DOMINGO
Límites físicos y mentales

Las demarcaciones entre los mundos

1-11-2020-Logo Perfil
. | CEDOC PERFIL

No lo olvides nunca: permitir una injusticia significa abrir el camino a todas las que siguen”. Este leitmotiv de Willy Brandt se convirtió en el mío. Con frecuencia me invitan a oír disertar sobre los derechos humanos, o los derechos universales, aun cuando estos no son más que tinta sobre papel, y en ocasiones me indigna el hecho de que esas hermosas palabras solo benefician, en última instancia, a los países pudientes del norte.

Sé muy bien que han inventado una bonita expresión cosmética para expresar el cinismo de los países del norte hacia los del sur: la realpolitik, expresión que solo se utiliza en alemán, su lengua de origen. ¡Hay que maquillar la fealdad! Realpolitik, vale, ser realista, tener los pies en la tierra, de acuerdo, pero ¿con qué objetivo? Si es para privar a seres humanos de alimentos, cuidados, educación, es decir, de sus derechos fundamentales, entonces sería preferible tener los pies en el aire y no en la tierra... Una tierra que es, como nos recordaba Saint-Exupéry, de todos los hombres y mujeres. De todos los seres humanos sin distinción.

El hecho de que hoy un virus apenas discernible en las borrosas lentes de los mejores microscopios electrónicos del mundo se esté mofando de nosotros nos genera desesperación, cólera y frustración, pero también pánico y gran desconcierto entre los “sapientes” de la epidemiología, visiblemente al límite de sus conocimientos. De facto, este maquiavélico parásito nos devuelve a una aterradora vulnerabilidad: la de la condición humana.

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Y, ante ella, ¿cómo no criticar esa vana obsesión de los más pudientes y privilegiados de erigir, en una reacción pueril y paranoica, muros y otros obstáculos de hormigón, así como las alambradas electrificadas, para protegerse? Entre los seres humanos, incluso ante esa clase de retos mortíferos, la construcción de líneas de demarcación sigue siendo la norma.

Pero estos límites no solo son físicos, también se yerguen en formatos virtuales o inmateriales, relacionados con esos espacios digitales inmensos, cuyo acceso está prohibido a los más desfavorecidos, que protegen herméticamente infinidad de palabras clave y códigos numéricos que se suman a lo largo de varios miles de kilómetros.

¿Cómo es posible, pienso a menudo, que a partir de este poder de comunicación exponencial hayan surgido tan pocos intercambios y apoyos tangibles entre los dos hemisferios terrestres de nuestro planeta azul?

Como embajador representante de mi país ante las Naciones Unidas, reconozco haber sido demasiado optimista al esperar que se produjera una rápida transformación de esos aspectos, en aras de la mayor equidad que nos prometen las instituciones internacionales. Por desgracia y a título de ejemplo, las estadísticas más evidentes indican de manera inequívoca que la Organización de Naciones Unidas (ONU) tiene un grave problema de diversidad, dado que los occidentales ocupan la mayor parte de los puestos de categoría superior: “Para bastantes personas en todo el mundo, durante mucho tiempo las Naciones Unidas se asociaron a las luchas por la igualdad de los derechos y la justicia racial, como consecuencia de su labor en la era de la descolonización, así como de su apoyo al movimiento estadounidense de los derechos civiles y a la lucha contra el apartheid en Sudáfrica. Pero en este año de manifestaciones globales en favor de la justicia racial, este organismo mundial cada vez es más criticado por no haber promovido la igualdad en sus propias filas, en especial en la selección y contratación de empleados de países en vías de desarrollo para los puestos más solicitados”.

No obstante, en la década de 1980, Willy Brandt, premio Nobel de la Paz de 1971, ya había calificado como “división norte-sur” la aparición, con el nombre de “línea Brandt”, de una demarcación imaginaria que separaba los países desarrollados del norte de los países en vías de desarrollo del sur. Y precisaba: “En efecto, resulta evidente que, desde hace unos cuantos años, circula más dinero del sur al norte que al revés. Esta situación es tan perversa como la que consistiría en hacer una transfusión de sangre de un enfermo a las venas de su médico”.

Como pensador crítico y riguroso, Brandt había observado también, con gran pertinencia, que las relaciones culturales norte-sur ya no eran tan radicalmente unidireccionales como en el pasado. La participación de creadores y artistas del Tercer Mundo en los festivales internacionales era ya algo habitual. Y con la inmigración de creadores del sur hacia el norte, París, Berlín o Nueva York se convirtieron más que nunca hasta entonces en ciudades cosmopolitas y pluriculturales, en el auténtico sentido de estas palabras.

Sin embargo, no debemos imaginar que en el Tercer Mundo la gente ha adoptado de forma repentina las modas culturales de los países del norte. Muy al contrario, en numerosos países en vías de desarrollo asistimos más bien a un redescubrimiento de las tradiciones y los valores autóctonos por parte de los intelectuales y artistas locales. Por consiguiente, me parece encomiable que la preservación de las culturas del Tercer Mundo no sea únicamente una parcela de la Unesco, sino que pueda ampliarse al conjunto de las comunidades artísticas del mundo.

Así pues, en el momento actual no hay nada que me incite a desesperar a mis semejantes, pues creo, como Antoine de Saint-Exupéry, que “la verdad de mañana se nutre del error de ayer”.

Mañana, en efecto, no importa dónde estemos, siempre es otro día. Un día bendecido en el que, como nuestro piloto francés, mortal extraviado entre dunas de arena y estrellas tras el accidente de su avioneta, consciente de la incomparable dulzura de respirar, a veces damos las gracias a Dios simplemente por estar vivos y luego nos atrevemos a alzar otra vez el vuelo para sobrevolar de nuevo el planeta azul de nuestros semejantes o para retomar la pluma para acometer un nuevo libro, con el objetivo de percibir la profundidad de nuestro apego a nuestra Tierra de hombres y el recogimiento que nos inspira.

* Viceprimer ministro de Qatar. Autor de La civilización oprimida. Alegato en defensa de una nueva era de confianza norte-sur, Planeta (fragmento).