El paro del campo no tuvo casi ningún impacto sobre la economía del país que durante el mes de marzo creció un 8,1% con respecto al mismo mes del año anterior, según una cifra difundida ayer por el INDEC.
La cifra generó dudas entre analistas económicos, sobre todo luego de que los datos oficiales sobre la actividad de cada sector –difundidos previamente- hicieran imposible pensar en un aumento de esta magnitud.
La producción de alimentos, como para dar el ejemplo más claro, había registrado en marzo una reducción del 10,1% con respecto al mismo mes del año anterior e incluso la industria había mermado un 1,7% con respecto a febrero. Las exportaciones, dado que había caído la producción, también habían registrado un decrecimiento del 9% durante el mismo mes.
El supuesto crecimiento del 8,1% contradice además varios sondeos que hablan del impacto que el paro del campo tuvo en el interior del país, adonde la gran mayoría apoya la medida de fuerza a pesar de sentir que su economía se vio afectada por la huelga.
Una encuesta realizada en la localidad bonaerense de General Villegas, sobre 200 casos, revela que el 80% de sus habitantes se sienten perjudicados por el conflicto del agro; pero llamativamente un 94% considera que el campo debe mantener la medida de fuerza.
Este escenario se repite en la mayoría de los pueblos del interior, adonde el paro se traduce en una caída del consumo, como consecuencia de la ausencia del efecto “derrame” del campo.
Una nota publicada esta semana en el suplemento de Moda y Belleza del diario La nación daba cuenta de la reducción de entre el 15 y el 20% en la ventas de locales de indumentaria en el interior, como consecuencia de la medida de fuerza del agro.