En las PASO de 2015 en Florencio Varela, la tercera sección electoral dominada por el PJ, Cambiemos alcanzó el 15%. En octubre de ese año, 19,6%. El Frente para la Victoria superó el 45%. Hoy el frente llegó al 27% con un candidato treinteañero (Pablo Alaniz) y Cristina Kirchner el 43%.
El dato de Varela, donde el kirchnerismo debía sacar una buena diferencia, es una de las tantas muestras que ostentó el frente que lidera el presidente Mauricio Macri junto a sus aliados de la UCR y la Coalición Cívica. La felicidad del jefe de Estado se hizo visible en el búnker de Costa Salguero: según los cálculos del comando de campaña Cambiemos estaba ganando en 13 provincias y con paridad en otras tres. Un resultado soñado para el Gobierno, que en la semana creía que ganaba ocho provincias y daría pelea en otras nueve.
“No vuelven más, no vuelven más”, cantaba la militancia tras conocerse los primeros resultados en provincia de Buenos Aires y las palabras de Claudio Poggi, el aliado que ganó en San Luis. Elisa Carrió y María Eugenia Vidal fueron las más aclamadas en sus discursos.
De todas formas, el triunfo que pretendía la Casa Rosada se enmarcaba en el orden del 35% a nivel nacional, sin embargo, con los datos provisorios, había superado el 37% y Cambiemos mejoró su performance en 20 de 24 provincias con respecto al 2015.
Las cinco provincias con mayor peso electoral estaban siendo ganadas por el oficialismo: Capital Federal, Córdoba, Santa Fe, Mendoza y Buenos Aires. Un dato clave: tanto en 2009 como en 2013 el kirchnerismo no pudo ganar en ninguna de esas provincias.
Además, en San Luis y Santa Cruz, dominadas por el kirchnerismo y los Rodríguez Saá, la victoria de Cambiemos resultó importante, según la óptica de los funcionarios nacionales.
Entre pizzas y empanadas, Macri aguardó a las 22.45 en el primer piso del VIP para salir a dar su discurso. El presidente había llegado desde su quinta Los Abrojos, su lugar en el mundo, a Olivos cerca de las 17. Había almorzado con Elisa Carrió e intercambiado mensajes de Whatsapp con María Eugenia Vidal. Cuando arribó a la residencia de Olivos ya no quedaban milanesas y sus asesores, encabezados por el jefe de Gabinete, Marcos Peña, miraban el número de participación en las PASO, un dato clave según las usinas oficiales.
Ya en el búnker, y durante gran parte del día, los mensajes con los resultados sobrevolaban los Whatsapp de funcionarios y dirigentes. Vidal se entusiasmó, tras dormir la siesta con sus tres hijos (previo almuerzo en la casa de sus padres con su hermano Nicolás), con los primeros números de la tercera sección electoral: Cristina necesitaba arrasar allí para compensar las seguras derrotas en el Interior y en La Plata. El jefe de la campaña bonaerense, Federico Salvai, estaba en Olivos. Ya tenía un buen pálpito.
Ahora, en el oficialismo reconocen que será importante “no relajarse” y “no entusiasmarse demás” pero las caras de felicidad en el búnker de Costa Salguero demostraban otra cosa.
La redacción de Perfil usó tecnología 4G de Personal para la cobertura de las PASO 2017