El fue amigo, compinche, compañero de militancia y socio de Néstor Kirchner. El puso plata para todas las campañas del Frente para la Victoria. El jugaba de 5 en los partidos de papi fútbol que tanto le gustaban al único santacruceño que llegó a la Casa Rosada. El construyó el mausoleo que guarda los restos del ex presidente. El le pagaba a Máximo los alquileres de los hoteles de los Kirchner en Santa Cruz.
Sin embargo, Cristina, tres años después de la muerte de Néstor, borró su nombre del relato oficial sobre la última cena del 26 de octubre de 2010, en la casa familiar construida por él junto al hotel Los Sauces, en El Calafate, de esta forma: “Esa noche, que fue la última noche que estuvimos juntos, estábamos viendo televisión. Estábamos sentados como siempre, él en una punta del sillón y yo en otra, en El Calafate, y estaba ‘zappineando’. Aparece el gordo [Luis] D’Elía en un programa de esos de cable. Nos quedamos mirando y justo estaba la discusión de si la fórmula presidencial [en 2011] iba a ser Néstor o iba a ser yo, que si yo repetía o repetía Néstor. Entonces al gordo le preguntan: ‘¿Quién te gusta más, Néstor o Cristina?’. ‘No, para mí es lo mismo’, dice, salomónico. ‘No, pero decime quién te gusta más’. El periodista fue insistente: ‘Si tuvieras que elegir, Cristina o Néstor, ¿quién?’. El gordo dice: ‘Yo te voy a contestar lo que te diría Néstor. Néstor decía: Yo era un 4 en la facultad, Cristina era un 10’. Cuando el gordo dice eso, Néstor lo mira y entre dientes dice: ‘Gordo traidor’. (...)
Sin embargo, allegados al empresario K confirmaron a este autor que ese 26 de octubre de 2010 “Lázaro estuvo esa mañana con Kirchner y luego cenó con él hasta las dos o tres de la madrugada del 27, mientras Cristina estaba en otra habitación. Es cierto, la presidenta no se sentó a cenar con ellos”. A la madrugada, Lázaro se fue a su casa, que está a pocas cuadras, y a las diez de la mañana del 27 le avisaron que el ex presidente había muerto súbitamente de un paro cardíaco no traumático, a las ocho menos cuarto.
Néstor tenía sesenta años de edad. Báez quedó destrozado. No lo podía creer. Sintió que se le partía el alma. Cuando se repuso, hizo que avisaran a varios funcionarios y ex funcionarios K de la mala noticia, entre ellos, al ex jefe de Gabinete Alberto Fernández, quien tampoco lo podía creer. ¿Quién es, entonces, Lázaro Báez, a quien Cristina quiere suprimir de esa noche histórica, como intentó hacer Stalin con Trotsky y otros líderes de la Revolución Rusa de 1917, borrándolos de las fotos icónicas del movimiento bolchevique que creó la Unión Soviética? (…)
Las sorpresas del "botiquín" de De Vido en Santa Cruz. ¿Cómo habría funcionado ese esquema de cambio de contratos de obra pública por aportes en negro? Estela Kank, ex socia de Kank y Costilla
SA, empresa contratista de obras viales –que ahora controla a Báez–, denunció un, por lo menos, pintoresco sistema de pago de supuestas coimas de empresarios santacruceños a Julio De Vido, entonces ministro de Obras Públicas de Kirchner. Uno de los que participaron de ese sistema era Carlos
Kank, ex accionista de la constructora y primo de la denunciante. Estela contó que, para la fecha de los pagos de certificados de obra pública, su primo debía cumplir primero con la misma rutina: iba a ver a De Vido a su oficina en la Gobernación, lo saludaba cortésmente y en un momento de la entrevista debía pedir permiso para ir al baño. Una vez allí, en el botiquín, “dejaba un sobre blanco sin membrete, con un dinero en efectivo, equivalente al 5% del monto cobrado”.
La mujer recordó que había denunciado el hecho ante la Justicia de Comodoro Rivadavia. Además, Kank habló de “aprietes y presiones” de parte de Báez para que años más tarde se desprendieran de la constructora. Más tarde, la empresa Kank y Costilla pasó a ser controlada por el Grupo Báez. En causa judicial denunciada por Estela Kank, finalmente, todos los acusados por la empresaria terminaron absueltos por la Justicia local.
Así empezó a funcionar la troika Kirchner-De Vido-Báez en Santa Cruz. Pero, a nivel nacional, Lázaro Báez era un completo desconocido. Hasta que a fines de 2003, este autor reveló en Clarín un informe sobre los negocios con la obra pública en Santa Cruz redactado por la entonces diputada nacional por Tierra del Fuego de la Coalición Cívica, Fabiana Ríos, que puso al patagónico en el medio de la escena
política nacional. Ella se encargó de explicar cómo Kirchner había cartelizado la obra pública en la provincia alrededor de las empresas de Báez, primero como gobernador y luego como presidente, con la ayuda de De Vido. Por ejemplo, precisó que el Decreto Nacional Nº 3140/03 ratifica un convenio suscripto entre la Subsecretaría de Obras Públicas de la Nación y la firma Gotti, representada por Carlos Algorry, para la “construcción de un gimnasio polideportivo” luego de “ganar” una licitación. Pero “Algorry era socio de Báez en la empresa Diagonal Sur Comunicaciones SA”. Entonces, el negocio terminó en manos de Báez.
La diputada Ríos hizo luego un curioso giro político. En 2007, ganó las elecciones a gobernadora de Tierra del Fuego aliada al ARI de Carrió y con un discurso de lucha contra la corrupción y de austeridad. Pero meses después se alineó con el kirchnerismo. Pese a esa deserción de Ríos, Carrió lanzó en público una definición categórica: “Báez es Kirchner”. La frase, en aquel momento, en pleno apogeo del poder de los Kirchner, recibió una andanada de críticas y descalificaciones desde el gobierno, que fue amplificada por ciertos periodistas. Casi nadie la creía. (...) Cinco años después, en 2008, Carrió presentaría la megadenuncia penal por supuesta asociación ilícita contra Kirchner y Báez, entre otros, y ya no parecía tan loca. “Cargos provinciales al inicio, obras públicas millonarias después y, por último, millonarias licitaciones petroleras, catapultaron a Báez como uno de los empresarios más exitosos de los últimos cuatro años”, dice esa denuncia original presentada ante el juez federal Julián Ercolini. Así sintetizó la estrategia económica y política que le permitió a Báez pasar a ser el Jorge Antonio de Kirchner.
Báez negó reiteradamente ser el testaferro de Kirchner pero admitió haber sido un amigo entrañable del ex presidente y socio únicamente en la construcción de un edificio de departamentos en Río Gallegos. Pero su carrera es muy parecida a la de Jorge Antonio. (...) A diferencia de Antonio, Báez se metió en el negocio de la construcción. El 16 de mayo de 2003, constituyó Austral Construcciones SA, con un capital social de apenas doce mil pesos. Fue apenas nueve días antes de que Kirchner asumiera la presidencia de la Nación. Con Julio De Vido como ministro de Planificación Federal (ex Ministerio de Obras Públicas), Austral entró en las ligas mayores de las obras públicas, que antes se repartían las grandes constructoras nacionales como Techint o Roggio, y “ganó licitaciones por más de 3.500 millones de pesos”. Llama la atención el hecho de que, pese a ser ya un empresario privado, Báez figuraba como funcionario de la Secretaría General de la Gobernación santacruceña hasta 2007, según la base de datos de la Anses, lo que confirma esta intrínseca mezcla entre política y negocios en Santa Cruz. (...)
Kirchner y Baez, la primera sociedad en un fideicomiso. La relación con Néstor no sólo era de amistad y política sino que también eran socios comerciales de forma oficial en, por lo menos al principio, un contrato y la compra y venta de la ex casa de la familia presidencial en Río Gallegos. En el libro de actas de Austral Construcciones del 10 de junio de 2005 consta que el directorio de la empresa se
reunió para armar un fideicomiso por el cual la empresa “se constituye en inversor fideicomitente, a fin de llevar a cabo la construcción de diez unidades funcionales de propiedad horizontal, en el inmueble propiedad de Néstor Carlos Kirchner […], en un plazo de 12 meses a contar a partir del 1º de julio de 2005, estimándose que la inversión rondará los $ 700 mil, acordándose que la sociedad recibirá, al finalizar el mismo, cinco unidades funcionales” (véase facsímil en http://www.santoroinvestiga.com).
En 2008, Kirchner le asignó a ese PH un valor de 325 mil pesos en su declaración jurada de bienes. Además, Austral le alquiló luego los departamentos a Kirchner, llamativa operación que posteriormente se replicaría con los hoteles de la familia presidencial. El otro acuerdo comercial oficial es por la ex casa de los Kirchner en Río Gallegos. El famoso chalet de tejas celestes, ubicado en 25 de Mayo 196, pasó
de ser propiedad de la familia Gotti –socia de Báez en el Grupo Austral– a pertenecer a Kirchner en 2003. A fines de la presidencia de Néstor, la casa prácticamente no era usada por la familia porque era el punto permanente de concentración de protestas de sindicatos estatales en conflicto salarial contra la provincia, como los docentes, que querían visibilizar su reclamo. La gota que rebasó el vaso para Cristina fue cuando, en abril de 2007, un camión con acoplado, tras un espectacular raid por la ciudad, volcó frente a la casa y el gobierno presentó el hecho como un atentado fallido contra Kirchner. (...).
A esa hipótesis se sumó el entonces gobernador, Carlos Sancho, quien había reemplazado en 2006 a Sergio Acevedo, distanciado de los Kirchner por su intento de transparentar la SIDE, sus denuncias sobre corrupción y el manejo de los fondos de Santa Cruz en el exterior. Sancho adhirió con bemoles a la tesis de Aníbal, fue un “aparente atentado a la persona del primer mandatario nacional”, aunque el entonces presidente ni siquiera estaba en Río Gallegos. Antes de volcar frente a la casa de los Kirchner,
el camión había chocado a once autos, dejado a una mujer herida en estado delicado y a otras cinco personas con lesiones leves. Al ser indagado por la Justicia, Mansilla –chileno nacionalizado argentino– habría señalado: “Ustedes saben que hay dos bandos, y que a este nazi hay que eliminarlo ya”. En su lógica, el nazi sería Kirchner. (...)
Lo cierto es que el incidente preocupó a Cristina y, en 2008, Kirchner le vendió el chalet a Báez, quien lo adquirió por medio de su empresa Epelco SA. El matrimonio afirmó que por esa vivienda había percibido casi un millón de dólares en 2008. Se trata de la misma casa que cinco años antes había comprado en ciento ochenta mil dólares. Para colmo, habría sido escriturada en 2008 sólo por doscientos cinco mil dólares. Una matemática extraña.
Los Kirchner se mudaron a su nueva casa junto al hotel Los Sauces, en El Calafate, “el lugar en el mundo” de Cristina. (...)