Jorge Neme prefiere el bajo perfil. En su rol como secretario de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería, acompaña a Felipe Solá en sus citas con empresarios desde hace meses. Se sienta en la misma mesa, a menudo fuera de plano, salvo cuando el ministro lo pone al frente del micrófono. Neme cuenta a PERFIL que conoce a Solá desde hace años. “Tuvimos muchas charlas en estos años de marcha por el desierto. Y compartimos una cantimplora con poca agua”, bromea.
—¿Cómo les describe el mundo a los empresarios con los que habla?
—Nosotros tenemos que estar conectados con el mundo, que no es lo mismo que estar abiertos. El mundo es un territorio poco agradable con quienes se abren. Es competitivo, lleno de patentes y derechos de propiedad, con regulaciones, barreras sanitarias y de otro tipo. Estar conectados es un camino de ida y vuelta, son dos cables, uno positivo y otro negativo. Y Argentina perdió presencia en Perú, Ecuador, Colombia, Centroamérica, México, el Caribe, Cuba, Santo Domingo, Asia central, en los ex países comunistas de la costa del Mar Negro, en el África, la India, Indonesia y el sudeste asiático. Cuando uno ve cómo se mueve el comercio exterior argentino, nos damos cuenta de que somos un país al que le vienen a comprar, que no salimos a vender.
—¿En qué consiste el modelo de venta de know how que le proponen al agro?
—Países como Bulgaria, Cuba, Colombia, Mozambique, Nicaragua, Angola o Etiopía poseen grandes extensiones de tierra disponibles que no pueden manejar o lo hacen con niveles muy bajos de productividad, del orden promedio de los 2200 kilos por hectáreas cuando la Argentina podría producir entre 12 y 15 mil kilos. Nuestra idea es hablar con esos gobiernos y decirles “no nos compren el maíz”. Nosotros les transferimos, en un plazo de siete años, nuestro modelo productivo con nuestras máquinas, nuestros agroquímicos, nuestras semillas y nuestra gente.
—¿Y cómo reaccionan los empresarios?
—El sector agropecuario es un 4x4. Aquí es importante dividir el mundo productivo argentino, incluida la industria, del que vive de las finanzas. El mundo de las finanzas es el parásito que la Argentina viene arrastrando desde Martínez de Hoz y que termina prestando su ideología al mundo productivo que la asume sin darse cuenta que sus intereses materiales no tiene nada que ver. Pero vos le preguntás por quién votas, y te dicen que votan por Cambiemos.
—¿Y eso cómo lo explican?
— Se explica porque hay un modelo cultural transferido por razones de sociabilidad, de clase, de colegio, de formación, que se hizo carne. Y entre otras cosas porque nosotros, desde el Frente de Todos, no supimos elaborar un discurso para ese sector, pese a los esfuerzos que hace el Presidente.
—En su último reporte, la OMC le advirtió al Gobierno respecto a las trabas impuestas a las importaciones...
—Hoy no hay trabas, hay un sistema de licencia no automáticas que demoran unos días en evaluarse la pertinencia de la importación. El estrés del frente externo y de la deuda nos obliga a un movimiento un poquito más pausado en la salida de dólares por importación pero no dejamos de aprobar nada, no hay nada prohibido expresamente.
—¿Es temporal?
—Absolutamente temporal... Nosotros sabemos, que en la medida que restablezcamos una lógica en el frente externo, vamos a tener la posibilidad de exportar más y vamos a poder competir más.
—Mirando hacia el Mercosur, ¿qué prevalece en la conexión con Brasil, el cable positivo o el negativo?
—La relación con Brasil es intensa, en lo público y en lo privado. Estamos negociando una agenda con relacionamiento externo del Mercosur a la vez que estamos discutiendo sobre temas como el automotriz y el azucarero que hace mucho no hacíamos. El Mercosur avanza por consenso. Si no, no avanza.
—En el informe que presentó ante el Senado el jefe de Gabinete manifestó la postura de exigir un debate sobre reglas de origen. ¿Puede resultar conflictivo?
—Eventualmente, vamos a poder firmar acuerdos con cualquiera. Con algunos cuidados y precauciones, vamos a poder firmar con China, con EE.UU., con India. Pero tenemos que tener el aparato productivo en pie. Y sobre Singapur todavía no entendemos por qué vamos a firmar un acuerdo de libre comercio con un país que tiene cero arancel en todo.
—Cuando Brasil aumenta la cuota de importación de trigo extra Mercosur, ¿es un mensaje a la Argentina, una reprimenda...?
—En realidad, Brasil no termina usando ese trigo, solo lo hace para bajarle el precio al nuestro. Pero como el trigo es tan demandado hoy en todo el mundo, si no se lo vendemos a Brasil, se lo vendemos a Centroamérica, a México, hay demandas por todas partes.
—China superó a Brasil como principal socio en abril y mayo. ¿Esta tendencia puede consolidarse en 2020?
—Tendríamos que hablarlo en un par de meses porque Brasil atravesó un pico de crisis importante y eso pudo haberlo afectado mientras que China se recuperó y volvió a comprar.
—Estados Unidos habla de aplicar sanciones a quienes trabajen el desarrollo 5G con la firma Huawei, cuyos representantes se reunieron con usted, ¿Argentina lo evalúa como una alternativa?
—Es una alternativa, sí, aunque no hemos resuelto nada, estamos evaluando. Quedamos en seguir hablando. Tenemos que tener relaciones respetables, respetuosas y de mutua conveniencias tanto con EE.UU. como con China.
Privados buscan exportar US$ 100.000 M
La cadena agroindustrial presentó un grupo formado por más de 40 cámaras que tiene como meta alcanzar exportaciones por US$ 100 mil millones anuales, una cifra que representa una suba frente a los 65 mil millones que representa el sector.
Así, tras contactos entre el campo y la industria, se lanzó el Consejo Agroindustrial Argentina
El presidente de la Bolsa de Cereales, José Martins, aseguró que la entidad no llega con exigencias sino con propuestas para la agenda de la pospandemia.
El consejo elaborará una propuesta final en un plazo de 60 días, y viene trabajando con algunos funcionarios del Gobierno nacional, como Matías Kulfas, ministro de Desarrollo Productivo, a quien le acercaron las propuestas, junto con el canciller Felipe Solá.
El sector podría crecer hasta US$ 16.000 millones al año en envíos externos, generando un movimiento económico para la Argentina de US$ 31.000 millones, según estimaron los voceros.
De acuerdo con sus cálculos, podrían estar en condiciones de generar 210.000 nuevos empleos directos y hasta 700.000 indirectos, pero con un marco de estabilidad de diez años.