No llegaron hasta ahí por ser mujeres. Tampoco por ser exclusivamente lindas ni para llenar un cupo políticamente correcto y zanjar con un golpe de efecto la discusión sobre la igualdad de género en un deporte históricamente enunciado y representado por varones. Están ahí porque desde hace años vienen dando pequeños pasos, porque sienten pasión por el fútbol, porque son profesionales, la experiencia las avala y, por sobre todas las cosas, porque saben de lo que hablan.