La editorial Pre-Textos tiene 46 años de trayectoria, con sede en Valencia, España, ha logrado un sólido prestigio por la calidad de su catálogo como por el cuidado de las ediciones. Publica cinco colecciones de poesía: La Cruz del Sur, que representa una de las propuestas más personales de la editorial; Antologías de la Cruz del Sur, complementaria de la anterior; Poesía; Poéticas, colección de reflexiones acerca de las diversas formas de expresión poética y el Pájaro Solitario, en torno a las aves en la lírica universal. Todos los libros que incluyen traducciones se ofrecen en versión bilingüe.
Si bien su prioridad es la poesía, también cuenta con colecciones en otros géneros como, entre otros, Narrativa, Narrativa Contemporánea y Narrativa Clásicos para el género narrativo; Ensayo, dedicada a las principales traducciones de pensamiento y filosofía contemporánea; Filosofías, en colaboración con el Departamento de Metafísica de la Universidad de Valencia; Hispánicas, dedicada a los estudios de la literatura española; Textos y Pretextos, colección de carácter misceláneo acerca de literatura, estética y ensayo literario; La Huella Sonora, de análisis de las tradiciones musicales.
Por su labor editorial recibió, en 1997, el Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial; en 2008, el Premio de la FIL de Guadalajara (México) y, en 2009, fueron elegidos como Editores del Año, por la FIL de Lima (Perú). Y pese a ello, en los últimos días ha sufrido lo que podríamos denominar como un “abandono de autor”, situación que elude tanto algún sentido de ética como el respeto por la obra del mismo autor que se pierde.
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Qué es esto: luego de traducir y publicar siete de los once libros publicados en inglés de la obra de una poeta norteamericana poco conocida, un secreto a voces, la misma se va para otra casa editorial por un solo detonante: recibió el último Premio Nobel de Literatura y el agente literario decidió ofrecer su obra, a espaldas del editor que la sostuvo en castellano, a otras editoriales, algunas de las cuales -cabe aclararlo-, avisaron espantadas por tanta falta de consideración, al hasta ahora editor de la poeta. Hablamos de Louise Glück, cuya trayectoria premiada devolvió un poco de prestigio a la Academia de Suecia, rodeada de escándalos durante los últimos años. Al respecto, Perfil Cultura se comunicó con el editor literario y fundador de Pre-Textos, Manuel Borras Arana, con el que dialogamos sobre esta situación.
¿Qué es editar poesía en habla hispana y qué tipo de desafío representa en el mundo editorial?
Editar poesía en nuestra lengua es una hermosa labor para aquellos que pensamos que leer poesía hace mejores a los ciudadanos, aunque los réditos económicos sean cortos los morales son muchos. Además editar poesía supone un reto para todo editor literario porque el lector de poesía es un lector que sabe mucho mejor lo que quiere. Mucho más, por ejemplo, que un lector de narrativa, por desgracia, más colonizado por los medios y departamentos de marketing porque lo que se suele jugar económicamente son palabras mayores.
Y ahora, la pregunta de rigor, ¿cómo llegaste a Louise Glück? ¿Cómo fue el proceso de edición y traducción en estos 14 años?
Llegué a la Glück por intercesión de un amigo neoyorquino que me regaló su El Iris salvaje. Libro que leyera ipso facto y me arrebató. Hasta tal punto que me fui a mi librería habitual en NY, Booksculture, y compré dos o tres de sus restantes libros que leí uno tras de otro. Mi entusiasmo, insisto, fue tal por la poesía de la Glück que al llegar a casa recomendé a la editorial encarecidamente su edición. En ese interin, casi por arte de magia, recibimos una oferta de Andrew Wylie para editar a la poeta. Albricias, lo nunca visto que sea su agente el que se adelante al editor, aunque el editor iba a haberse manifestado en breve. Un hecho que vino a afirmar en mí que el azar es la conciencia de la necesidad.
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— Pero eso es una especie de destino manifiesto…
— Después supimos que la magia tenía su fundamento. Mark Strand, a quien habíamos editado un libro, le comentó a su traductor, Eduardo Chirinos, que un día que le visitaba Glück en su casa neoyorquina avistó la edición que le acabábamos de hacer en Pre-Textos. Al verla, siempre según Strand en versión de Chirinos, le dijo a Mark: “¿Qué tiene que hacer una para que le editen tan bellamente?” A lo que el poeta le contestó: “Pues simplemente escribe a mis editores españoles porque seguro que no serán indiferentes a tu poesía”. Por lo que se ve, la reciente Nobel indujo a su agente a que se pusiera en contacto con nosotros para ofrecerse. Ahí termina el cuento de mi primer encuentro con la poeta galardonada.
De ahí pasamos a catorce años de lealtad editorial a lo largo de los que editamos, siempre contratando los derechos de autor a la misma agencia, así siete de sus once libros vieron la luz en nuestra lengua hasta la fecha. Tratando, además, de buscar a los mejores traductores. De hecho para El Iris salvaje (2006), que fue nuestra primera edición de la autora, se eligió al mismo traductor de Strand: el poeta peruano Eduardo Chirinos. Al morir Chirinos años después se fueron encargando los siguientes a distintos poetas latinoamericanos y peninsulares: la argentina Mirta Rosenberg, que se le confió Las siete edades (2011), no pudo seguir también por fallecimiento, después el venezolano Adalber Salas, que tradujo su último libro, Una vida de pueblo (2020), Mariano Peyrou, otro poeta, por cierto, también argentino, que vertió a nuestra lengua Vita nova (2014) y Abraham Gragera que tradujo Averno (2011) y Ararat (2008). Praderas (2017) es traducido por otro poeta español, Andrés Catalán.
— Pero pese a tanto esfuerzo el agente literario decidió ofrecer su poesía como una mercancía valiosa a otras editoriales, como si tuviera un éxito de ventas entre manos por el Premio Nobel, ¿no es una exageración? La poesía no es un género de bestsellers…
– Por desgracia a la poeta Glück dentro de poco se le recordará tan poco como se le echaba en falta antes. Me explico, ¿cómo se entiende si no que no hubiéramos amortizado ni una sola de sus ediciones a lo largo de catorce años? Con todo, nosotros le deseamos la mayor de las suertes y preferiríamos equivocarnos en nuestro vaticinio. También queremos dejar bien claro que esta desafección no nos va a hacer declinar lo más mínimo de nuestra meta que es reivindicar todo aquello que consideremos la mejor de las literaturas. Y lo haremos además contemplando siempre el horizonte ético al que debe apuntar cualquier proyecto cultural que se precie.
Así concluye Manuel Borras Arana sus apreciaciones. Al tono de desazón corresponde agregar las dudas que despierta este tipo de “comercialización” que realizan los agentes literarios. ¿El Premio Nobel garantiza una “marca” exitosa? ¿Acaso se puede apostar a un merchandising temático basado en la poesía de Glück? Wylie representa a cientos de escritores (de Jorge Luis Borges a Hunter S. Thompson, la lista es impactante, puede leerla acá, pero no todos son iguales, ni todos responden a la misma “lógica del mercado”, si es que el mercado guarda alguna lógica con respecto a la lectura. Porque la poesía no es una secuela de Star Wars, caso contrario, la historia de la literatura estaría equivocada…