Evocar a Diego Armando Maradona es una tentación muy grande para quienes tuvieron al menos un cruce con el mejor jugador del mundo, que nació un 30 de octubre de 1960 y nos dejó un triste 25 de noviembre, hace justo un año. Pero para quienes tuvieron un trato cotidiano, que vivieron su intimidad, que compartieron momentos importantes, contar su historia con Maradona es casi una obligación, con los fanáticos del jugador y director técnico, pero también con la historia, como cuando un expresidente presenta su libro de memorias para analizar su gestión.
Tal es el caso de Fernando Signorini, el preparador físico que comenzó la relación con Diego en sus años en Barcelona, se convirtió en su entrenador personal cuando ningún futbolista tenía una preparación así, y se convirtió en su amigo, uno de los hombres que se animó a decirle “No” a D10S, al campeón del mundo, al mejor de todos, al astro. Al más grande.
La casa de Maradona en Villa Fiorito fue declarada "lugar histórico nacional"
De esa relación que comenzó en 1982, después del Mundial de España y se convirtió en una unión profesional que duró décadas, incluso cuando Maradona se convirtió en Director Técnico, habla el libro “Diego desde adentro”, que el “Ciego” como lo llamaba familiarmente Maradona a Signorini, escribió junto a Luciano Werkicke y Fernando Molina
Rescatamos de esta publicación, diez historias para recordar a Diego, con su ángel y toda su seducción, pero también con su costado oscuro, que Signorini no esconde ni disimula, fiel a sus principios. El profe cuestionó la ética del primer gol a los ingleses en el mundial de México ’86, “la mano de Dios”, y cuenta que le dijo a Maradona: “La trampa es una porquería, en el deporte como en la vida. Si lo hubiera hecho Lineker e Inglaterra ganaba por ese gol, entrábamos otra vez en guerra, pero no por Malvinas sino por el partido”. Y también rechazó de plano drogarse cuando Maradona le ofreció tomar cocaína.
El choripan y la reina de España
Maradona fue invitado por el rey Juan Carlos y la reina Sofía al Palacio de la Zarzuela, en Madrid y según le contó a Signorini, se sintió abrumado hasta por la opulencia de los uniformes de los mozos. Como tantas personas humildes que de golpe se encuentran en una situación formal y con tanto lujo, no sabía cómo comportarse, hasta que la propia reina, llamó sutilmente su atención y le indicó, con gestos, qué cubiertos tomar para cada plato. “No sabés, Fer. Terminé todo contracturado. ¡Las ganas de comer un choripan que tenía!
Competitivo como nadie
Signorini es un gran admirador de César Luis Menotti y cuenta que el técnico campeón del mundo con la selección argentina en 1978 valoraba mucho lo competitivo que era Maradona. En un entrenamiento del Barcelona, Menotti se deshizo en elogios para Bernd Schuster que había resuelto muy bien varias jugadas. Cuando terminó el entrenamiento, Maradona fue a la oficina del técnico y le pidió hablar con él. Se sentó y le dijo. “Sabe, César, estoy seguro que antes o después, lo que hacer Bernadro yo lo voy a hacer”. Menotti asintió y Diego, levantándose para irse, disparó: “Pero lo que hago yo, él no lo va a poder hacer nunca”.
Maradona o Signorini con la camiseta 10
Cuando el preparador físico comenzó su trabajo personalizado con Maradona, hizo lo que decían todos los manuales y se le quemaron en las manos. El primer día, para medir esfuerzos, le pidió a Maradona que hiciera el famoso test de Cooper. Pero Diego no entendió del todo la consigna y su resultado fue bastante menor a la media de un futbolista de elite. “No sirve para nada”, dijo Maradona, enojado como un chico de secundario al que le toman la prueba. Había hecho 2550 metros, y en el enojo, le preguntó a Signorini cuántos hacía él, que tenía 32 años y estaba bien entrenado. “Mínimo, 3200 metros”, le contestó. “Entonces el domingo jugás vos”.
D10S descansa en el suelo
Siempre se habla de los esfuerzos de los jugadores que militan en Europa para cumplir con las obligaciones de la selección argentina. Hace unos años se instauró esto de las “Fechas FIFA”, para que los jugadores cumplan con sus selecciones y sus clubes. Pero en 1985, esa reglamentación todavía no se había instaurado. Así, se dio que el entrenador de la selección, Carlos Bilardo, armó un par de amistosos con una semana de diferencia. Maradona no quería faltar, pero las autoridades del Nápoli no querían perderlo para los partidos del fin de semana, faltaban tres fechas para la finalización del torneo. Diego prometió jugar los dos partidos con la selección, y los tres con su club. El primer partido de los cinco fue contra la Juve y empataron 0 a 0. Para la selección jugó contra Paraguay y marcó el gol del 1 a 1. El domingo jugó para el Napoli y marcó dos goles. En el triunfo argentino contra Chile marcó uno de los dos goles y en el quinto partido, marcó otro para que el Napoli le gane 1 a 0 a la Fiorentina. Una maratón de viajes para cumplir con cinco partidos en 15 días, algo agotador para cualquier mortal. ¿El secreto de Maradona? Apenas levantaba vuelo, se iba de Primera Clase al fondo del avión en los lugares más económicos, con una almohada y unas mantas a descansar en el piso durante todo el vuelo.
La 10 para “El Diez”
En el mundial de 1982 Menotti decidió repartir los números por orden alfabético, como había hecho en el ’78. A Maradona le correspondía el 12 y no le gustó. Le pidió a su representante de entonces, Jorge Cyterszpiler que intercediera ante el técnico, quien accedió a hacerlo si Patricio Hernandez, a quien le tocaba la 10, no tenía problemas. Hernández, compañero de habitación de Diego, accedió antes de que le formalizaran el pedido. “Quedate tranquilo, es tuya”, le dijo. Maradona estaba tan contento que abrió el cajón de su mesa de luz y quiso regalarle un reloj decorado con piedras preciosas que le había dado uno de sus sponsors.
Recuperación milagrosa de Diego Maradona
Volviendo a Nápoles de un amistoso a beneficio, vieron un vuelco en la ruta. Diego paró a ayudar inmediatamente. Eran tres muchachos que se habían golpeado y lastimado con el accidente. Al ver quién los socorría, se olvidaron de todo “Diego, ¡Mamma mía! Cosa ci fai qui”. Una foto con Maradona les hizo olvidar de dolores, lastimaduras y el desastre en que había quedado el auto.
El milagro de convertir insultos en aplausos
La escena es muy recordada, pero vale la pena contarla una vez más. En un partido por las eliminatorias para el mundial de México ’86, en El Campín de Bogotá, uno de los estadios más importantes de Colombia, cuando Maradona fue a patear un córner, le tiraron una naranja y lo insultaron. Pero lejos de enojarse, se puso a hacer jueguito con la fruta. Algunos contaron 18 toques, otros 21. Lo que no está en duda, fue que todo el estadio lo ovacionó por el gesto y el talento.
El gol que levantó al pueblo argentino
Mil cosas se contaron sobre el segundo gol a los ingleses en el mundial ’86. No el de la “Mano de Dios”, sino el otro, el mejor de toda la historia. Alguien le preguntó qué había sentido al terminar aquella jugada prodigiosa. “Que yo estaba caído entre dos ingleses pero levantando a un pueblo”, definió.
Campeón del mundo y chofer
De regreso a la Argentina después del Mundial de México ’86, el plantel campeón fue invitado a la Casa de Gobierno por el entonces presidente Raúl Alfonsín. Signorini no quiso ir, para no cruzarse con los funcionarios (incluído Alfonsín) que le habían pedido a Julio Grondona que echara a Bilardo antes del mundial. El profe lo esperó a Maradona en casa de don Diego y doña Tota tomando mate. Cuando después de cenar, Signorini anunció que se volvía a Lincoln para ver a su familia, Diego le ofreció su auto. El “Ciego” prefirió volverse en micro, como había salido y Diego no dudó en llevarlo él mismo en su Mercedes Benz. “Mientras avanzaba hasta el andén, me crucé con dos tipos. –Che, me parece que el que manejaba el auto que se fue era Maradona”, dijo uno de ellos. –Vos estás loco, ¿qué mierda iba a estar haciendo Diego por acá?, respondió su amigo.
Lo admiraron hasta sus rivales
En el primer partido del Mundial de 1990, Argentina enfrentó a Camerún, que terminaría ganándole por 1 a 0. Pero el show de Maradona comenzó en el calentamiento antes del partido. Como el campo de juego era el escenario de la fiesta inaugural, los jugadores prepararon los músculos en un gimnasio techado. Diego empezó a hacer jueguitos con la pelota, pasándola de un lado a otro, al punto que los rivales se olvidaron del calentamiento y se quedaron admirándolo, impactados. Eso sí, en la cancha, fueron implacables. No solo ganaron 1 a 0, sino que además molieron a patadas a nuestro héroe.