La corrida cambiaria que empezó a fines de abril tuvo un fuerte impacto sobre los bienes de consumo, dado que muchos de ellos tienen componentes transables, es decir, aquellos que pueden ser comercializados en el exterior y, por ende, reaccionan ante los movimientos del dólar. Esto explica que, al analizar la lista de productos de supermercado que tuvieron mayores aumentos a partir del segundo trimestre del año, tanto la harina como sus derivados encabecen la mayoría de los rankings. También aparece en el tope de las mediciones el aceite.
PERFIL relevó cuáles fueron los productos que sufrieron mayores aumentos luego de la corrida, excluyendo frutas y verduras frescas, dado que sus variaciones suelen ser estacionales (cambian dependiendo de la época del año). Al comparar los precios de marzo (mes anterior a la corrida) con septiembre, según los datos que publica el Indec en su Indice de Precios al Consumidor, el producto que tuvo mayor incremento en estos seis meses fue, precisamente, la harina de trigo común 000, que pasó de valer $ 11,94 el kilo a $ 26,92, lo que significó un incremento del 125,06%.
El alza de este insumo básico, afectado también por el alza del trigo, derramó de manera tal que el tercer escalón de los aumentos fue para los fideos secos tipo guiseros (que aumentó 55,17%) y el cuarto lo ocupa el pan francés tipo flauta (51,53%). El aceite de girasol, producto fuertemente exportable, se coló entre las harinas y se convirtió en el segundo ítem con mayor incremento, al haber subido un 60,91%.
"De agosto a septiembre hubo categorías de alimentos que subieron hasta dos dígitos, de un mes para otro", explica el especialista Damián Di Pace
El top five del consumo masivo lo completa el algodón de 100 gramos, que luego de la corrida subió un 49,84% y hoy cuesta $ 37,76. El sexto incremento más significativo fue el del polvo para flan (de ocho porciones) que escaló un 48,18%, mientras que en el séptimo aparecen los packs de cuatro hamburguesas congeladas (47,18%).
Completan el top ten de los aumentos posdevaluatorios, tomando la canasta Indec, el arroz blanco 40,06%, el detergente líquido (39,76%,) las arvejas secas (39,26%) y la yerba mate (39,03%). Existen otros insumos de uso cotidiano que, tras la corrida, también subieron por encima del 30%, como por ejemplo: los pañales, el jabón en polvo, el desodorante, los huevos, la manteca, la carne picada y la lavandina.
Monitor. Según la consultora Focus Market (que utiliza el sistema Scanntech para medir incrementos a partir de los datos que arrojan los lectores en puntos de venta) la harina tuvo un incremento del 179% entre enero y septiembre. “Esto pega en todos sus derivados: pan, galletitas, pastas frescas, pastas secas, alimentos balanceados para mascotas, entre otros. Es una industria que tiene impacto directo en las góndolas”, afirma el director de Focus Market, Damián Di Pace.
“De agosto a septiembre hubo categorías de alimentos que subieron hasta dos dígitos, de un mes para otro”, añade el especialista. Algunos ejemplos de este aumento por encima del 10% entre agosto y septiembre son los pañales (que según las mediciones de Focus Markets crecieron en promedio 20,9% en ese mes), rollos de cocina (15,6%) y papeles higiénicos (15,3%).
El mes que transcurrió entre agosto y julio no estuvo exento de cimbronazos en los precios. Según el estudio del Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (Isepci) la mayonesa, el café y la paleta cocida subieron por encima del 10% en esos 31 días. Por otra parte, Isepci coincide en colocar a las harinas al tope de los aumentos anuales.
Por su parte, el director de la ONG Consumidores Libres, Héctor Polino, elaboró un listado de los productos que más subieron en el año. Según sus mediciones, el mayor incremento fue el de un té de una marca específica (120,78%), seguido por una harina que se incrementó 97,23%. Huevos, pan, fideos, aceite, azúcar y pollo aparecen en su top 10, junto con bananas y las cebollas.
“Los aumentos afectan a los sectores de menores ingresos y a las clases medias y medias bajas, además de a los jubilados y pensionados que reciben el haber mínimo, que son el 70% de la clase pasiva”, destacó Polino. En tanto, Di Pace añadió: “El nivel de representatividad del gasto en consumo masivo en niveles socioeconómicos más bajos es mayor”.
Balance de los seis meses que vivimos en peligro
Los seis meses que transcurrieron luego de la corrida cambiaria de abril alteraron de manera contundente las principales variables macroeconómicas del país. A principios de este año el Gobierno tenía confianza de que la economía se expandiera un 3%. Si bien esas previsiones se moderaron tras la sequía, ni el más pesimista de los analistas hubiese esperado en marzo los guarismos que se lanzan hoy: se espera que el PBI del país se contraiga un 2,6% en 2018. Esta contracción también pegó fuerte en el empleo.
El último dato en materia laboral es que, según la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), entre marzo y julio se perdieron 97 mil puestos de trabajo, 34 mil de ellos en el sector formal privado.
Otro rubro en el que pegó fuerte la devaluación fue en materia de reservas. El último día de 2017 el Banco Central contaba con US$ 55.055 millones y en enero llegaron a los US$ 63.906 millones, mientras que en el último resumen de variables financieras de la entidad se registran US$48.066 millones.