DOMINGO
Norberto Bobbio y Giovanni Sartori

Métodos de investigación

1-11-2020-Logo Perfil
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Cualquier análisis de los escritos de Norberto Bobbio no solamente será arbitrario y discrecional, sino que se arriesga a dar sistematicidad a una obra intelectual muy intensa y fecunda, que el mismo Bobbio consideraba, y probablemente deseaba, tanto rica y articulada como ecléctica y variada, no vinculada a una única área de intereses. En sus inicios, muy significativos y nunca abandonados del todo, los estudios de Bobbio más estrictamente jurídicos han pasado, y quedado, en un segundo plano (aunque hace poco tiempo fueron analizados de modo óptimo por Losano, 2018). El mejor modo de presentar y organizar su enorme producción científica y de divulgación de alto nivel (aunque inevitablemente desactualizada, véase al respecto la bibliografía, compilada con meticulosidad por Carlo Violi, 1995) consiste, a mi parecer, en identificar tres grandes áreas: el papel de los intelectuales; la búsqueda de una teoría general de la política; las reflexiones sobre la democracia. Al interior de cada una de ellas, las profundizaciones de Bobbio, frecuentemente dirigidas, a veces ocasionales, han empujado el análisis hacia nuevas fronteras (...).

De modo sustancial, Bobbio se mantuvo siempre coherente con la perspectiva que delineaba en ese libro, casi complaciéndose de su propensión –pero también de su capacidad– de generar dudas, y de la reluctancia, incluso más, de la voluntad de no proporcionar certezas. El intelectual no puede decidirse sino “por los derechos de la duda contra las pretensiones del dogmatismo, por los deberes de la crítica contra las seducciones del apasionamiento, por el desarrollo de la razón contra el imperio de la fe ciega, por la veracidad de la ciencia contra los engaños de la propaganda”. Este hábito mental, con frecuencia oscilante entre un riguroso realismo y un severo pesimismo (incluso de la voluntad, como escribió en 1986 en la página 252 del volumen editado por Luigi Bonanate y Michelangelo Bovero, Per una teoria generale della politica), caracteriza casi toda la producción científica de Bobbio, en particular sus análisis sobre el comportamiento humano y el curso de la historia, donde el progreso moral resulta muy difícil de afianzarse (...).

La cientificidad de la ciencia política se apoya, según Giovanni Sartori, sobre dos patas: una conceptual, otra metodológica. Además, contra los determinismos de los más variados tipos –económicos, sociológicos, culturales (los caracteres nacionales)–, Sartori ha afirmado de modo firme e intransigente que “la política se explica con la política”, y por supuesto aplicó este precepto suyo en todos sus análisis de los fenómenos políticos: de la dictatura a la representación, de la ideología a la opinión pública. De modo incesante, Sartori ha subrayado que la definición y la formación de los conceptos son operaciones esenciales para proceder a cualquier investigación y a teorizaciones adecuadas.

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Aquello que ya era muy cierto hace cuarenta años se ha convertido todavía en más relevante en la época de las fake news y, por supuesto, de las conceptualizaciones fake que, por ejemplo, en el caso italiano han invadido alegremente el terreno de las leyes electorales. En cuanto al método,

Sartori ha sostenido con vigor que, en esencia, el único, en cualquier caso el mejor, del cual la ciencia política puede y debe hacer uso es el comparado, entendido como método de control de las hipótesis, de las generalizaciones, de las teorías. Su extenso y denso artículo “Concept Misformation in Comparative Politics”, publicado en diciembre de 1970 en la prestigiosa

American Political Science Review –uno de los artículos más citados de todos los tiempos–, hace caminar juntas las dos patas de la ciencia política (véase también Sartori 1971, no casualmente el artículo inaugural de la Rivista Italiana di Scienza Politica). En cuanto a la comparación, Sartori ha afirmado y escrito a menudo que “quien conoce únicamente un sistema político no conoce ni siquiera ese sistema político”, en cuanto no está efectivamente en grado de apreciar

las similitudes con otros ni, mucho menos, sus diferencias. El aislamiento analítico de un sistema político nunca puede ser espléndido. En el mejor de los casos es limitante; en el peor, es equivocado e inadecuado. El peor está debajo de nuestros ojos italianos. Sartori no ha sido un especialista sobre el sistema político italiano, y tampoco un experto de la política mexicana, como quiso hacer creer el organizador de una desafortunada conferencia de homenaje póstumo en noviembre de 2017 en la ciudad de México. Sin embargo, sus categorías analíticas, si se las utiliza sabiamente, han tenido y mantienen el mérito de iluminar los rasgos esenciales de la política italiana, por ejemplo la dinámica del sistema partidario (Sartori, 1982), los efectos de las leyes electorales, la representación política, así como sobre el recorrido de la transición democrática en México desde un sistema partidario hegemónico pragmático, en el que ambos adjetivos son esenciales, a un sistema multipartidario competitivo.

Respecto de las deplorables tendencias a la especialización en un único campo de tantos politólogos contemporáneos, cuya ambición –por otra parte, nunca satisfecha– parece ser la de lograr saber todo en áreas siempre más estrechas, Sartori ha sido en esencia un politólogo integral. No solo ha estudiado las dos temáticas, democracia y partidos, absolutamente más importantes en cualquier sistema político, sobre todo a partir de los democráticos, sino que además se ocupó de las leyes electorales y de la representación política, del Parlamento y de las formas de gobierno. Podría extender su afirmación recién citada hasta sostener que quien conoce una sola institución, un único fenómeno político, un único sector, no conoce con suficiencia ni siquiera esa específica institución, este particular fenómeno político o aquel peculiar sector. Me limitaré a decir, y no me importa si a muchos les zumban los oídos –al contrario, justo por este quizá noble objetivo–, que quien quiere reformar el Parlamento en una democracia parlamentaria tiene la obligación analítica y política de saber cómo funciona el gobierno, de conocer las relaciones Parlamento-gobierno y de ofrecer razonables previsiones sobre las más que probables transformaciones y subsiguientes interacciones. Cuanta más ciencia política se conoce, tanto mejor es la ciencia política que se logra hacer.

*Bobbio y Sartori. Comprender y cambiar la política, editorial Eudeba (fragmento).