alfonsina Storni; Carlos Gardel. Benito era el principal animador de estas peñas, y, cuando a mediados de los '40 esto se disuelve, él traslada esas reuniones al lugar donde hoy es el museo y crea a su vez algo llamado 'La Orden del Tornillo', una distinción que daba a los que consideraba que tenían una locura luminosa en pos del beneficio de los demás, de la comunidad sobre todo. Se lo otorgó a más de 300 personas: Charles Chaplin; Tita Merello; Luis Sandrini; Francisco Canaro, entre otras personalidades de diversos ámbitos que entendía que le habían hecho bien a la sociedad con su locura".

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Mural ubicado en el barrio de La Boca, en homenaje a Benito Quinquela Martín. FOTO: Florencia de Sousa

El Museo. "El terreno donde se levanta la escuela y  posteriormente el museo es donde la madre había trabajado como empleada doméstica. Aquí el tenía su taller pero se viene a vivir después que muere ella. El edificio tiene los colores originales, él pintaba sus muebles, su piano y hasta su cajón de muerte. Amarillo; rosa; celeste y verde agua son los colores de muchos de sus muebles. En Caminito usan otra paleta de colores", detalló Fernández.

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El Museo Benito Quinquela Martín se ubica en la avenida Pedro de Mendoza 1835/1843, La Boca. FOTO: Gentileza MBQM

Carrera. "Quinquela fue muy hábil para explotar su imagen, fue muy mediático con cada medio que tenía a disposición en todas las épocas que le tocó vivir: aparecía en revistas; daba entrevistas; y hasta aparecía en películas. Era consciente de que su vida había sido novelesca, de pasar de un chico huérfano a un gran benefactor del barrio. Eludía a la crítica que nunca lo trató como uno de sus preferidos. La primera muestra importante la tiene a los 28 años en Witcomb, la principal galería de Buenos Aires, y allí vislumbra que le ha cambiado el destino: a partir de los años '20 expone en Río de Janeiro; La Habana; Nueva York; París; Roma. En el exterior le iba muy bien en ventas mientras que acá se lo discutía mucho. Un ejemplo de ellos es que entró antes al museo de Luxemburgo que al de Bellas Artes de acá. Aún cuando se estudia historia del arte argentina, Quinquela no ubica un lugar primordial", precisó Fernández.

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La cocina de la casa de Quinquela Martín. FOTO: Gentileza MBQM

"Casi la totalidad de sus obras son del puerto, hay algunos retratos, pero más que el puerto creemos que el gran tema de Quinquela es el trabajo; los trabajadores, el progreso que ellos construyen. Es la representación del trabajo como herramienta de transformación. El Riachuelo era el escenario, pero el tema central es el trabajo. Usaba una espátula de albañil para pintar y se estima que, a lo largo de su vida realizó cerca de 4.000 pinturas. Decían que llegaba a hacer hasta 7 obras por día. Hay un momento que vende mucho porque empieza a repetirse un poco, como de venta más comercial y tenía que ver con alguien que envejecía y tenía que seguir dando respuesta a las instituciones que había creado. Cada vez eran más las demandas, y se le hizo cada vez más necesario seguir vendiendo. Era muy metódico y prolijo", añadió.

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Se estima que pintó cerca de 4.000 cuadros. FOTO: Gentileza MBQM

Arte y política. Quinquela nunca manifestó públicamente su filiación política y supo transitar la grieta del siglo XX siendo muy amigo de Marcelo Torcuato de Alvear y de Juan Domingo Perón. "Lo adoraban los radicales tanto como el peronismo. De hecho cuando Perón regresa a la Argentina en el '73, una de las primeras visitas que hace es a su amigo Quinquela, a quien le regala una réplica del sable corvo de San Martín, y éste le responde al regalarle un cuadro. De ese encuentro, el artista definiría que se trató sólo de "la visita de un amigo":

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Año 1973. Juan Domingo Perón y María Estela Martínez, presidente y vicepresidenta de la República, respectivamente, visitan a Benito Quinquela Martín. FOTO: Twitter /@BsAs_recuerdo

Educación, pilar fundamental. Hay una marcada relación entre el arte y la educación en torno a la vida de Quinquela: "Es como si hubiera querido que a los niños de la Boca no les falte lo que a él sí, aunque nunca rengó de u primera infancia, y agradece a las monjas de la Casa Cuna que lo criaron, recuerda que los momentos de más alegría los tenía cuando lo sacaban a la calle porque de ahí intuía que iba a venir la persona que le iba a dar una familia. Hay que pensar si era una celebración salir ala vereda, lo que habrá sido para él venir a La Boca, con ese fragor de color sonido y aroma de este barrio. Debe haber sido algo por lo cual uno puede llegar a entender un poco su romance con el barrio. Su gratitud por el barrio es eterna. Sus donaciones él las llamaba devoluciones porque estaba agradecido con el lugar. Si bien nunca supo donde nació, creía que tenía que ser en La Boca por el fuerte vínculo que lo unía. Era su lugar en el mundo", indicó Fernández.

"Ya no se sabe si La Boca lo hizo a Quinquela o si Quinquela hizo La Boca"

En ese contexto, añadió: "Si bien sólo pudo estudiar dos años, dado que tenía que trabajar para ayudar a su familia, cuando comenzó en el mundo de la pintura su padre no aceptaba esa realidad, la que siempre lo apoyó fue la madre. Aquí entonces tenemos un resiliente, alguien que toma el dolor y carga que pasó y la transforma en algo bueno para él y los demás. A veces se lo ha reducido al artista, al pintor del pueblo de La Boca y los barcos, pero desde donde se aborde es un grande de la historia".

“Créame que estoy agradecido por los sufrimientos que me deparó la suerte. Es lo que muchos no pueden comprender. Nada contribuyó tanto a hacerme artista, a permitirme imponer mi personalidad, a sustraerla de todos los desvíos capaces de debilitarla.”

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Caminito, en La Boca, es un lugar de gran atractivo turístico. FOTO: Florencia de Sousa

Últimos años. Se mantuvo activo hasta 1972 cuando tuvo un ataque de apoplejía y pasa internado varios meses en el Instituto del Diagnóstico. Desde allí no volvió a ser el mismo: dejó de vivir en el museo porque requería de cuidados más delicados y se instaló en la casa que le prestó un amigo en Barracas. Se casó a los 84 años con su secretaria de toda la vida, Marta Cerruti, y con ella pasó sus últimos años.

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Frente al museo, en honor a Benito Quinquela Martín hay una parte de la vereda pintada de varios colores. FOTO: Florencia de Sousa

Colores hasta la muerte. Muchos tiempo antes de abandonar el plano terrenal, Quinquela contó en una ocasión que cómo él quería rendirle homenaje a los colores aún después de muerto, pintó él mismo su ataúd "con los colores argentinos por dentro, y por fuera con los siete del arco iris". Falleció el 28 de enero de 1977, a los 86 años. Fue despedido por una multitud, muchos de sus amigos cargaron el cajón en cuestión, que además tenía dibujado en la tapa unos veleros y que contaba con un pasamanos de madera en verde y azul al costado -y no con las clásicas manijas metálicas- dado que el artista consideraba que "siempre se lleva entre muchos y se lastiman las manos. En cambio así lo pueden llevar cómodos. Es un cajón barato, total se va a pudrir enseguida y así los gusanitos serán de colores": 

"El color nunca muere, y yo entre colores seguiré viviendo, iré prendido a los colores hasta después de muerto"

Museo. La historia y obra de Benito Quinquela Martín está plasmada en el museo que lleva su nombre y que se encuentra a escasos metros de Caminito (Av. Pedro de Mendoza 1835/1843, La Boca). Allí desde el 2 de marzo con motivo de cumplirse un nuevo aniversario de su nacimiento, se puede apreciar la muestra “Quinquela, Lado B”, exposición que consta de una serie de 50 obras inéditas del artista.