Parece una pregunta absurda, pero vale la pena hacérsela, porque existe mucha confusión. Lo primero que hay que decir es que una relación de pareja no lo es todo. Yo soy el centro de mi vida, y esto no tiene nada que ver con el egoísmo, sino con la constatación de que yo soy la protagonista de mi existencia desde el primer hasta el último aliento. Siempre voy a estar conmigo misma, me habite conscientemente o no. Siempre estoy viviendo mi propio viaje, me dé o no cuenta de ello. La primera relación de pareja que debes tener es contigo misma. Debes ser para ti tu mejor amiga, tu mejor compañera, tu más preciado amor, y tener el compromiso indeclinable de no abandonar tu vida –amistades, trabajo, ocupaciones, hobbies, intereses– cuando conoces a alguien. Primero hay que ocuparse de una misma, de tener una vida satisfactoria, que te guste. Esto impedirá que pierdas tu centro, que te pierdas a ti misma y a tu mundo cuando inicies una relación.
¿Qué es una pareja? Alguien con quien compartes el viaje de la vida, un compañero, una compañera. El concepto de “ser un equipo” es un buen recurso para imaginar una pareja, porque conlleva la idea de sumar. Estar solo está bien, pero estar acompañado está muy bien.
Las bases para que una relación de pareja funcione son cuatro: correspondencia, interés, un equilibrio entre el dar y el recibir y coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Debe haber philia y eros, semejanza y complementariedad, proyectos en común y apoyo recíproco a los proyectos personales de cada uno. Una relación de pareja es horizontal, es decir, se da entre iguales.
Aunque mucha gente afirma que nos gusta sufrir, esto no es cierto. Tenemos unos hábitos relacionales y formas de funcionar que son las “normales” para nuestro cerebro y que repetimos una y otra vez. Estamos programadas para hacerlo. Hasta que seamos capaces de desprogramarnos. Por eso la gestión emocional y el despertar espiritual son esenciales. Existe la tendencia a estar condicionadas por nuestro pasado (y si tienes un pasado, vas a tener un futuro), por eso es necesario trabajar activamente sobre nosotras mismas.
Sí, el verdadero desarrollo personal conlleva ponerte en un lugar en donde, a través del trabajo diario, tomas conciencia y te haces responsable de que nadie te puede hacer feliz. Tu felicidad depende de ti. Por eso, antes que nada, tienes que deconstruir todo lo aprendido hasta ahora, examinarlo y decidir con qué te quedas y con qué no.
La afirmación de que nadie te puede hacer feliz puede sonar deprimente para algunas personas. “Yo quiero tener una pareja, tengo anhelos en mi corazón de fundirme con alguien, de vivir una historia increíble”. Y eso lo puedes tener, sin duda, pero nadie te puede hacer feliz si tú no estás bien, si no tienes gestión emocional, si no sabes volver a tu paz cada vez que la pierdes. Si estas cosas faltan, cualquier cosa o persona, aunque sea lo que siempre soñaste, no será suficiente. Tomar conciencia de que nadie te puede hacer feliz es desmontar muchos castillos de naipes, es dejar caer muchas ilusiones. Pero, a cambio, se abre una maravillosa puerta a una felicidad más real, profunda y sólida. Emprendes este viaje de la vida como protagonista y lo terminas de la misma manera. Lo demás entra y sale de tu vida, la que permanece siempre eres tú, así que eso es lo único de lo que te tienes que ocupar, de saber volver a ti, que eres tu hogar, cada vez que sales de él.
Soltar la esperanza de encontrar a alguien que te dé “eso” que crees que necesitas para ser feliz es, aparentemente, una mala noticia. Pero cuando empiezas a darte cuenta de que poner el foco de la felicidad en ti te da muchas más posibilidades de estar en paz y de alcanzar un estado de plenitud, independientemente del otro, las cosas cambian. Empieza a leer esta frase con énfasis y a disfrutar de la gran libertad que hay detrás de esto. Te liberas de la dependencia, te vuelves tu propio centro y te relajas de una manera realmente profunda. Nadie te puede hacer feliz, ¡qué buena noticia!
El amor incondicional solo puede darse en aquellas relaciones que funcionan con bases sólidas. Entonces sí que el amor contempla la totalidad del otro y es incondicional. Pero si la relación no es sana, no deberíamos amar al otro incondicionalmente. Deberíamos hacer uso de nuestros límites.
Por eso el amor no todo lo soporta. Las faltas de respeto, las humillaciones, las mentiras, los maltratos, no son algo que debamos soportar. En cambio, si en una relación hay correspondencia, buena comunicación y amor, es probable que se puedan sortear todos los desafíos que aparezcan. Aun así, el amor no es el único pilar para que una relación progrese en el tiempo. Existen otros factores tales como la evolución personal y que las dos personas tengan un proyecto en común sobre el que se construya esa relación. (…)
*Autora de Relaciones, Koan ediciones (fragmento).