Este miércoles 30 de junio, la legislatura de Tierra del Fuego aprobó por unanimidad el proyecto de ley que prohíbe en la provincia la salmonicultura -es decir, la siembra y cosecha intensiva de salmones bajo condiciones controladas para fines comerciales- con el fin de preservar el ambiente y la economía local.
Con este tipo de producción, se engorda a los salmones en “jaulas flotantes”, ubicadas normalmente en bahías y fiordos a lo largo de las costas, mediante una técnica que se originó en Noruega a finales del año 1960.
La cría intensiva de salmones en jaulas solamente es posible en un determinado tipo de ecosistema (frágil, prístino, de aguas frías y sumamente ricas en biodiversidad) lo cual generó en los últimos años una presión extrema en los lugares donde su desarrollo es viable.
En nuestro país, el único lugar apto para este tipo de emprendimientos son las aguas del Canal Beagle, en Tierra del Fuego. Estas aguas, además de concentrar el 50% de los bosques de macroalgas que existen en el país, son uno de los grandes sumideros de carbono del planeta y de biodiversidad.
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El reclamo que buscaba evitar que se instalen en el país las salmoneras surge a raíz de un convenio que se firmó en marzo de 2018 entre el Gobierno nacional, el de Tierra del Fuego y Noruega para impulsar la acuicultura en provincia más austral de la Argentina. Desde ese momento, representantes de distintas ONG's comenzaron con una campaña para que esto no suceda.
"Es tanto el impacto y el efecto negativo que tiene este tipo de producción que, para países como Noruega, resulta más viable buscar nuevas fronteras", sostuvieron en un comunicado emitido a en ese entonces.
En ese contexto, el proyecto de instalar la salmonicultura intensiva ponía en peligro también a uno de los grandes atractivos de Ushuaia: la centolla. Se trata de un crustáceo gigante que vive en el fondo marino de Tierra del Fuego, que sería víctima de la contaminación causada por los desechos que generaría la cría masiva de salmones.
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Qué efectos tienen en el ecosistema local
Según señala Greenpeace, “no existe la salmonicultura sustentable” ya que se trata de una industria dañina, que representa además un riesgo para las actividades tradicionales de pesca y recolección que desarrollan comunidades y pueblos indígenas ancestrales.
“Cada vez nos impacta más la recurrente seguidilla de desastres ambientales provocados por esta actividad: derrames, hundimientos, escapes de salmones, mortalidades masivas y proliferación de zonas muertas (anoxia), son algunos ejemplos. Todo esto ha puesto en peligro desde hace años a los ecosistemas marinos de las regiones de Los Lagos, Aysén y Magallanes”, aseguran desde el sitio oficial de la organización.
- Entre los factores que generan un impacto ambiental, detallan que esta actividad:
- Contamina las aguas por la constante incorporación de nutrientes.
- El elevado uso de antibióticos (incluso 6.000% más que lo utilizado en países europeos) puede originar serias perturbaciones en todo el ecosistema, incluso afectar a cetáceos como los delfines.
- Favorece las condiciones ideales para el desarrollo de marea roja.
- Afecta la biodiversidad local y la pesca artesanal (se estima que para producir 1 kilo de alimento de salmones se necesitan 3 kilos de otros peces).
- Excede la capacidad de carga del ecosistema (hay un máximo número de individuos que cada especie puede sostener sin disminuir los recursos naturales) lo cual genera crisis como la anemia infecciosa del salmón (ISA) o masivas mortandades.
- La utilización de químicos para tratar el piojo del salmón y el uso de colorantes.
- Devasta los fondos marinos (la contaminación incluye desde antibióticos y alimentos, hasta fecas, redes, fierros y restos de plásticos).
- Los escapes de salmones amenazan la biodiversidad nativa.
- La interacción con otras especies (por ejemplo, lobos marinos) que están alrededor de las jaulas provoca incluso su muerte.
- Contamina los ecosistemas de ríos y lagos de la zona sur y austral donde se crían los salmones juveniles (salmones en su etapa de ¨larva¨) que luego son transportados hacia áreas marinas.
Desde el Canal Beagle, Francis Mallmann rechazó la instalación de salmoneras en la Argentina
El rechazo de los cocineros a la salmonicultura
Los gastronómicos demostraron su rechazo a la industria, y se manifestaron en contra de la instalación de las salmoneras. Francis Mallmann, chef referente y militante de la causa, sostuvo: “Haber estado embarcado en el canal del Beagle con los descendientes de nativos que durante miles de años cosecharon frutos de este lugar prístino, y poder mantenerlo como está, suma respeto por nuestras tradiciones y un planeta más sano”.
"En los últimos 30 años hemos cocinado miles de salmones pero hace un tiempo comenzamos a escuchar algunos problemas que hubo en Chile con el tema de los antibióticos que le dan al salmón en los cultivos, y hace tres meses decidimos dejar de servirlo en todos nuestros restaurantes de Argentina y del mundo. Creo que nunca es tarde para hacer cambios y empezar de nuevo", dijo Mallmann en 2019.
El futuro del salmón peligra por el cambio climático
Tanto Mallman como la reconocida chef Narda Lepes -entre otros- apoyaron la causa y retiraron el salmón de sus restaurantes, en un gesto de respeto a la biodiversidad local. “Tenemos el diario del lunes, teniendo un lugar tan valioso para nosotros, ¿se lo vamos a dar a una industria que está en decadencia en el mundo? No, tenemos la posibilidad del pescado argentino, de nuestro mar, de pesca sustentable y de defender la industria pesquera nacional”, dijo Narda Lepes al defender la causa.
ag / ds