No existe en Argentina un impuesto asignado específicamente al financiamiento de las universidades. Por lo tanto, el presupuesto destinado a estas instituciones se nutre de tributos como el IVA, que paga cualquier persona –incluso aquellos que pasan unos pocos días en el país como turistas–.
Después de la masiva marcha en favor de la educación pública del miércoles, y tras el veto presidencial a la ley de Financiamiento Universitario votada por el Congreso, el Gobierno buscaría retomar a través de un nuevo proyecto uno de los puntos que quedaron afuera de la aprobación de la ley Bases. Se trata del que habilitaba a las universidades el cobro de un arancel para los estudiantes que no cuenten con residencia permanente en el país.
Si finalmente se decide volver a la idea original, tal como estaba plasmada en el artículo 392 de la ley Bases, los estudios de grado en las instituciones de educación superior de gestión estatal seguirán siendo gratuitos para todo ciudadano argentino nativo o por opción, “y para todo extranjero que cuente con residencia permanente en el país”. Para quienes no cumplieran con estos requisitos, la norma dejaba abierta la posibilidad del cobro de un arancel.
Las universidades se nutren de tributos del estilo del IVA, que pagan incluso turistas
Según el último informe de la Secretaría de Educación, para 2022 se registraron un total de 122.769 estudiantes extranjeros en las universidades argentinas. De esos, 104.998 cursaban estudios de pregrado o grado, y 17.771 un posgrado: esto representa un 4,1% del total de los estudiantes en las carreras de grado y un 9,9% en los estudios de posgrado, que son pagos.
La iniciativa del Gobierno ya tuvo un impacto en el discurso que pone a las personas migrantes como las culpables del mal funcionamiento de los servicios públicos, pero tendría un resultado financiero casi nulo en la práctica: de esas 122 mil personas, 42.935 estudian en universidades privadas o cursan un posgrado, por lo que el número original se reduce a poco más de 79 mil estudiantes. De esos, solo afectaría a quienes no tienen residencia permanente.
Uno de los primeros en salir a defender el proyecto en el que estaría trabajando el Gobierno, y que no se conoce aún, fue Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados, quien expresó que le parece una idea razonable, porque “quienes vienen de otras partes a estudiar no han pagado un impuesto durante toda su vida”.
Lo cierto es que para tramitar una residencia permanente en el país se debe cumplir con alguno de los siguientes requisitos: ser familiar de nacional argentino o de nacional extranjero que cuenta con residencia permanente, o contar con una residencia temporaria de dos años en el caso de los nacionales del Mercosur y de tres años en el caso de ser de alguno de los países que no forman parte del bloque. Por lo tanto, y a menos que una persona tenga un familiar argentino, deberá esperar un plazo mínimo de dos años para solicitar una residencia permanente: un plazo en el que, como cualquier ciudadano, paga los impuestos. Por otro lado, los trámites para iniciar estos papeles aumentaron un 1500% en julio.
“La universidad se financia con todos los impuestos que recauda el Estado. No es que hay impuestos con afectación específica”, explicó Juan Manuel Álvarez Echagüe, profesor de Finanzas Públicas y Derecho Tributario de la Facultad de Derecho de la UBA. “Inclusive si es un extranjero residente que tiene actividad económica en Argentina, también puede pagar impuestos a las ganancias o puede tener un monotributo”, agregó. “No es que hay un impuesto que financia la universidad. El conjunto de los recursos del Estado financia el conjunto de los gastos del Estado. Entre esos gastos del Estado están las universidades.”, agregó el especialista.
Por lo tanto, “cualquier persona, aunque pase un día por acá, paga IVA. Y, sin dudas, está financiando los gastos generales del Estado, como las universidades, por lo que es un debate absolutamente ridículo”, sintetizó.
Solo el 4,1% de los alumnos son extranjeros en las universidades argentinas
Residentes permanentes y temporarios, que tienen acceso a un DNI y por tanto a las universidades públicas, aportan a los recursos que se derivan a las universidades. Pero también aquellos que no tienen DNI y no pueden acceder a la educación de grado o posgrado.
“Como se trata de recursos que provienen de impuestos como el IVA –el 89% del IVA engrosa al Tesoro Nacional dentro de la distribución primaria– entonces el solo hecho de consumir en la Argentina lleva a generar recursos nacionales”, detalló a este medio Hernán Herrera, licenciado en Ciencia Política especializado en política económica y docente de Flacso y la UBA.
“La inversión en educación habla del futuro que queremos. Y esto se dirime políticamente. La nominalidad de los precios ha inclinado nuevamente la balanza hacia decisiones políticas regresivas. Esto no ayuda a pensar un país inclusivo. Ni de la población extranjera ni de los nativos nacidos en el país”, opinó.
Arancelar las universidades para un universo tan pequeño de personas no solucionaría el problema de fondo: “Entre enero y septiembre del 2024 el gobierno nacional les transfirió a las universidades un 32% menos de recursos que en el mismo período de 2023”, agregó Herrera. “La situación resulta aún más crítica cuando se analiza lo que sucede con los gastos de capital: las transferencias cayeron un 99%, y hay un solo mes este año con una erogación pequeña (septiembre)”, concluyó.
“Es imposible vivir en la Argentina y no pagar impuestos. Por lo pronto, si consumís cualquier alimento o bebida y muchas otras cosas, pagás IVA. No hay ninguna cadena de producción y consumo que pueda evitar 100% el pagar algo de IVA”, explicó el economista y tributarista Juan Valerdi. “Directa o indirectamente, todo el mundo paga impuestos, salvo que consuma cero, cosa que no es posible”, afirmó.
Por otro lado, agregó, “asimilar el que los argentinos pagan la universidad para estudiar con sus impuestos, con los impuestos que pagan los que estudian, quita del cálculo el hecho de que un país no puede desarrollarse si no tiene profesionales”, detalló. “No se puede desarrollar un país si carecés del desarrollo científico-tecnológico que está ligado a las universidades. Claro que para un país en el cual la ciencia, la tecnología y el desarrollo son absolutamente irrelevantes o negativos, como es el país diseñado por Milei, Macri o Caputo, sobran los estudiantes extranjeros, pero también sobran los estudiantes argentinos”.