Anne Krueger era la número dos del Fondo Monetario Internacional en 2001 y representaba el “ala dura” del organismo a la hora de prestarle plata a la Argentina. Hoy tiene 84 años y responde desde su lugar de investigadora de economía internacional en la universidad John Hopkins de Estados Unidos.
Antes de Christine Lagarde, fue la primera mujer en ocupar el lugar de directora gerente del FMI tras la renuncia de Horst Köhler. “No seguí a la Argentina y no hice los números”, aclara ahora, pero responde sobre la noticia de que el gobierno de Mauricio Macri pide un nuevo acuerdo stand by con el Fondo.
“Parece claro que la Argentina se estaba encaminando a una crisis y que los fundamentals detrás eran mejores que eso”, sostiene en línea con la visión de otros jugadores del mercado, como el JP Morgan, que hizo una evaluación similar sobre la macro y los indicadores financieros, como el nivel de deuda sobre PBI o las reservas del Banco Central.
“Recurrir al FMI puede ayudar de varias formas: brindará suficiente liquidez para reasegurar a los acreedores (y así frenar la corrida) y también permitirá al FMI que aconseje en las políticas apropiadas para mejorar las perspectivas económicas”, evaluó Krueger. Los “consejos” son las famosas condicionalidades que vienen asociadas a una línea de crédito. El desembolso está sujeto a que se cumpla un programa fiscal y financiero.
La última negociación que tuvo con la Argentina fue en 2003, durante el gobierno de Eduardo Duhalde, que terminó bajo el mandato de Néstor Kirchner, antes del pago total de la deuda con el organismo en diciembre de 2005.
“Eso también aumentará la confianza de los inversores, en la Argentina y en el exterior. Está claro que el gobierno de (Mauricio) Macri hizo mucho para revertir políticas que estaban retrasando el crecimiento. Pero al moverse lentamente, puede haber demorado la puesta en marcha de un crecimiento lo suficientemente rápido”, agregó la ex funcionaria del Fondo que también fue economista jefa del Banco Mundial en los 80.
“La ayuda del FMI puede contribuir a superar ambos problemas”, indicó ante la consulta de PERFIL la ex representante del organismo que durante el litigio con los fondos buitre en 2013 sorprendió con la presentación de un amicus curiae (una presentación de apoyo) a favor de la Argentina. Krueger evitó responder si se produjeron cambios en el Fondo Monetario Internacional entre su gestión y la actual.
Déjà vu. “En 2000 el problema era sobre todo fiscal”, dijo Krueger al canal C5N en 2016 y consideró que el Fondo no tuvo responsabilidad en la crisis de salida de los 90. “El ajuste tendría que haber sido más fuerte y antes”, agregó en retrospectiva. Durante las negociaciones después de la entrada en default en 2001, la premisa de Krueger fue que el país tenía que poner primero la casa en orden, las cuentas fiscales, los pagos con los organismos internacionales, para después negociar un acuerdo con el Fondo.
En esa entrevista del periodista Alejandro Bercovich, Krueger reconoció la regla básica de la relación con el organismo: “Ningún país tiene que seguir las recomendaciones del FMI, a menos que el FMI le preste plata”.