ECONOMIA
Historia de la Economa, del paleoltico a internet

¿La economía salvará al planeta de su destrucción?

La confianza en la “mano invisible ecológica”. Contradicciones entre equilibrio ecológico y desarrollo económico. Las prioridades de los países ricos y pobres tienen algo en común: no hacen nada.

default
default | Cedoc

Los llamados de la comunidad internacional a cuidar el medio ambiente, para frenar lo que aparece como un irreversible camino hacia la destrucción del planeta, casi nunca se detienen a analizar hasta qué punto los factores económicos resultan claves en este apocalíptico proceso. La contradicción entre equilibrio ecológico y desarrollo económico es, quizás, uno de los mayores obstáculos a superar en esta carrera por la supervivencia de la especie.

Los países más poderosos difícilmente promoverán transformaciones tecnológicas que impliquen un posible cambio de sus posiciones dominantes, al tiempo que los más pobres tienen todos sus esfuerzos orientados hacia la supervivencia, por lo que resulta utópico esperar un mayor nivel de compromiso de su parte.

“Se impone una verdadera revolución cultural. Nos encontramos ante el problema más significativo que la especie humana ha tenido que enfrentar en su historia”, sostiene el investigador Rubén Berenblum en “Historia de la Economía, del paleolítico a internet”.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Para el especialista en historia económica y social, existe una visión optimista de esta crisis ambiental que, parafraseando la célebre expresión de Adam Smith, confía en una supuesta “mano invisible de la ecología”.

Según este planteo, “los costos de producir antiecológicamente serán tan altos que las soluciones destinadas a terminar con el peligro representado por la destrucción de la naturaleza, emergerán de los laboratorios, universidades e instituciones destinadas a la investigación científica y tecnológica, no como mandato cultural impuesto por los movimientos verdes, a contramano de los deseos e intereses de los empresarios, sino como la natural búsqueda de maximización de beneficios propia del sistema capitalista”.

“El agotamiento de los combustibles fósiles – agrega - y su reemplazo por formas de la producción, conducción y o utilización de la energía, consideras inertes o menos agresivas para la preservación del medio ambiente y la extensión de las llamadas industrias limpias, configurarán con el tiempo una nueva situación superadora de los actuales problemas”.

No obstante, la posibilidad que esta “mano invisible ecológica” sea la que finalmente resuelva la crisis ambiental planetaria parece muy lejana, a juzgar por la postura de los principales responsables de la destrucción del equilibrio ecológico, es decir, países como Estados Unidos, Japón y los europeos. “Difícilmente auspiciarán y promoverán transformaciones tecnológicas cuya evolución no se efectúe de manera de garantizarse a sí mismos una continuidad del actual statu quo tanto económico como militar”, explica Berenblum, recordando que el fracaso del Tratado de Kyoto, de 1997, es la mejor prueba.

En el otro extremo del ordenamiento económico mundial se encuentran las naciones más postergadas. “Hablar de problemas ecológicos en aquellas todavía extendidas regiones del planeta en las que persisten las graves carencias alimenticias y sanitarias de la extrema pobreza y la exclusión, aunque se vea justificado en una visión integrada del dilema planetario, resulta incomprensible para los que viven de economías de subsistencia, por más agresoras del medio ambiente que sean”, indica.

En “Historia económica mundial, del paleolítico a Internet” (Emecé), prestigiosos autores argentinos y españoles plantean una revisión de la economía y su relación con los fenómenos que caracterizaron las distintas etapas de la humanidad.

En este marco, Berenblum concluye que “la superación de la contradicción entre equilibrio ecológico y desarrollo económico no se encuentra pues a la vista ni será seguramente resultado de la espontánea evolución de los mercados".

Habrá que ayudar a la “mano invisible ecológica”… o será demasiado tarde.