De pronto, sí, se trastornaron los tiempos y nos encontramos viviendo un tramo increíble de una historia de catástrofe. Efectivamente, hacía más de un siglo que no llovía tanto en un día de abril. Hace algunas horas, en La Plata, por ejemplo, hubo gran cantidad de muertos y desaparecidos. Algo desgarrador que nos hizo plantearnos una serie de preguntas. ¿Cómo puede ocurrir algo semejante?
Por eso recurrimos a quien recibió (junto al Panel Intergubernamental del Cambio Climático) el Premio Nobel de la Paz en 2007.
El Dr. Osvaldo Canziani es amable y extrovertido. Es físico y doctor en Meteorología y no se sorprende ante nuestras preguntas:
—¿Qué está pasando, doctor?, ¿por qué esta catástrofe?
—El problema es simple: el hecho del cambio climático (que es una fase del cambio ambiental global) se va haciendo cada vez más crítico. En 1990 el Protocolo de Kyoto pide una reducción de las “emisiones” en 5% y, en cambio, ¡estamos aumentándolas 2% por año en general!
—¿Qué significan “emisiones”?
—Todos los elementos que usa el hombre para su actividad: transporte, energía eléctrica e incluso siembras de arroz. Recuerde que el ganado vacuno con sus flujos de metano y la basura (también con metano) emite muchos gases. Además, el hombre ha inventado otros como los hidrocarburos hidrogenados y sus “sprays” que los han cambiado un poco. Los colectivos, automóviles y los que usan diésel emiten grandes cantidades de partículas y todo eso ha hecho que el ser humano (que es una especie de pez que vive en un océano de aire) esté teniendo una calidad de aire cada vez más cambiante. Entonces, surge un hecho que emerge hace unos treinta o cuarenta años. Es la contaminación típica de la era industrial que se inicia en 1750 en Midlands, con una enorme concentración de fábricas en un solo lugar. Todo esto crea la urbe industrial y el mundo empieza a contaminarse. A mí me tocó, siendo estudiante, ir a Birmingham. Allí la contaminación por ácido sulfúrico era muy grande. Esto producía una densa niebla. ¡La famosa de Londres era exactamente eso! En el total de la densidad atmosférica esto provocó hasta el “smog” de diciembre de 1952 en el que murieron cinco mil personas. O sea que, todo este proceso se llama “contaminación de impacto”. Luego, surge en Europa en la década del 60, lo que se llama “contaminación regional”. Le explico: los combustibles no son solamente hidrocarburos, sino que contienen azufre y otros elementos que producen ácidos. Acido sulfuroso y ácido nitroso. Y las lluvias los vuelcan sobre los ríos y los bosques. Para darle una idea, por ejemplo, en la década de los 60, Checoslovaquia perdió ¡el 90% de sus bosques! Y los lagos de la zona más sufrida fueron los de Escandinavia que llegaron a tener una acidez enorme. Lo que en física se llama PH, cuando es normal, es de 6.8. En esos casos, ¡había bajado a tres! La vida entonces, en los lagos, desapareció. Todo eso generó una reacción que Europa sobrellevó bien. Pero, en el caso del tráfico automotor, lo grave (según nos informa la revista Nature) no son solamente las partículas que tienen diez micrones muy pequeñitos de una fracción de milímetro, sino partículas menores (de 2.5 micrones) y que producen infartos.
—¿Cómo los absorbe el organismo?
—Entran en el tracto respiratorio, pasan al flujo sanguíneo, y ¡allí se produce el desastre! En Londres, por ejemplo, se registraron más de 8 mil muertes por esta contaminación. En una ciudad, aparte de elementos extremos como las lluvias, existe ese peligro. Se están haciendo, a través del Gobierno de la Ciudad, unas 15 estaciones e incluso surge un nuevo elemento que es el ozono en superficie. En México se produjo el paradigma de la contaminación por ozono. La Organización Mundial de la Salud habla de un contenido sanitariamente aceptable de veinte a cuarenta partes por mil millones. Santiago de Chile tiene 180…Nosotros en química, hablamos de las partes que forman “parte” de una masa de aire. O sea que, en una masa de aire de 1m3, una cuarenta millonésima parte es ozono. Es muy poco, pero actúa sobre la salud humana.
—¿Qué es exactamente el ozono?
—Es un gas que deriva de una reacción que produce un átomo de oxígeno triatómico. Cuando se produce una descarga eléctrica (por ejemplo, un relámpago) se huele, inclusive, ¡la fragancia especial del ozono! Entonces, este fenómeno generado por los motores actúa en las ciudades. Esto fue descubierto en California donde las famosas “ponderosas” empezaron a quemarse. Nosotros aquí, en el Conicet, seguimos con nuestros equipos esta medición que no es tan grave. Pero, en esa zona, se quemaban las plantas y los suecos hicieron un análisis y encontraron que sustancias como el tabaco, tomates y demás, se quemaban en un fenómeno que se llamó “cáncer de la planta”. Simplemente un problema de oxidación violenta. En su área de salud, justamente, el Panel Intergubernamental ha dicho “Señores, cuidado con esto!”, porque el aumento del transporte quemando combustibles activa la combustión de ozono que, a su vez, produce cataratas en los ojos y anula el sistema inmunológico de cada individuo y genera también un montón de problemas aleatorios. Por ejemplo, si una persona tiene cáncer de pulmón respirar ozono es muy grave.
—Y en esta tragedia que está ocurriendo, por ejemplo, en la provincia de Buenos Aires, ¿qué porción de responsabilidad le corresponde al ozono?
—Lo que quiero decir es que, quizás la actividad más multidisciplinaria es la ambiental. Estamos viendo que los continentes, al disminuir la capa de hielo, “suben”. Y esos miles de metros cúbicos de agua aprietan más la superficie del fondo del océano. No generan el efecto terremoto, pero exacerban el proceso. Entonces, en un momento dado,
si seguimos con estas cosas, tendremos una actividad crítica que va a sumar más tsunamis y más terremotos o maremotos.
—Pero en el caso de estas inundaciones que nos afligen, no han estado precedidas por ningún maremoto…
—En este caso particular en 1983 se inicia en nuestro país una actividad que se llamó “Ríos de grandes llanuras”. La Pampa es una gran llanura que se estudió intensamente. Yo acababa de volver del extranjero e hicimos un extenso trabajo sobre grandes tormentas. Allí comenzó nuestro estudio de las tormentas, que luego se transforma en un informe que muestra que el cambio climático resultaba evidente en 1996/’7 en todo el mundo. En el estudio para Argentina trabajamos con el INTA y el equipo de Ecosistemas de la Universidad de Córdoba. En 1985 se inicia el “período húmedo” en Buenos Aires y en la provincia de Bs.As. también. Se inunda entonces Buenos Aires el 26 de enero de 1985 con una lluvia de aproximadamente 297 milímetros en 18 horas. En mi oficina, cercana al arroyo Maldonado, tuve agua hasta la mitad de la altura de la planta baja. Estudiando estadísticamente las cosas se decía que no habría otro evento semejante en 200 años. Sin embargo, el 31 de mayo, en la noche cercana al 1º de junio, llovieron 305 milímetros, es decir, que tuvimos un salto de 200 años, ¡en pocos meses! Esto ya está indicando que el proceso atmosférico cambió. Y si usamos la memoria estadística (por ejemplo, para hacer una represa) utilizamos estos datos, pero en aquel momento quedó en evidencia que, en Argentina, las cosas no eran así. A través de una serie de trabajos elaboramos el Plan Maestro Hidrológico de la Provincia de Bs.As. colaborando con la arquitecta Elva Roulet, que era entonces vicegobernadora de la provincia de Buenos Aires. Como a veces ocurre entre nosotros, el informe que elaboramos en 1986, ¡jamás se implementó! Yo diría que “escribir” es una costumbre nacional, pero lamentablemente son cosas que nadie lee.
—Aquel “Informe” que ustedes elaboraron trataba justamente del cambio de clima durante el siglo veinte en la Argentina en un análisis que trataba de determinar cuántos cambios se habían observado en agricultura, en el uso de la tierra y en hidrología. Estos datos, según usted me decía, podían ser atribuidos a los cambios de clima durante este siglo, ¿no es cierto?
—Como le decía, pocos lo leyeron, pero nosotros seguimos investigando e hicimos un uso extenso de todo esto. Lo hicimos para los gobiernos y después de la inundación de Santa Fe, en 2003, dicté varios cursos indicándoles a las autoridades del gobierno de la provincia que, así como hubo inundaciones, también habría sequías terribles. El proceso del Cambio Climático es que los eventos extremos oscilan entre la sequía y las inundaciones. Se intercalan con circulaciones globales como El Niño y La Niña que generan una redistribución del movimiento de napas en diversas latitudes. Esto ocurrió de una manera general en todo el planeta, pero en nuestras latitudes La Niña significó sequía y El Niño, inundaciones. Quizás la más violenta fue la de 1983 en Buenos Aires cuando llegaron ¡pequeños lagartos y pequeños yacarés! Incluso, llegaron víboras. Generalmente vemos al animal grande, pero no distinguimos al animal bacterial que viene con el agua contaminadaLe doy un ejemplo: de diez camas de un hospital (en lugares de desarrollo) hay ocho que están ocupadas por gente enferma por haber ingerido agua. Recuerde que el agua trae consigo un montón de elementos contaminantes que afectan la salud humana. En consecuencia, el problema no es meramente hablar de este hecho, sino observar que, en todos estos procesos extremos, lo que ocurre es que deben tomarse prevenciones que no se tomaron en Santa Fe. Por ejemplo, las casas húmedas que generan moho a su vez producen una serie de problemas que no están resueltos. Todas las personas que trabajan en los gobiernos de los países desarrollados se ocupan de esto. El mismo presidente Obama, después de haber omitido mencionar el Cambio Climático en las 14 preguntas que le hizo la Sociedad Científica Americana, admitió que había que preocuparse por el Cambio Climático. Hasta el Papa se está ocupando del tema porque este es un problema global y no tiene un impacto local solamente. Si nosotros perdemos la cosecha de soja…Fíjese que estamos exportando (entre Brasil, Estados Unidos y Argentina) algo así como 23 kilómetros de agua en las semillas de soja. Y significa agua para ¡54 millones de chinos! O sea que China está recibiendo agua en capsulitas. Entonces, el error grande es pensar meramente en el impacto local. No solamente es, el cambio, global sino que afecta a los ecosistemas. Como seres humanos pensamos ¿y qué pasa con el grupo animal y el grupo vegetal? Ellos están sufriendo más que nosotros porque tienen menos aptitud de adaptación. Por eso, lo que surge en la plegaria que hace el Panel Intergubernamental del Cambio Climático es un “Informe de Eventos Extremos”.
—¿Por ejemplo?
—Esto es muy simple: un evento no genera por sí mismo el entorno social. Cuando el huracán Katrina invade Nueva Orleans quienes se fueron eran los pobres. En los negocios se ponían botellas de agua gratuita que la gente se llevaba. Aquí, entre nosotros, ¡se le aumenta el precio!
—Usted dijo, en otra oportunidad, que el planeta se calienta y las temperaturas aumentan más intensamente hacia los polos. El Polo Norte se ha calentado cinco veces más que las latitudes medias en el Hemisferio Sur. ¿Estos fenómenos tienen alguna influencia en lo que ha ocurrido en estos días entre nosotros?
—Bueno, sí. En general, toda esta historia, está vinculada a que el clima no depende del aumento de lo que pasa en la atmósfera, sino de lo que pasa en las costas. Y lo que ocurre en las costas está determinado por las corrientes marinas. Al cambiar la salinidad del agua de mar las corrientes marinas también cambian y, consecuentemente, los problemas que sufre, por ejemplo, el oeste de América del Sur desde Guayaquil hasta prácticamente Puerto Montt podrían modificarse si cambiara la corriente fría. Ahora nosotros tenemos una corriente de Brasil que se va calentando. Esa corriente está trayendo medusas tóxicas que van a afectar nuestro patrimonio pesquero. O sea que, el pensar meramente en el hecho de una tormenta ¡es como querer tapar el sol con la mano!
—Claro. Es todo un conjunto de hechos. Usted dice en un trabajo: “Yo tengo proyecciones, modelos matemáticos serios, sobre el Polo Norte donde prácticamente en el verano ya no habrá hielo y donde en el 2100 o 2099 subsistirán zonas apenas heladas…”. ¿Es así?
—Absolutamente. Casualmente el calentamiento terrestre se hace más efectivo hacia la latitud de Salta. Paradójicamente hace unos veinte días hubo una conferencia aquí, en Argentina, demostrando que el agujero de ozono que existe no deja que la Antártida se funda tanto como se ha fundido el Artico. ¡Eso se llama investigación! Lo que pasa es que como no tiene el correlato de la propaganda (y yo a veces critico a los periodistas que hacen nada más que propaganda de hechos extremos) esto indica que no circulan estos datos y, en este caso, la asistencia argentina fue muy pobre. Vinieron expertos de Nueva Zelanda, de Australia, de Estados Unidos, de Inglaterra y de Bélgica y quedó claro que la Antártida no se enfría como el Polo Norte. El Artico no es un continente. Es hielo sobre el mar. La Antártida, en cambio, son más o menos, seis millones de kilómetros cuadrados de tierra de rocas y montañas. Sin embargo, se funden los hielos sobre el mar. ¿Por qué? Porque los mares se calientan y el famoso Mar Antártico está produciendo cambios con graves incidencias en la pesca.
—¿Por qué?
—Porque el krill (que es la base de la cadena autóctona del plancton) desaparece cuando el agua se calienta.
—En alguna oportunidad usted señaló que los fertilizantes y el matayuyos son importantes para que cualquier planta o producto vegetal crezca sin interferencias, pero son definitivamente dañinos para la salud.
—Es así. Nosotros trabajamos en la Sociedad Argentina del Medio Ambiente y hemos abierto la carrera de Ambiente y Salud en la Facultad de Medicina. También hemos publicado la información acerca del agroquímico (que ha sido indicado en el “Informe Brukland” como una de las diez plagas de contaminación del mundo) que está siendo usado en exceso y que, en Argentina, el Ministerio de Salud Pública ha publicado en un mapa señalando dónde se producen las muertes también por exceso de fumigación! El agua se contamina y se producen problemas asociados con este tipo de contaminación. Por eso insisto en que tratar el cambio climático como algo aislado, no es correcto. Hoy, el hecho social es grave y el ejemplo más típico lo tenemos en lugares donde, al desarrollarse las infraestructuras (por ejemplo, los terraplenes de los caminos) la gente queda encerrada en un dique seco que, cuando llueve, ¡hace que mueran ahogados! Es lo que pasó en Santa Fe en 2003. El gobierno uruguayo había suministrado los fondos para hacer una ruta marginal, pero a la vera de un club de golf que se cerró. Y allí se formó un lago que inundó y mató a muchas personas. Aún hoy sigue creando problemas.