El fuego fuera de control arrasa todo a su paso. Los incendios forestales, que vienen sucediendo cada vez con mayor frecuencia e intensidad, dan cuenta de su poderosa fuerza y la facilidad para avanzar sobre lo que haya por delante. En los últimos años vimos arder el Amazonas, Australia, la Patagonia, la región chaqueña, Corrientes y tantos otros ecosistemas alrededor del mundo y en nuestro país... Pero ¿cuántos más vamos a lamentar?
Según un reciente informe de la ONU, para el 2050 los incendios forestales se incrementarán en un 30% debido a la crisis climática y a la intensificación del cambio de uso del suelo, lo que nos obliga a tomar decisiones ahora, que prevengan futuros desastres.
Algunas mejoras
En los últimos días, el Gobierno Nacional hizo varios anuncios sobre las acciones que se llevarán a cabo para hacer frente a la catástrofe de los incendios en nuestro país. Habrá un aumento presupuestario para el Servicio Nacional de Manejo del Fuego (SNMF), se incrementarán los fondos para la Ley 26.331 de Bosques Nativos y se creará el Plan Federal de Restauración de Bosques Nativos Argentinos Incendiados.
Desde Fundación Vida Silvestre Argentina celebramos estas decisiones, ya que están alineadas con cuestiones que venimos alertando desde hace tiempo y pedidos que reiteramos año tras año a las autoridades de turno: destinar mayores recursos para fortalecer las legislaciones ambientales vigentes, fortalecer los sistemas de prevención, control y fiscalización, avanzar en nuevas legislaciones que contribuyan a la conservación de los ambientes naturales, e impulsar la restauración de los ecosistemas afectados para recuperar la biodiversidad y los servicios ambientales perdidos.
La importancia de sostener medidas en el tiempo
Sin embargo, estas medidas deberían sostenerse en el tiempo y ser prioritarias en la planificación a largo plazo y las partidas presupuestarias del gobierno nacional y los provinciales, para anticiparse a este tipo de catástrofes y evitar desastres ambientales, con sus consecuencias sociales y económicas. Es imperioso que los recursos recientemente anunciados se implementen eficientemente con un foco principal en la prevención de los próximos incendios rurales y forestales.
La Ley de Bosques es la muestra concreta de una fuerte legislación con una débil implementación. Sancionada en 2007 y habiendo marcado un hito en materia ambiental, en todos estos años su cumplimiento fue parcial y nunca contó con el total del presupuesto que debería asignarse, tanto para el control, monitoreo y vigilancia, como para estimular el uso sustentable y la restauración. La correcta implementación de esta ley, además de lograr una efectiva protección de los bosques nativos de nuestro país, contribuiría a prevenir los incendios forestales, restaurar las zonas quemadas y su biodiversidad, así como brindar ayuda a las personas damnificadas.
Leyes pendientes
Esta situación pone nuevamente de manifiesto la necesidad de avanzar en las legislaciones pendientes, que cobran gran relevancia en un contexto como el que estamos atravesando. La Argentina adeuda dos leyes prioritarias en materia ambiental: una Ley integral de Ordenamiento Ambiental del Territorio (OAT) y una Ley de Presupuestos Mínimos de Humedales.
La Ley de Ordenamiento Ambiental del Territorio debería establecer incentivos y restricciones para orientar el uso del suelo en todo el país, promoviendo el desarrollo de las actividades productivas más apropiadas para cada ambiente, bajo las mejores prácticas disponibles, con el fin de promover un verdadero progreso que no genere efectos negativos a nivel social o ambiental. Por otro lado, con una Ley de Humedales sería posible planificar el uso de estos ecosistemas y establecer un marco general, con lineamientos y herramientas, que permita ordenar y gestionar las diferentes actividades productivas en armonía con la conservación, e impulsar la restauración y la recuperación de su biodiversidad.
La prioridad, la restauración
Por último -pero no menos importante- además de la conservación de la naturaleza, la prioridad debe ser la restauración. No es suficiente conservar lo que queda: es necesario frenar la conversión y destrucción de los ecosistemas naturales y trabajar activamente desde todos los sectores para lograr recuperar y regenerar lo perdido. Estamos en la Década de la Restauración y se ha planteado la misión global de recuperar los ecosistemas saludables que permitan mejorar los medios de vida de las personas, contrarrestar el cambio climático y detener el colapso de la biodiversidad.
Todavía estamos a tiempo. Existen posibilidades de satisfacer las necesidades económicas y las expectativas razonables de crecimiento y, a la vez, garantizar que nuestros recursos naturales estén disponibles para la sociedad actual y para las generaciones futuras, con un adecuado manejo de los ecosistemas e implementando las normativas existentes para que esto suceda.
El fuego se llevó todo a su paso: biodiversidad, ecosistemas, hogares, servicios ambientales esenciales, recursos naturales y económicos. Pero también nos dejó nuevos interrogantes, desafíos y prioridades, que requieren de visión a largo plazo, planificación y trabajo colaborativo, de forma urgente. Es la única manera de que este escenario deje de repetirse.
* Manuel Jaramillo es el director general de Fundación Vida Silvestre Argentina