Lo denominaron el Gol del siglo, lo hicieron libro, lo convirtieron en dibujitos animados. Fue una obra de arte, del engaño, de la astucia, de esos goles que en el potrero diríamos que “vale doble”. Pero no fue una fantasía, ni solo un sueño. Fue de verdad, sucedió en 22 de junio de 1986 en el Estadio Azteca de México, durante el partido de cuartos de final contra Inglaterra y lo convirtió Diego Armando Maradona.
Para El Diez, no era un partido más, y así arengó a sus compañeros de la selección antes del partido. Era la final más importante de su vida hasta entonces, y estaba fresco el recuerdo de la guerra de las Malvinas de 1982. “Yo en Fiorito soñaba con algún día hacer un gol así en la canchita, con el Estrella Roja, y lo hice en un Mundial, pero para mí país y en una final”, lo evocaba en su biografía “Yo soy el Diego”.
El gol fue más o menos así: Maradona recibió un pase en el campo argentino y se puso a gambetear ingleses hasta que llegó al arco, eludió al arquero y la mandó adentro. A la pelota, a esa que "no se mancha". Habrá por ahí quien diga que en tal o cual partido, hubo un gol similar, hasta Lionel Messi hizo un muy muy parecido. Pero hacerlo en aquella ocasión, con la guerra de Malvinas fresca, ante Inglaterra y casi definiendo un partido peleadísimo, no hay manera de compararlo. Era el 2 a 0 de un partido que terminaría 2 a 1 y con la eliminación de los ingleses del mundial.
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El gol de la "Mano de Dios"
Los puristas no celebraron el primer gol. Diego “explicó” que fue con la “Mano de Dios” y años más tarde, en su programa, La noche del Diez, aceptó que lo había hecho con la mano. Por más ingleses que sean, debió cobrarse tiro libre para Inglaterra, porque el fair play debería privilegiarse más allá de las ventajas, porque si los “piratas” nos hubieran hecho ese gol, todavía estaríamos protestando. Pero bueno, la historia no se puede cambiar, y podemos excusarnos con que si el primero debió ser anulado, el segundo debe valer el doble.
Quedó también en la historia el relato de Víctor Hugo Morales, que, hay que decirlo, no cuenta el gol, sino que improvisa una catarata de elogios que se repite hasta el infinito, “Barrilete cósmico”, “¿de qué planeta viniste?” atinó a decir el relator uruguayo, sin poder explicar lo que ningún testigo en el estadio o en por televisión terminó de entender. ¿Cómo pensar en ‘toca la pelota Maradona, elude a tal, se acomoda, elude a cual, le sale mengano a marcarlo y lo elude también, etcétera?
“El segundo fue, como dije, el gol que uno sueña de pibito. Fue… no sé, cuando yo vuelvo a verlo, me parece mentira haberlo logrado, en serio. No porque lo haya hecho yo, pero te parece que no se puede hacer un gol así, que lo podrás soñar pero nunca lo vas a concretar - continúa el relato en su libro Maradona- Ya es un mito, ahora, y por eso se han inventado muchas cosas, como que yo pensé en un consejo de mi hermano, en el momento… No, en el momento, no, pero después sí me di cuenta, algo me habrá venido a la cabeza, porque definí como mi hermano Turco me había dicho: el 13 de mayo del 81, en Wembley, yo había hecho una jugada muy parecida y definí tocándola a un costado cuando me salió el arquero. La pelota se fue afuera por esto, por nada, cuando yo ya estaba gritando el gol. El Turco me llamó por teléfono y me dijo: “¡Boludo!, no tendrías que haber tocado… Le hubieras amagado, si ya estaba tirado el arquero”. Y yo le contesté: “¡Hijo de puta! Vos porque lo estabas mirando por televisión”. Pero él me mató: “No, Pelu, si vos le amagabas, enganchabas para afuera y definías con derecha, ¿entendés?”. ¡Siete años tenía el pendejo! Bueno, la cosa es que esa vez definí como mi hermano quería”, explicaba el tipo que este maldito 2020 también nos arrebató.
Hace muchos años que Diego Maradona eran leyenda caminando, aquel horrible miércoles 25 de noviembre de hace un año terminó de entrar en la historia.