A días de culminar una intensa agenda en Venecia durante la cumbre de ministros de Finanzas del G20, Sergio Chodos destaca que el viaje sirvió “para generar mayores niveles de consenso y comprensión de los desafíos de la Argentina” en la reestructuración de la deuda con el Fondo Monetario Internacional. “Lo fundamental es tener un acuerdo que le haga bien a la Argentina y nos permita salir del sobreendeudamiento”, asegura a PERFIL el Director por el Cono Sur ante el FMI.
—¿Qué fue lo más importante que se llevó el Gobierno de Venecia?
—La posibilidad de seguir explicando. El viaje a Venecia implicó tres ejes de trabajo paralelos. Un eje tuvo que ver con las discusiones en el marco del G20, que venía más cargado por las discusiones ambientales, la tasa mínima global para las corporaciones, la reasignación de los Derechos Especiales de Giro (DEG), la pospandemia, la distribución de vacunas y la desigualdad. Después, en paralelo, tuvimos más de diez bilaterales de altísimo nivel. Y en paralelo, teníamos los encuentros técnicos con la misión del Fondo Monetario que fue a Venecia. Si tengo que decir algo, fue distintivo y llamativo la cantidad y profundidad de las bilaterales que tuvimos. Eso es importante porque ayuda a generar mayores niveles de consenso y comprensión de los desafíos de la Argentina. La reconstrucción del posicionamiento financiero externo de Argentina es eslabón por eslabón, es lento y tiene que ser hecho sobre bases firmes. Si leés el comunicado de la misión del Fondo hay algunas señales interesantes no solamente en las áreas donde se hicieron avances, sino donde marcan los desafíos estructurales y los problemas externos de Argentina. Si vos mirás el anterior, había una referencia de que Argentina tenía un proceso de inflación multicausal. Si vamos al año pasado, en febrero de 2020 cuando empezamos la renegociación con los privados definieron que la deuda argentina era insustentable. Una parte importante de esa construcción tiene que ver con los diálogos directos y la capacidad de que la Argentina sea entendida. En ese sentido, los logros de las bilaterales son importantes.
—Una de las bilaterales fue con Janet Yellen, secretaria del Tesoro de Estados Unidos. ¿Qué balance hacés de esa reunión? ¿Qué pide Estados Unidos para apoyar un acuerdo en el Directorio del FMI?
—La reunión fue importante porque nos permitió tener un diálogo directo a niveles más altos e incrementar el nivel de comprensión de los desafíos que enfrenta Argentina, de cómo llegó a donde llegó y por qué. La verdad que fue una muy buena reunión. Martín Guzmán y Yellen tienen además mentores académicos en común: Joseph Stiglitz, Jeffrey Sachs. Ellos (Estados Unidos) no vinieron con un pliego de condiciones. Era más cómo veían la relevancia de que se llegara a un acuerdo y se encontrase una salida a los desafíos financieros de Argentina. El encuentro con Janet Yellen fue de los más relevantes y muy significativo.
—La arquitectura financiera internacional cambió con el ascenso de China y su mayor influencia global. China es también uno de los acreedores bilaterales de Argentina. ¿Cuál es su posición respecto a la negociación de Argentina con el FMI? ¿Exige un acuerdo, al tiempo que presiona con un cross default si Argentina no paga la deuda bilateral?
—Con China no hubo reunión simplemente porque participaron de forma virtual y no presencial, así que no hubo un diálogo directo con los pares chinos. En lo que me toca en el Directorio, China es una silla que yo considero colaboradora en el proceso, con cierto nivel de comprensión. La verdad que no tengo una indicación de urgencia o de condicionamiento en el sentido que hablás. El precedente que tenemos es casi en sentido contrario. Cuando tuvimos que renovar el swap con el Banco Central, la administración anterior había, incomprensiblemente a mi gusto, atado el segundo tramo del swap con China a la regularidad del acuerdo con el Fondo. En su renovación en junio del año pasado, se desvinculó ese aspecto. Tampoco es intención de Argentina entrar a defaultear la deuda bilateral con China, que además tiene un formato de muy difícil comparabilidad con los países miembros del Club de París. La manera que tiene China de vincularse financieramente pasa más por desembolsos asociados a proyectos de inversión, infraestructura o comerciales. Obviamente como marcás, esa relevancia de China y esa influencia a nivel global marcan una relación distinta en relación a otros momentos. Hay un nivel importante de tensión global, sobre todo en un momento donde la crisis de deuda global empieza a asomar de nuevo como un tema importante y no solamente idiosincrático de algunos países, y claramente no hay un nuevo sistema de reglas de juego universal. Estamos viviendo un momento complicado en ese sentido. Tenemos que transitarlo teniendo en claro cuáles son nuestras prioridades y entendiendo que nuestro punto central en este momento es la reestructuración o un nuevo programa con el Fondo Monetario para pagar el viejo.
—En abril declaraste que “deberíamos tener algo cerrado para septiembre”, aludiendo a que en ese mes hay un vencimiento de deuda con el FMI. ¿Habrá un acuerdo para septiembre o ahora considerás que es imposible?
—No sé si imposible. Me parece que tiene las dificultades propias de un proceso que requiere de una construcción de consensos externos importante, que además pasará por el Congreso, y que se tiene que discutir en el Directorio. Si uno entiende acuerdo final firmado, formalizado por el Directorio, es más difícil. El proceso es más largo en términos de su cristalización que lo que sería llegar a un acuerdo base. Tampoco estamos ahí ahora. Me parece que lo más fundamental es tener un acuerdo que le haga bien a la Argentina y nos permita salir de este sobreendeudamiento.
—Si en septiembre continúan las negociaciones, ¿puede haber un pago parcial del vencimiento al FMI, como fue el caso del Club de París?
—No. Si hay un vencimiento, habrá un pago. Tenemos que ver primero el punto en que estamos en la negociación. Mientras antes lleguemos a un acuerdo, mejor será, en el sentido que vamos a evitar pagar. Pero dentro de un acuerdo general que tenga claro que la prioridad es el futuro de los próximos diez, 15 años de la Argentina. ¿Es preferible llegar a un acuerdo antes? Sí. ¿Es prioritario? No. Lo prioritario es que el acuerdo sea sostenible y que nos permita salir del problema de endeudamiento sin afectar la potencial, incipiente y sostenida recuperación económica que venimos teniendo en los últimos meses. En estas cuestiones siempre hay que tener en claro lo que uno prefiere, pero también qué es lo prioritario para poder ordenar bien las estrategias.
"China es colaboradora con Argentina en el Directorio del Fondo Monetario"
—¿Está sobre la mesa de la negociación con el FMI una reforma laboral, una previsional y otra impositiva?
—Se están discutiendo cosas muy interesantes, incluso la historia económica argentina, qué funcionó y qué no funcionó. Hay una apertura a discutir cosas que tengan que ver con comprender más que con aplicar un manual único a todas las circunstancias. Habiendo dicho eso, el Fondo aprende pero no se transforma en lo que no es. Sigue siendo el Fondo Monetario, no es una institución de financiamiento al desarrollo. El devenir de la cuenta de capital o los controles de capitales es un tema que está siempre presente en las discusiones. También el desarrollo del mercado de capitales doméstico para migrar de esta excesiva dependencia con el financiamiento externo.
—¿Es factible un consenso bipartidista en el Congreso en torno a un acuerdo con el FMI o será víctima de la grieta y de las elecciones?
—No sé si soy la persona más adecuada para que le preguntes eso. Sí te puedo decir que el nivel de cohesión interna que tengamos impacta en el proceso de negociación, en la credibilidad y la posibilidad de edificar hacia adelante. Está claro que hay quienes endeudan y quienes desendeudan. Ahora, está claro también que Argentina tiene que tener una visión común de cómo nos vamos a relacionar con el endeudamiento externo. Las leyes que tuvieron que ver con la reestructuración de deuda privada tuvo un altísimo nivel de apoyo en el Congreso. El nivel de cohesión interna será fundamental tanto para la sustentabilidad futura como para el poder negociador en el proceso.