El domingo 4 de julio de 1976 el mundo estaba preparado para vivir los festejos del bicentenario de la independencia de los Estados Unidos cuando llegó una noticia que acaparó toda la atención: las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) habían rescatado en Entebbe, Uganda, a los 105 rehenes, en su mayoría judíos, secuestrados por el Frente Popular para la Liberación de Palestina.
Los terroristas habían desviado el vuelo 139 de Air France que volaba de Tel Aviv hacia París el 27 de junio y se habían refugiado en el aeropuerto de la capital africana. A partir de allí, el gobierno de Itzhak Rabin negoció con su par ugandés, egipcio y estadounidense para liberarlos en forma diplomática, mientras planeaba una operación militar.
Se trataba de una decisión arriesgada porque Entebbe estaba a 4 mil kilómetros de Tel Aviv y tenían poco tiempo para planificar porque el 4 de julio vencía el ultimátum que le habían dado los secuestradores.
El 3 de julio partieron rumbo hacia Uganda cien miembros de elite de las FDI en cuatro aviones de carga, en los que llevaban un Mercedes Benz y camionetas Lan Rover para simular la llegada del mandatario africano, Idi Amim.
Luego de enfrentarse con los terroristas y soldados ugandeses durante media hora, lograron liberar a los rehenes. Tres de ellos murieron y diez resultaron heridos. Los siete secuestradores y cerca de treinta miembros de las tropas locales fueron asesinados, al igual que Yonatan Netanyahu, quien comandaba el grupo comando de las FDI.
Horas después, el mundo conoció la noticia. En Buenos Aires, la embajada estadounidense festejaba la independencia de su país cuando el general Jorge Rafael Videla ingresó y se acercó al rabino Marshall Meyer, quien conversaba con el diplomático norteamericano, Robert Hill y el israelí Ram Nirgad, y lo felicitó.
“Rabino Meyer usted debe estar muy orgulloso de su embajador Nirgad en este día”, le dijo. “Señor Presidente está en un error: Nirgad no es mi embajador, sino mi hermano judío. Me siento muy orgulloso de mi embajador Hill y de mi pueblo que vive en Israel, pero soy estadounidense”, le respondió el religioso ante la sorpresa del militar.
Cuarenta años más tarde, Giora Sussmann (64), comandante de la compañía que rescató a los rehenes, y Sasson Reuben (61), uno de los soldados que participó de la operación, recuerdan la misión que marcó para siempre sus vidas