Casi tres cuartas partes de nuestro cuerpo son agua, y la misma proporción se repite en el planeta: el agua cubre un 70% de la superficie del mundo, pero solo un 3% es dulce y apta para consumo; el 97% restante es agua salada. Del 3% mencionado, alrededor de un 2% se encuentra en glaciares y napas subterráneas muy profundas y de difícil acceso. Por tanto, se concluye que solo contamos con el 1% para abastecer a los más de 7.700 millones de habitantes del mundo. Con estas cifras queda clarísimo que no se trata de un recurso ni tan abundante ni tan renovable, que es más que importante cuidar.
La incesante urbanización, prácticas poco sustentables en la agricultura y la ganadería, la minería, la deforestación y la contaminación continua, son algunas de las causas que ponen a este escaso recurso en grave peligro.
Actualmente, alrededor de 1.100 millones de personas no cuentan con agua limpia y potable, mientras que, paradójicamente, el consumo más elevado de agua se encuentra en los países más desarrollados y con menor densidad poblacional. En este contexto, Naciones Unidas prevé que en 2050 más de la mitad de la población sufrirá la escasez de este recurso.
Ahora bien, es sabido que esta grave problemática se da a escala global; sin embargo, desde nuestros hogares, podemos realizar pequeños cambios que contribuyan a preservar un recurso tan valioso como el agua. Compartimos algunas recomendaciones:
- Cepillarse los dientes con el grifo abierto implica derrochar alrededor de 12 litros de agua. Usar un vaso para enjuagarnos y cerrar el grifo mientras nos cepillamos son buenas alternativas para optimizar el consumo de agua.
- Darse baños de inmersión seguramente sea placentero, pero para llenar una bañera se utilizan entre 150 y 250 litros de agua. En cambio, en una ducha corta de 5 o 10 minutos, usamos entre 50 y 100 litros. Por tanto, realizar duchas más cortas evita el uso innecesario del agua, sobre todo si en la vivienda convive más de una persona.
- Un lavarropas de 7kg de carga gasta entre 42 y 62 litros por lavado. Evitá hacer ciclos con pocas prendas y optimizá al máximo su capacidad. Si tenés la opción, también sirve usar el modo ecológico.
- Si lavamos los platos y dejamos correr el agua mientras tanto, podemos llegar a gastar hasta 100 litros de agua. Enjabonarlos previamente y abrir el grifo para enjuagarlos puede ser otra buena alternativa para ahorrar unos cuántos litros. Si contamos con lavavajillas, se recomienda usarlo solo cuando lo llenemos del todo. Para lavar pocas cosas, es preferible optar por hacerlo a mano.
- Sobre las canillas, es recomendable utilizar las monocomando porque pierden menos agua al momento de regular la temperatura. También se pueden colocar boquillas aireadoras dentro de los grifos: incorporan burbujas que permiten utilizar menos cantidad de agua en cada oportunidad.
- Cuando lavemos el patio, la vereda o incluso el auto, evitar el uso de la manguera. Podemos utilizar un balde para evitar derroches y aplicar el mismo hábito a la hora de regar las plantas. En mangueras se recomienda incorporar un pico regador para tener un mayor control del agua que vayamos a utilizar.
- Revisar periódicamente canillas y grifería para evitar pérdidas innecesarias.
- Elegir productos que tengan una menor huella hídrica (volumen total de agua que se usa directa o indirectamente en su elaboración).
Estas son solo algunas de las muchas acciones que se pueden poner en práctica en nuestro día a día. Y convertirlas en hábitos puede contribuir a que las generaciones presentes y futuras cuenten con acceso a este recurso, en tanto sean también acompañadas de políticas públicas que tiendan a preservarla y apuesten por un modelo de desarrollo más justo y sostenible.
