DOMINGO
Médicos villeros

Voluntarios de ejércitos invisibles

11-10-2020-Perfil logo
. | CEDOC PERFIL

De repente un día algo cambió el mundo... y también la casa.

En los barrios populares de Argentina, organizados alrededor de la fe, un grupo de personas arriesgan su salud y la de sus familias en nombre de un proyecto, de una comunidad organizada.

Son enfermeros, médicas, abogadas, bomberos, laicos o religiosas. Son adictos en recuperación. Son voluntarios y voluntarias que hacen lo que nuestra gente necesita y no esperan nada a cambio. (…)

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Estamos en La Matanza, el municipio más grande de la Argentina. En su enorme territorio existen localidades y barrios de diferentes clases sociales.

Aquí, visitaremos las villas San Petersburgo y Puerta de Hierro. Entre estas villas se encuentra la Parroquia San José. Que será nuestro punto de llegada, pero principalmente será nuestro punto de partida…

La parroquia es la base del servicio médico y de la ambulancia con la cual el doctor Ricardo Paiva recorre las villas en medio de esta pandemia. Aquí el doctor y su hijo Nicolás comparten la vida, en este tiempo y en este espacio.

Ricardo Paiva fue abanderado en los niveles de educación primaria y secundaria, y fue también el mejor promedio universitario de su generación, habiéndose criado en una villa. La educación pública fue la que le posibilitó el acceso al estudio y el conocimiento.

Es médico especialista en medicina interna, a su vez cursó posgrados de siete especializaciones más, fue director del hospital de Gualeguaychú, senador provincial y es padre de cuatro hijos, todos profesionales.

Su llegada parece haber sido en el momento exacto en que comenzó esta pandemia.

Ahora, además de ocuparse de ingresar en zonas de difícil acceso para llevar medicina a quienes  más lo necesitan, se ocupa de acercar al hospital a los vecinos y vecinas con síntomas y en estado grave por covid-19.

El doctor Ricardo Paiva lleva adelante su tarea con solidaridad, trabajando en el cuidado de la gente, es por ello que es el “médico de la villa”. El médico de la villa o el médico villero, así le gusta que lo llamen, nos contará parte de su vida. (…)

DR. PAIVA: Anoche tuvimos un suceso importante que es… la muerte uno de los enigmas de la vida, y queremos que la muerte se vaya tranquila y reafirmar la vida, queremos que los abuelos se vayan con afecto, con amor, despidiéndose de esta vida, han transcurrido la vida, muchos han sufrido, muchos abuelos llegan lesionados, llegan mal… pero se van con afecto, se van con un cuidado… con los cuidados paliativos que significan acompañar los últimos momentos de su vida.

(En el polideportivo transformado en hospedaje para aislamiento)

HOMBRE: Este era un polideportivo, todavía nosotros lo tenemos clausurado, pero está todo impecable por si la pandemia avanza. 

(Llegan a la ambulancia)

HOMBRE 1: ¿Qué tal? Buen día.

DR. PAIVA (lo saluda): Vos no tenés que hacer caso tanto a los chicos… vos tenés que pelear por tu salud, querido, yo hace tres días que les digo que tienen que resolver el tema tuyo. ¿Me entendés? Si vos no peleás por tu salud no va a pelear nadie, ¿sabes?

HOMBRE 1: (le dicta el DNI).

Dr. Paiva anotando en la ambulancia y el hombre 1.

DR. PAIVA: Tomate una cada ocho horas.

HOMBRE 1: (Asiente).

DR. PAIVA: Yo vine acá por 15 días a traer a mi hijo, yo tengo muchos años de consumo. Soy médico, soy villero primero antes que médico, porque soy un chico de la villa, siempre viví en una villa… Y gracias al conocimiento avancé socialmente ¿no? El conocimiento está por sobre todas las cosas, entonces… yo soy una persona que lee mucho, dentro de mis virtudes hay mucha lectura, dentro de mis defectos hay muchos vicios, ¿no?

DR. PAIVA: Estamos yendo a un hogar, Madre Teresa, en esta casa hay dos pacientes para llevar.

PACIENTE: No tengo gusto ni olfato.

DR. PAIVA: No tenés gusto ni olfato, eso se llama anomia y disgeusia es sin gusto, las dos cosas tienen el signo más importante, quizás el más significativo de todos.

PACIENTE: A mí me dolían los huesos, estaba en cama, no me podía levantar, me cortó el apetito… no podía comer. Tengo miedo de estar lejos de mis hijas.

(El doctor abre la puerta de la ambulancia a los pacientes).

DR. PAIVA: Bueno, vení por acá, le tenés que decir lo que tienen, síndrome respiratorio mínimo, que tenés fiebre, sin gusto… con el número ya está y me avisan cualquier cosa, ahí está un chico que las va a llevar. (Paiva mira el teléfono celular).

DR. PAIVA: Todo lo rojo es positivo, los verdes son los únicos negativos y los otros en curso así que te imaginas.... (Casi todo el listado está en rojo) (…)

Cuando el saber se pone a favor de la vida, ¿qué nos enseña? Muchas veces se refirió a la pandemia como una guerra que hay que pasar, y los que están en el campo de batalla en el territorio, en este caso en la villa, la van atravesando día a día.

Estos voluntarios de ejércitos invisibles ponen en común sus conocimientos, y salen con las poderosas armas de la solidaridad, la esperanza y el sentido de una comunidad que no discrimina.

Aquí y en este tiempo nadie se salva solo.

Debemos transformarnos en verdaderos militantes sociales, donde la sabiduría que da el conocimiento ayude a cuidar la salud y la vida de nuestra gente.

Esto nos hará seres esenciales”. (…)

La pandemia dejó al descubierto la solidaridad de los barrios y su gente.

La vacuna que se está aplicando traerá una nueva normalidad a nuestras vidas, que esta nueva normalidad quite las vendas de aquellos que no veían el amor y el cuidado que se tiene en las villas por la gente. (…)

*Autor de Ser esencial, editorial Santa María (fragmento).