DOMINGO
LIBRO

Construir un adversario

Cómo son las estrategias discursivas de los políticos.

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Elecciones | juan salatino

En este libro se ha analizado la representación y presentación del discurso político en los noticieros, en los programas políticos de opinión, en un programa de parodia política como Gran Cuñado y en las cuentas oficiales de los/as candidatos/as en Twitter y Facebook, en los períodos previos a las elecciones de 2009 y 2011. Se ha partido desde una perspectiva de la mediatización de lo político, desde la teoría veroniana, para tratar de evaluar permanencias y cambios en una contemporaneidad que implica una digitalización de lo político. Se ha apuntado a tejer puentes conceptuales entre esa teoría y la de los países europeos, la teoría de la argumentación, la teoría clásica de la videopolítica y la visión local, la teoría política contemporánea argentina que pone el foco en la disolución de identidades partidarias y el personalismo político, la filosofía política que centraliza las pasiones políticas, la teoría del fin de los medios masivos y los estudios, algunos exploratorios de la convergencia y democracia digital en Argentina, México, España y Estados Unidos.

El proceso de mediatización de lo político analizado se inscribe en el marco de un gobierno kirchnerista que poseía seis años en el poder en el momento de la elección de 2009 y ocho en 2011. En el primer caso se trató de un sufragio legislativo que arrojó ganadora a la oposición al kirchnerismo en distritos muy importantes de la Argentina, como la provincia de Buenos Aires, a través de la lista encabezada por De Narváez. Y en el segundo caso, un triunfo contundente en la reelección presidencial de Fernández de Kirchner, pero también una tendencia hacia el triunfo de los oficialismos provinciales, como el de Macri en la Ciudad de Buenos Aires.

Asimismo, las tres elecciones nacionales (la de 2009 y las dos de 2011) están atravesadas por el conflicto entre el gobierno kirchnerista y el Grupo Clarín, que generó discursos políticos de ambas partes, que por definición no son iguales: ni en su estatuto, ni en su rol social, ni en su modo de adquirir legitimidad.

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Creemos que el conflicto por el cual el kirchnerismo hizo visibles las estrategias enunciativas del Grupo Clarín y sus alianzas políticas y económicas con grupos opositores se enmarcó en un proceso latinoamericano. Se trata de la denuncia de los gobiernos populares a los medios y el desenmascaramiento de sus intereses económicos. Sostenemos que la base de la denuncia en Argentina se basó, por un lado, en la imposibilidad de los medios de tener “una palabra objetiva”, y por otro, en el cuestionamiento acerca de su poder para hablar “en lugar de los individuos” y de los “conjuntos de individuos”. Sobreviene entonces la caída en la dominancia del enunciador de los medios como agente de la información y también se pone en cuestión el vocero de la gente sin que se trate de un proceso unificador ni acabado, como lo demostramos con el caso de Desde el Llano. Esta transformación en la situación de comunicación de las instituciones mediáticas también está influida por los cambios descriptos en los sistemas mediáticos.

En el mismo período, los medios masivos siguieron construyendo muchos de los relatos y de las argumentaciones políticas; no obstante, empezaron a adicionarse las voces desintermediadas de los propios políticos y las voces ciudadanas en el espacio público que se amplía con los medios con base en internet y con los procesos de convergencia y divergencia de lo político y lo informativo. En definitiva, nos referimos al comienzo de una nueva fase en la mediatización de lo político: la digitalización de lo político.

El conflicto del gobierno nacional con el sector agropecuario y luego con el Grupo Clarín divide la configuración del campo discursivo de lo político en dos: discursos kirchneristas versus discursos antikirchneristas.

Hacia 2009 el campo seguía polarizado (incluso se había radicalizado el quiebre). No obstante, y como mostramos en el análisis de los noticieros y PPO del período previo a la elección legislativa, el discurso antikirchnerista concentra su crítica en la figura de Néstor Kirchner. Tanto los especialistas políticos desde los noticieros, como los conductores de los PPO y los/as candidatos/as opositores subrayan una frontera entre el kirchnerismo de Néstor Kirchner y el de otros referentes, como la expresidenta o Scioli (también candidato en esa elección). Los medios opositores, a través de una enunciación que definimos como de filtro de lo político, construyen como su adversario a Néstor Kirchner (que era el que encabezaba la lista del FpV) y se configura entonces como un conflicto entre personas: Néstor Kirchner vs. De Narváez. La mediatización acentúa el proceso de personalismo del poder político a través de la personalización de la campaña nacional legislativa. Al día siguiente del sufragio, y con la pérdida del oficialismo de la mayoría legislativa, Néstor Kirchner renunció al Partido Justicialista en un proceso que parecía ser de desconcentración del poder político y que finalmente se diluyó con el paso del tiempo.

Con la muerte de Néstor Kirchner en octubre de 2010, la oposición perdió a su principal adversario político. Luego se reconfigura la bipolaridad kirchnerismo versus antikirchnerismo delimitando, por un lado, la figura de Fernández de Kirchner y el grupo de La Cámpora, y por otro, el antikirchnerismo, con Macri como figura central. Con la decisión del jefe de Gobierno de abandonar su precandidatura presidencial en mayo de 2011, el polo antikirchnerista pierde a su principal referente para enfrentar las elecciones nacionales. En un solo año, y con una economía en pleno crecimiento, el discurso político bipolarizado sufrió dos fuertes “embates” y de “ambos polos”.

Los sondeos empezaron a mostrar alta intención de voto para la candidata a la reelección, luego esto se concretó en los resultados contundentes de las elecciones primarias de agosto de 2011 a favor del oficialismo.

Una conclusión que se desprende del análisis realizado es la disolución de la figura del adversario político en las discursividades digitales de la expresidenta, en el período de campaña electoral. Como hemos relatado, históricamente el kirchnerismo de Néstor Kirchner se había caracterizado por interpelar a un contradestinatario, incluso de modo directo. Luego la figura del contradestinatario siguió siendo central en los discursos de Fernández de Kirchner: los grupos agropecuarios, Cobos, el Grupo Clarín, emergieron como parte de su dimensión polémica.

No obstante, en este período preelectoral de 2011 las discursividades digitales de Fernández de Kirchner en Facebook y Twitter diluyen la figura del adversario –aparece de modo indirecto y fragmentado– y se concentran en el refuerzo a los destinatarios ya seguidores y en la persuasión a los destinatarios electores sin opción política. Hemos mostrado que en el período preelectoral de 2011 durante los tres meses predominan los refuerzos a los ya seguidores a través de spots y videos de campaña y las microargumentaciones lógicas y multimediáticas que apuntan a convencer a los indecisos a través de la prueba de los éxitos del modelo político, social y económico.

En un plano paralelo, en los acontecimientos político-mediáticos en los que participa como candidata y que son transmitidos por los noticieros y por los PPO, y en las cadenas nacionales que realiza en ese momento, se produce la misma tendencia en la estrategia discursiva.

A pesar de los triunfos opositores en las provincias (en la Ciudad de Buenos Aires, en Córdoba, en Santa Fe y en Mendoza), los sondeos de intención de voto que aparecían en los noticieros y circulaban en los medios gráficos anunciaban el triunfo de Fernández de Kirchner. Por consiguiente, inmersos en una economía en pleno crecimiento y en una sociedad que efectivamente había recibido políticas de redistribución, con una crisis económica internacional que no había tenido grandes repercusiones en la Argentina, los/as políticos/as opositores/as quedaron sin un líder claro para la elección nacional y sin posibilidad de construir un diálogo con su adversario.

Exactamente lo mismo les sucedió a los medios con enunciación opositora. Unos y otros siguieron construyendo como adversario al kirchnerismo, centralmente en la figura de Fernández de Kirchner, y como no tenían cómo confrontarlo en el presente, se enfocaron en anunciar una crisis a futuro de un gobierno que ya llevaba ocho años. En consecuencia, su enunciación –y su palabra– se debilitó. En efecto, el triunfo del oficialismo nacional, que ya había sido contundente en las primarias, se amplió en las generales.

Creemos que las razones del triunfo tan contundente y con tanta diferencia con el segundo lugar por parte de Fernández de Kirchner, en el sufragio electoral de 2011, se explican por causas que son más económicas y sociales que mediáticas pero, también, que la campaña de la candidata a la reelección disminuyó la polarización. No obstante, consideramos que hay algunos aspectos de la mediatización que influyeron en los cambios entre las elecciones primarias y las generales, así como en la lucha por el segundo lugar.

En una primera instancia, nos referimos al ascenso de Binner del cuarto lugar en las PASO, con un 10,31% de los votos, al segundo lugar, en las elecciones generales de octubre, alcanzando el 16,81%. En esos dos meses la campaña digital de Binner en Facebook y en Twitter fue muy intensa, como hemos relevado. No obstante, sostenemos que lo distintivo no estuvo en su actividad regular en las redes sociales sino en las múltiples estrategias combinadas. Por un lado, se trata del único candidato que mantiene el contradestinatario kirchnerista en las dos redes sociales. En otras palabras, construye microargumentaciones lógicas y pasionales que apuntan a mostrar el fracaso del kirchnerismo en Facebook y en Twitter. Se arma así un discurso político polémico digital. Además, se configuran microargumentaciones lógicas y operaciones que apuntan a provocar pasiones para interpelar a un internauta indeciso. Por último, también se configuran discursividades, como las invitaciones a los “eventos” de Facebook o la campaña #YovotoaBinner, que apelan al internauta que hemos denominado ciudadano militante fan, que no solo es seguidor y adherente a su candidatura sino que también visita regularmente sus espacios digitales en las redes e interactúa con los videos de sus entrevistas televisivas y de sus actos de campaña insertos en las publicaciones de sus redes sociales. Es decir, se interpela a ese internauta que es capaz de mostrar su adhesión partidaria cambiando la foto de perfil o sumándose a un hashtag en las redes sociales. En efecto, a través de sus discursividades digitales, se dirige a los tres tipos de destinatarios posibles, tanto a los internautas regulares como a los ocasionales.

En definitiva, Binner mostró que es posible convencer electores a través de las redes sociales, si bien seguramente captó con sus microargumentaciones a electores ya opositores al kirchnerismo que aún no tenían decidido su voto dentro del arco opositor. Por otro lado, constituyó un ethos de gobernabilidad a través de su gestión en Santa Fe y también lo realizó con pruebas entimemáticas y microejemplos digitales. Asimismo, se trata del candidato que en Facebook pone en escena distintas operaciones de apropiación de los contenidos televisivos. Como hemos relevado, los procesos de convergencia entre lo televisivo y sus discursividades políticas digitales dominaron en los dos meses de campaña de 2011 en Facebook y se caracterizaron por distintos usos de los paratextos, distintos tipos de reproducción y presentación de lo político y de lo informativo según el grupo mediático del cual venía el material televisivo. Por último, se trata del candidato que entremezcla mayor cantidad de lógicas provenientes de los medios masivos. Por ejemplo, su enunciación política en Facebook se constituye muchas veces en el entrecruzamiento con los discursos informativos con otras enunciaciones: las que provienen de la prensa gráfica, las de los conductores de los PPO, etc.

También,es preciso detenernos en el caso de Altamira. La campaña #UnMilagroparaAltamira en Twitter, focalizada en que el precandidato alcanzara el 1,5 % de los votos en las elecciones primarias, logró la repercusión mediática buscada (fue trending topic) y también su objetivo electoral.

Al mismo tiempo, evidenció el poder que genera la convergencia entre los medios masivos de comunicación y las redes sociales en la interfaz entre lo informativo y lo político. Como hemos mencionado, se trató de una iniciativa impulsada por dos figuras públicas muy reconocidas como Rial y Silvestre, con poca intervención de los propios líderes del PO e incluso con algunas declaraciones en contra del dirigente Castillo.

En relación con Alfonsín, si bien luego de los dos meses de campaña pasa del segundo lugar al tercero, mantiene un porcentaje de votos muy similar (12,36% versus 11,14%). De hecho, aunque no pueda considerarse que haya sido una estrategia discursiva exitosa, se trata del único de los/as candidatos/as que anuncia en las redes sociales y en sus intervenciones televisivas sus compromisos concretos a futuro y su plataforma electoral.

Como hemos mostrado, no se trata solamente de un mensaje en Twitter o una publicación en Facebook aislada en la cual anuncia su plan a seguir.

Cada uno de los ítems de la plataforma electoral es anunciado en las redes sociales con el hipervínculo para descargar más información y con los datos sobre la actividad de campaña en la cual se presenta cada plan. Es decir, los componentes programáticos en sus enunciados políticos fueron una parte central de sus discursividades digitales y televisivas.

Además, los acontecimientos político-mediáticos se organizaron también en función de eso. A diferencia de sus participaciones televisivas, tanto en Twitter como en Facebook se concentró en el refuerzo al votante ya radical. Por consiguiente, los espacios digitales terminaron funcionando como militantes y perdieron centralidad en la disputa de la última parte de la campaña por los votos opositores pero aún indecisos.

Por último, Carrió constituye un ejemplo paradigmático de disociación entre las repercusiones mediáticas de los discursos políticos y los efectos en el campo electoral. Se trata de una candidata ampliamente entrevistada en los PPO y con mucha presencia en los noticieros y también en los comentarios de los especialistas. No obstante, esa “réplica en los discursos informativos televisivos” no se tradujo en un aumento del número de electores. Al mismo tiempo, cabe aclarar que cuando aparece por primera vez su discurso desintermediado de los periodistas, esto es, en su muro de Facebook, paradójicamente se pierden los anuncios polémicos y apocalípticos, así como los aspectos más chamánicos de su estilo político.

 

☛ Título: Redes sociales, televisión y elecciones argentinas

 ☛ Autora: Ana Slimovich

☛ Editorial: Eudeba
 

Datos sobre el autor 

Nació en la Ciudad de Buenos Aires en 1982. Es doctora en Ciencias Sociales y licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires. 

Es investigadora del Conicet, en el Instituto de Investigaciones Gino Germani de la UBA. 

Obtuvo el Premio Nacional a la Mejor Tesis Doctoral en Ciencias Sociales, organizado por Eudeba y la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA (edición 2019), bajo la temática: “Las encrucijadas de la democracia latinoamericana”. 

Es docente en la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA y en la Universidad de San Andrés.