EDUCACIóN
Entrevista a Laura Currá, politóloga y docente de la Universidad de Buenos Aires

La universidad de la pospandemia

La titular del seminario Políticas públicas de Educación Superior en Argentina y Latinoamérica de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA reflexiona sobre las oportunidades y las dificultades que debe atravesar el sistema universitario argentino en el contexto de la pandemia.

La universidad pospandemia
| OEI

En tiempos donde el país avanza en el equilibrio que impone la pandemia y la administración de la cuarentena, entre los cuidados y la reapertura gradual de las actividades en aquellos lugares donde no circula el virus, se ve un poco más cerca la definición de lo que pueda ocurrir con las instituciones educativas.

El Ministro de Educación de la Nación, Nicolás Trotta, se ha referido al trabajo que se viene realizando con rectores de universidades y directivos de escuelas para el establecimiento de los protocolos respectivos para la vuelta en cada una de las provincias, y en declaraciones periodísticas de los últimos días, estimó que podría proyectarse el regreso a clases en forma presencial para después del receso invernal si la situación epidemiológica lo permite.

Al interior del sistema educativo, mientras se sigue la continuidad pedagógica bajo la modalidad virtual, ya se preparan para la pospandemia. Una experiencia que ha permitido hacer foco en aquellas cuestiones que son necesarias para integrar o mejorar las condiciones en las que se lleva adelante la enseñanza en todo el territorio nacional.

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En este sentido, y en lo que respecta al nivel universitario, la titular del Seminario Políticas públicas de Educación Superior en Argentina y Latinoamérica de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Laura Currá, dialogó con el suplemento Educación y destacó la capacidad de adaptabilidad de la universidad argentina en el contexto de la pandemia y el rol central que deberá tener “al servicio de la reconstrucción, como motor del desarrollo de nuestras economías junto al sector privado, el sindical, las organizaciones sociales y los gobiernos locales”.

- En tu investigación “La universidad pospandemia: su rol en la reconstrucción de lo público”  destacas la legitimidad que tienen las universidades como un actor central para afrontar las dificultades que genera la pandemia y los desafíos de la pospandemia. En este sentido, antes de entrar en los esfuerzos por sostener la continuidad pedagógica, ¿puede decirse que el sistema universitario ha estado a la altura de las necesidades de la comunidad en lo que respecta a su función social?

La riqueza del sistema universitario argentino es justamente su capacidad de adaptabilidad ante circunstancias tan adversas como las que estamos viviendo. Su versatilidad permitió que esté preparada para aportar en esta situación de riesgo. La universidad como dispositivo nodal en la solución de problemas locales: hoy nos encontramos con centenares de universitarios cada día en los centros de salud, los hospitales, los barrios, los centros sociales y comunitarios, y los laboratorios. Cuando la institución universitaria se pone a trabajar junto al territorio y para su realidad emergente, la sinergia que se produce es extraordinaria, y obviamente al haber cooperación, se generan resultados.

La salida que tomará cada una de las universidades en la región tendrá las características que les son propias. En este sentido, dos aspectos a los que debemos prestar mucha atención están ligados a la capacitación tecnológica de las comunidades educativas y las estructuras necesarias para que esto sea plausible.

Por otro lado, una cuestión que considero central es la contención de los estudiantes. En los últimos años, mediante la obligatoriedad de la escuela secundaria, se ha avanzado en la región hacia un proceso de democratización en el acceso a la educación superior. Los sistemas universitarios se han expandido territorialmente y los contingentes de estudiantes que venían habitando las comunidades educativas están expuestos a la postergación. Los avances en el acceso han puesto el foco en la responsabilidad institucional al pensar que debe ser asegurada la permanencia y el egreso. Que hoy ocurra una fuerte caída en la matrícula es un retroceso. Se están fortaleciendo los programas de becas estudiantiles, pero es necesario aún más.

- En relación con lo educativo y la necesidad de la virtualidad, ¿cuáles son los desafíos que tienen hoy las instituciones de educación superior en el país? ¿Consideras que pueden tomarse como ejemplo las estrategias de otros países que están en otras etapas en relación con los cuidados por el COVID, más allá de las particularidades locales?

Las distintas redes de cooperación internacional y regional vienen gestando espacios para el diagnóstico y la evaluación de fortalezas y debilidades de los diferentes países. Esto es necesario para la readaptación de nuestras universidades ante los posibles escenarios que se vienen, ante la crisis sanitaria y especialmente por lo que suceda en la economía y el trabajo.

En un mundo donde se exaspera la intolerancia política, se acrecienta la inequidad y la crisis de legitimidad de las instituciones, la pandemia pone en evidencia desafíos que ya existían previamente en el campo de la educación superior. No solo se trata de un problema epidemiológico, sino político, económico y social.

Las asimetrías por lo tanto se dan entre las regiones y hacia dentro de las mismas. Habría que hacer una lectura comparativa más fina de las diversas estrategias y medidas que vienen tomando otros países que ya están en otras etapas en relación con el COVID. Nuestro sistema educativo universitario concentra cerca del 80% de su matrícula en la oferta de gestión pública, a diferencia de otros países de la región como Brasil, donde la tasa se invierte y la matrícula se concentra en la oferta privada. Otra cuestión para considerar en la región es la dependencia de muchas instituciones del financiamiento del gobierno o de las cuotas que pagan los estudiantes.

En Estados Unidos, prácticamente todas las instituciones se readaptaron a la enseñanza remota en muy pocos días. En México, cerca del 90% lo hicieron. En el caso de Brasil, una gran cantidad de instituciones decidieron no ofertar sus contenidos en línea, y uno de los argumentos es la brecha digital aguda, al igual que otros países. Por lo cual, atender la brecha digital y la inequidad tecnológica es uno los desafíos de la región. Muchas instituciones de educación superior y gobiernos están haciendo esfuerzos importantes en conseguir recursos para disponer de dispositivos electrónicos, negociación con los proveedores de servicios de Internet y el proceso masivo de capacitación de docentes.

No hay fórmulas secretas, lo que funcione en una universidad puede no funcionar en otra, y hay que ser lo suficientemente flexibles para entender esto. Lo que sí se podría afirmar es que en nuestro país las universidades nacionales están haciendo un esfuerzo en este sentido.

- Marcas también que Argentina cuenta con la ventaja de tener un sistema público fuerte que se ha extendido en todo el territorio nacional. En este sentido, ¿crees que la pandemia expone todo lo mejor de la tradición de la universidad pública pero también las cuestiones pendientes? Por ello, ¿qué debe atenderse en el corto y mediano plazo?

Sí bien la educación superior es un derecho y un bien público, y siendo el Estado responsable de garantizarla, las instituciones de educación superior no pueden esperar a que los gobiernos resuelvan per se. Corresponde asumir un papel de responsabilidad como entes activos y proactivos, asumir los problemas propios del sistema y el papel en la resolución de los mismos.

Podemos decir que contamos con un sistema fuerte, gratuito y de calidad. Este tipo de sistema nos permite hacer una posible lectura, como ha ocurrido en otros momentos críticos a lo largo de la historia reciente. La educación sigue siendo vista por la mayoría de nuestra ciudadanía como un mecanismo de ascenso social. Diversos estudios clásicos y actuales, así como la propia realidad, nos demuestran cada día la existencia de circuitos educativos diferenciados para unos y otros. Sin embargo, este valor que le damos a la educación es en parte la esperanza de un pueblo para su desarrollo.

Muchos actores vienen trabajando para que en el corto plazo las universidades atiendan la transformación de sus estructuras y así poder seguir estudiando a distancia, con todas las salvedades que implica, y siendo conscientes de que el desgranamiento o deserción estudiantil se está produciendo. Aunque en el mediano plazo debemos estar preparados para que, ante la debacle de nuestras economías y la escasa oferta laboral, nuestras instituciones sean el refugio de miles de jóvenes que optarán por formarse. Por lo que uno de los desafíos en este sentido es el efecto rebote en la universidad pública argentina y su capacidad de contención frente a estos estudiantes que se encuentran con probabilidades de quedar fuera del sistema educativo.