Las papas que se venden al precio indicado por el Gobierno, $1,40 el kilogramo, “son de muy mala calidad y de descarte de la industria”, según informó Marcelo Huarte, presidente de la Asociación Latinoamericana de la Papa e investigador del programa Pro-Papa, del Inta de Balcarce.
El especialista recalcó que si bien se trata de un producto apto para consumo humano, “tiene una cáscara muy mala”, algo que entre otras cosas hace imposible que se la pueda consumir sin pelarla, tal como indica la moda en algunos ámbitos gourmet.
Huarte señaló que hizo una recorrida informal por distintos mercados de la Ciudad de Buenos Aires y la provincia, en los que detectó estos inconvenientes. Sin embargo, y por otra parte, pidió paciencia a los argentinos a quienes se les hace difícil consumir el tubérculo por el precio al que se encuentra en la actualidad, a razón de 8 pesos el kilo (cuando se trata de un producto digno):
“Si esperan un mes y medio van a conseguir una buena papa a precios razonables porque llega la producción de Tucumán y unas semanas después llega la de Córdoba”. Y agregó que las heladas que cayeron en aquellas zonas impedirán que el precio baje lo razonable, pero recalcó que la diferencia se va a sentir.
Consultado sobre un rumor que indicaba que existían lugares en donde se vendía como papa un vegetal distinto, Huarte dijo que no creía que fuera posible. “Es difícil incluso conseguir nabos: tampoco son tan baratos y el gusto es tan distinto que si eso sucediera enseguida caerían las denuncias de los consumidores”, indicó.
Por su parte, Diana Fresa, de la Facultad de Agronomía de la UBA, explicó que las papas que habitualmente se consumen en el país son bien lisas y tienen poco de lo que técnicamente se llama “ojo de la papa”, esa especie de punto negro que se hunde y que implica mucho descarte a la hora de cocinar. Y agregó que “toda ganancia por el precio disminuido queda relativizada cuando eso sucede”.