ELOBSERVADOR
La debacle del peso

¿A cuánto se fue el boliviano?

Frente a un peso cada vez más devaluado, los argentinos del norte del país deciden ahorrar en bolivianos o en guaraníes. Y comerciantes de los países fronterizos pagan de este lado de la frontera con sus propias monedas, y rechazan aceptar la nuestra.

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Frente a un peso cada vez más devaluado, los argentinos del norte del país deciden ahorrar en bolivianos o en guaraníes. | cedoc

Desde el Control Fronterizo La Quiaca (Jujuy, Argentina), hasta la primera casa de cambio en Villazón (Bolivia), pasando por el Puente Internacional Horacio Guzmán, hay 150 metros. Una cuadra y media. La primera posibilidad de cambiar pesos argentinos por bolivianos se encuentra, sin esfuerzo, al poner un pie del otro lado de la frontera. Se encuentra incluso antes que la Aduana Frontera Villazón, y antes que el Consulado argentino (a 700 metros del paso fronterizo). Con carteles grandes que, sin disimulo, anuncian las “cuevas” y flechas que señalan dentro de galerías, en las que además se vende ropa y tecnología, o con el cántico “¡cambio, cambio!”, como también se escucha en la calle Florida de la Capital Federal. 

Con intenciones de conservar el valor de cambio frente a un peso argentino que se devalúa con rapidez, sumado a las complicaciones para acceder al dólar, argentinos del norte del país, sobre todo de ciudades ubicadas al borde de la frontera, cruzan a Bolivia, a Paraguay e, incluso, a Brasil para cambiar su dinero por una moneda más estable, que les permita ahorrar.

Casos. “Yo ahorro en pesos bolivianos, no argentinos”, “con el dólar a $ 300, menos mal que ahorro en bolivianos”, “si compro en pesos bolivianos siento que ahorro”, son algunas de las frases de los ahorristas argentinos que poco a poco se van volcando a la moneda vecina. De acuerdo al cambio oficial, con $ 40 argentinos se obtienen $ 2 bolivianos. Pero en las casas de cambio, los arbolitos manejan una relación de cien pesos cada dos bolivianos. La mayoría de los comerciantes bolivianos que viven cerca de la frontera y que antes aceptaban los pesos argentinos de mala gana hoy directamente los rechazan. En julio de este año se difundió el caso de un salteño que tuvo un accidente y fue llevado a ser atendido a un hospital boliviano. Allí le rechazaron el tratamiento porque sus amigos solo tenían pesos argentinos para pagarlo. El hombre finalmente murió y los amigos contaron que las palabras que escucharon fueron: “Tu plata no nos sirve”.

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“Los vendedores argentinos reciben los pesos bolivianos como parte de cambio en el comercio transfronterizo. Los acumulan y eventualmente van a Bolivia a cambiar esos pesos bolivianos por dólares. El ahorro en bolivianos, entonces, es un paso de transición para aprovechar el cambio fijo de Bolivia y obtener la moneda estadounidense, que es, en realidad, lo que les interesa a los argentinos que acumulan bolivianos. La razón por la que estas transacciones no implicaron variaciones en la moneda boliviana es porque esos pesos bolivianos terminan retornando al país”, explica José Gabriel Espinoza Yáñez, ex director del Banco Central de Bolivia (2019-2020). 

En los últimos cinco años la variación del peso boliviano en relación con el dólar fue de 30 centavos: la oscilación fue de $ 6.60 a $ 6,90 bolivianos por un dólar. En cambio, en los últimos cinco años, el peso argentino se devaluó más de doscientos pesos. A estas diferencias se les suma, como consecuencia, el gran aluvión de compradores extranjeros que llegan a Argentina para retirar mercancía que para ellos resulta mucho más barata. Así, los vendedores de, por ejemplo, la fronteriza La Quiaca, reciben pesos bolivianos que no cambian por argentinos sino que acumulan y utilizan como ahorro o, con el tiempo, cambian por dólares. 

“Es cierto que en el norte argentino se acumulan bolivianos. Se trata de una respuesta ante un marco muy restrictivo para la compra de dólares en Argentina. La acumulación, de todas maneras, es de bajo volumen. Y su explicación es simple: la escasa demanda de la ciudadanía argentina por su propia moneda, un problema que se arrastra desde hace tiempo. Además del tipo de cambio fijo de Bolivia que se mantiene desde hace 11 años”, explica el economista boliviano. 

“La moneda boliviana es más estable que las de otras de la región; más que las de Colombia, Chile o Argentina. Con este tipo de operación, los vecinos pueden fácilmente escapar del cepo y de la inflación”, agrega Espinosa Yáñez. 

A uno y otro lado. Jorge Guerrieri, el presidente de la Cámara de Comercio Exterior de Jujuy, conoce del tema a pesar de que el organismo que preside se ubica en la capital, San Salvador de Jujuy. Es que este fenómeno tiene efectos a kilómetros de distancia: “Hay jujeños que llegan de la frontera a la capital, no solo con pesos, sino también con moneda boliviana, como una forma segura para mantener el valor de su dinero”.

Guerrieri cuenta que, mientras del lado boliviano el cambio ilegal es más explícito, a veces incluso con “mostradores en la calle”, del lado argentino la cuestión es un poco más compleja, pues la modalidad que predomina no son las casas de cambio, sino la de los vendedores ambulantes: “Es difícil de controlar porque no se ubican en un lugar específico, son personas que se desplazan”.

El ahorro en pesos bolivianos tuvo su punto máximo este año, con la escalada del dólar, recuerda. “Todos sabemos de la devaluación que ocurre con nuestra moneda cuando sube el dólar. El recurso de adquirir bolivianos llegó cuando no se conseguían dólares en billete, mientras que sí se podía adquirir la moneda boliviana. Para protegerse de la devaluación, los jujeños de frontera compran bolivianos con el objetivo de volver a tener una moneda fuerte, que no pierda valor. Hoy se transita otra tranquilidad, más que en los días de mayor aumento”. 

Guaraníes. Lo que sucede para los jujeños y los salteños con la frontera boliviana también ocurre para los formoseños, chaqueños, correntinos y misioneros con la frontera paraguaya. En 2019, con un dólar se conseguían 6 mil guaraníes. Hoy se consiguen 6.900. Desde 2002 que los guaraníes se mantienen estables, como una de las monedas más fijas de la región. La demanda de las divisas vecinas provocó la creación de diversos mercados paralelos: guaraní blue y boliviano blue.

Los movimientos de las zonas de frontera son un mundo aparte. A pesar de que la devaluación siempre se observa con respecto al dólar, los intercambios entre países vecinos generan una dinámica diferente, con actores y monedas que no existen, ni se conocen, en los centros de las metrópolis. Tanto para guaraníes como para pesos bolivianos, la historia es la misma: extranjeros que llegan a Argentina a comprar y pagan con su moneda. Así lo cuenta el periodista de Misiones Gastón Daza: “Aquí se comercializa con guaraníes, porque el cambio les conviene a los paraguayos que vienen a Argentina a comprar alimentos o combustible. Los comercios argentinos aceptan los guaraníes, de modo que los paraguayos ni siquiera tienen que cambiar a pesos”. Pero hace una salvedad: “Igual que en el resto del país, lo que la gente más quiere es el dólar”.

Berta Gerónimo, periodista de La Quiaca, conoce del tema no solo por su profesión, sino porque este tópico es “moneda corriente” para ella misma y su familia, que saben que pueden contar con esta posibilidad de ahorro: “A mí me han dicho que nos conviene comprar bolivianos y, con eso, dólares. Siempre hablando de los que tienen capacidad de ahorro, porque algunos ni siquiera pueden hacerlo”. 

Diferente a la idea de que los bolivianos nunca aceptan la moneda argentina, Gerónimo hace una salvedad: “Hay bolivianos a los que sí les conviene aceptar los pesos argentinos porque después con esa moneda pagan a los proveedores o compran alimentos cuando cruzan la frontera. En esta circunstancia sí necesitan nuestro peso”.

Poder. La clave para entender por qué crece la tendencia hacia el ahorro en otras monedas no solo está en encontrar una divisa más estable, que con el tiempo no varíe su valor, sino también en el poder de cambio. Un informe elaborado por el Instituto de Investigaciones Económicas (2022) comparó el poder de compra de los billetes de mayor denominación de países de Sudamérica. El resultado ubicó a los pesos argentinos en último lugar. El billete de mayor valor argentino (mil pesos), comparado con dólares, equivale a la mitad del billete de mayor denominación de Paraguay. Fabio Ezequiel Ventre, economista, uno de los creadores de este relevamiento, y subdirector del instituto, afirma: “Podemos ver que se trata de monedas mucho más firmes. El ahorro en bolivianos o guaraníes es una buena alternativa para quienes puedan acceder a otras monedas frente al peso”.

Reales. La creatividad de los contrabandistas ya no se estanca en las veredas, o en las pequeñas oficinas de cambio en edificios de calles transitadas. Ellos se mueven por redes sociales, páginas web y llamadas telefónicas. En las fronteras, el cambio se convierte de a poco en una industria para los argentinos que toman la alternativa de ahorrar en guaraníes o bolivianos. Aunque, con menos estructura comercial, y no tanto como una industria, sino como casos aislados, la cuestión de a poco se extiende y diversifica, vislumbrando otra tendencia. Así, hay otra moneda que también comienza a ser tenida en cuenta para el ahorro con el objetivo de evitar la devaluación del peso: el real. Tomada como ahorro, sobre todo por los misioneros de Puerto Iguazú y los correntinos de Santo Tomé, o Paso de los Libres, en el límite con Brasil. “Tenemos conocimiento de que los argentinos de frontera buscan comprar pesos bolivianos, guaraníes y reales. Tanto por cuestiones comerciales como de reserva de valor. Las ciudades de frontera son las protagonistas en estos casos: son aquellas a las que llegan compradores de otros países, y en las que los ahorristas miran otras monedas”, cuenta Enrique Suburu del área de comunicaciones de la Asociación de la Producción, Industria y Comercio de Corrientes (Apicc).