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¿Por qué es importante la sanción de una Ley de Gestión Menstrual Sostenible?

En el Congreso, hoy existen 16 proyectos de ley sobre gestión menstrual. Sin embargo, sólo tres incluyen la perspectiva ambiental.

Menstruacion
Copita vs. tampón. Cada vez se toma más consciencia de utilizar métodos de gestión menstrual más amigables con el planeta. | CEDOC

En los dos últimos años, se han presentado numerosos proyectos de ley que abordan la Gestión Menstrual tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado Argentino. Simultáneamente, desde el Poder Ejecutivo, se han creado e implementado decenas de programas de gestión menstrual en distintos municipios y provincias.

En su mayoría, estas iniciativas estatales hacen foco en la distribución gratuita de productos de gestión menstrual para garantizar la accesibilidad a los mismos con la finalidad de reducir la inequidad de género que provoca el gasto obligatorio en el que incurren todos los meses las personas que menstrúan. Sin embargo, solo tres de los proyectos con actual estado parlamentario contemplan aspectos vinculados a la salud y el ambiente, lo que resulta llamativo si se toma en consideración que el uso de productos descartables, como toallitas y tampones, afectan la salud vaginal, son utilizados por muy poco tiempo y luego retornan a la tierra en forma de residuos que tardan miles de años en degradarse.

En nuestro país la brecha salarial es muy marcada y, en líneas generales, las mujeres sufren mayores niveles de desempleo y precarización laboral. Frente a esta situación, la discusión sobre el factor socioeconómico en la gestión menstrual toma especial relevancia. Además, el Impuesto al Valor Agregado (IVA) del 21% - uno de los más altos de este tipo en América Latina y el Caribe- actualmente se aplica a todos los productos no catalogados como de primera necesidad, entre los cuales se incluyen los de gestión menstrual.

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Sabemos que menstruar no genera per se desigualdad social, pero sí las condiciones en que cada cuerpo atraviesa por esa experiencia, por lo que se podría afirmar que la menstruación tiene un impacto económico y social en la vida de las mujeres y las personas que menstrúan. No obstante, la gestión menstrual no puede abordarse como un tema exclusivamente económico: se encuentra profundamente atravesada por la educación sexual, la salud de las personas menstruantes y el cuidado socioambiental. Menstruar depende de cómo se lo haga, en torno a qué prácticas, con qué información a disposición, en qué contextos y con qué productos.

Una cuestión de salud socioambiental

Actualmente existe una gran falta de información sobre la composición de los productos descartables de gestión menstrual. Las toallas y tampones descartables cuentan con sustancias químicas que pueden generar reacciones alérgicas al contacto con la piel, modificar el PH vaginal y producir alteraciones crónicas en el flujo, entre otras sintomatologías más severas. Un ejemplo de sustancias químicas nocivas son las dioxinas resultantes del proceso de blanqueamiento del algodón de los tampones, que suele utilizar cloro.

Lamentablemente, hoy no contamos con información suficiente sobre el impacto de la exposición a los químicos presentes en estos productos, lo que no nos permite tomar decisiones informadas sobre nuestra salud menstrual.

Hay otro factor determinante que también tenemos que tener en cuenta: los productos descartables de higiene femenina se transforman en miles de toneladas de residuos que tardan entre 500 y 800 años en degradarse. En Argentina, según la Campaña - MenstruAcción, se generan anualmente 13.200 toneladas de residuos de gestión menstrual.  Se estima que durante su vida fértil una persona menstruante utiliza en promedio entre 12.600 y 14.400 tampones y toallas descartables, a partir de datos de La Copa Menstrual, una alternativa de higiene Femenina.

Y, como si fuera poco, para la producción de estos descartables se consumen recursos naturales no renovables: gas, petróleo, plantas de algodón y árboles. Se trata entonces de un círculo vicioso de contaminación uterina y ambiental: es claro que los efectos en la salud socioambiental son alarmantes y que en el estado de crisis climática y ecológica en el que estamos, podemos y debemos repensar estos modos de producción y consumo para la gestión menstrual. Por eso, es fundamental traer al debate un tema que aún no ocupa el lugar que merece en la agenda legislativa: la sanción de una Ley de Gestión Menstrual Sostenible.

Situación en el Congreso

Según el último documento de Eco House Global, elaborado en conjunto con la Red de Circuladorxs, actualmente existen 16 proyectos de ley sobre gestión menstrual. A modo de resumen, podríamos resaltar que la mayor parte de estos proyectos se centran en dos cuestiones: por un lado, la eliminación del IVA, lo que disminuye el precio de los productos de gestión menstrual; y, por otro, la provisión gratuita de productos de gestión menstrual.

Si bien la relación entre las problemáticas de género y la cuestión socioambiental resulta cada vez más evidente, cabe destacar que solo tres de estos proyectos hacen referencia explícita a la gestión menstrual sostenible, a su promoción y comercialización, resaltando la importancia de identificar cuáles son los productos más respetuosos con la salud y el ambiente.

La discusión por una Ley de Gestión Menstrual Sostenible muestra claramente la interseccionalidad entre la perspectiva de género, los temas económicos y de salud pública, la educación y las problemáticas socioambientales.

En Argentina, la ausencia de políticas públicas y legislaciones en torno a la gestión menstrual, así como también el hecho de que aún hoy siga siendo un tema tabú en muchos ámbitos, perpetúa las desigualdades y los efectos negativos sobre los cuerpos con útero y sobre el planeta. Necesitamos políticas públicas que reconozcan la necesidad de actuar ante la crisis de cuidados, y la crisis climática y ecológica que estamos viviendo. En ese sentido, la gestión menstrual puede ser la excusa perfecta para unir las demandas de los feminismos y los ambientalismos, en pos del desarrollo sostenible de nuestro país.

*Florencia Carbajal, Coordinadora del programa de Eco Feminismo en Eco House Global.

 

AG/FL