El negocio avícola pierde sustentabilidad por el alza de costos, que no parecen poder trasladarse a los precios finales sin una severa caída de ventas. En el exterior, el país enfrenta mercados cada vez más atentos a los precios, y con el dólar oficial, menos el 5% de retenciones y sin reintegros, se pierde competitividad frente a Brasil, por ejemplo.
“Estamos trabajando a pérdida desde hace meses, y no sabemos cuándo se va a corregir esta situación, pero es una decisión del directorio continuar en esta actividad”, dijeron en una cooperativa de Santa Fe.
En el mercado local, la sobreoferta de carnes (bovina, aviar, porcina, ovina) pone a la Argentina en el top mundial de consumo, con más de 110 kilos de carne por habitante anuales, e impide el crecimiento de cualquiera de ellas si no es a expensas de las demás.
Con la preferencia autóctona por los bifes, salvo que la carne vacuna suba de precio es muy difícil que el pollo pueda aumentar sus ventas. La consecuencia es que las cámaras frigoríficas están llenas y muchos no saben qué hacer.
Las cosas llegaron a tal punto que los avicultores tienen más apuro en que saquen el 15% de retenciones a la carne bovina, para que los frigoríficos puedan exportar más y se descomprima la oferta doméstica, que en que les eliminen el 5% a ellos mismos.
Roberto Domenech, presidente del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA), dijo que el costo del kilo está a 9 pesos y se está vendiendo a 7. “Sobra carne en el mercado interno, con precios muy accesibles, fundamentalmente el pollo”.
La situación, indicó, “les pega a todos los avicultores, pero más a los que no exportan, y aun más a los que sólo producen pollo entero” en lugar de cortes o elaborados. “Perdimos varios mercados de valor, como la UE o Japón, y en Asia y el sudeste asiático hay una feroz competencia con Estados Unidos y Brasil”, sostuvo.
El único destino externo en alza es Venezuela, luego de un período en que las largas demoras para cobrar estaban dejando fuera de caja a las empresas locales. Ahora, por una gestión del Gobierno las avícolas cobran lo que envían a Venezuela a través del fideicomiso firmado entre ambos países para el suministro de combustible, que administra el Banco Nación. Con ello, los envíos al país bolivariano pasaron de entre 2.000 y 2.500 toneladas semanales a 4.000, con lo que el año podría terminar con 19% más de toneladas enviadas a ese destino.
Lo que queda es frenarf la producción con pollos más chicos, reduciendo las crianzas anuales por galpón.