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¿POR QUÉ LEEMOS A JULIO HIPÓLITO GUILLERMO OLIVERA?

(11/06/1929 - 25/07/2016)

Diario Perfil
CEDOC. |

En estos meses en donde la inflación parece indomable, la figura de Julio Hipólito Guillermo Olivera se vuelve un imperativo de recordar. Sus aportes a la ciencia económica no pasan de largo, y su trayectoria merece como mínimo un espacio de reflexión.

Como tantos otros académicos dedicados a las ciencias económicas, Olivera no realizó en su juventud estudios formales en la ciencia a la que le dedicaría gran parte de sus aportes intelectuales. Por el contrario, en 1951 se recibió de abogado en la Universidad de Buenos Aires, doctorándose en derecho y ciencias sociales en la misma casa de estudios, tres años después. Sin embargo, su entusiasmo autodidacta lo llevó a interiorizarse con la asignatura y, para 1956 ya ejercía como profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, en donde dictaría durante muchos años las materias Dinero, crédito y bancos e Historia de las doctrinas económicas.

Oriundo de Santiago del Estero, Olivera fue, sin lugar a dudas, uno de los catedráticos económicos más reconocidos a nivel internacional que hayan surgido del suelo argentino. Autor de más de doscientos artículos y diversos libros académicos, es considerado uno de los mentores del estructuralismo latinoamericano. No es poca cosa que haya sido propuesto en dos ocasiones – 2000 y 2004- para recibir el Premio Nobel de Economía.

Sin embargo, su producción al conocimiento no se restringe en su extensa obra académica. Resulta complejo describir de forma cronológica sus contribuciones al desarrollo intelectual nacional. Para dar una idea de sus aportes, se destaca su participación en la fundación de la Asociación Argentina de Economía Política (1957), institución encargada de promover el debate académico en el ámbito económico, la cual presidió desde sus inicios hasta 1968. Asimismo, Olivera dirigió el Instituto de Investigaciones Económicas de la FCE de la UBA desde 1961 hasta su fallecimiento y fue rector de la Universidad de Buenos Aires entre 1962 y 1965. Un currículum memorable, que se complementa con la formación de economistas argentinos excepcionales, como Guillermo Calvo, Miguel Sidrawski y Héctor Luis Diéguez, entre muchos otros.

Muchos de sus trabajos tienen amplia importancia en la discusión actual de política económica, ya que hacen referencia a las causas y consecuencias de la inflación, así como pone en discusión varios aspectos de la teoría monetarista. En particular, se reconoce a Olivera como el creador del modelo estructuralista de la inflación, en donde no sólo se reconoce a la “inflación de demanda” derivada de la emisión excesiva propuesta por los autores clásicos, o a la “inflación de costos” desarrollada por autores anglosajones, sino que añade al conocido proceso causas no necesariamente monetarias, como son los cambios en las estructuras de la oferta y de la demanda devenidos de la variación en los precios relativos de la economía. 

Entre otros temas, Olivera ha indagado con vehemencia y extremo rigor analítico los modelos de dinero pasivo, el vínculo negativo entre alta inflación y la recaudación, en particular cuando el gasto público es financiado mediante emisión monetaria, así como diversos tópicos de desarrollo y crecimiento económico. Se destaca, finalmente, el notable rol que Olivera le otorgó a la educación, no sólo por su vínculo con la economía y el desarrollo económico, sino también por su rol preponderante en el bienestar social.

En su amplia mayoría, los trabajos de Olivera son textos breves y precisos y, aunque hagan uso de herramientas de matemáticas avanzada para formalizar sus argumentos, su lectura es obligada en un país en donde todavía no logramos dar en la tecla a varias asignaturas macroeconómicas.

 

*Economista y Magíster en Economía de la Universidad de Buenos Aires. Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP-BAIRES).