“Tranquila, pacifica. Igual que ahora”, la define Nene Billar, encantadora y exigente como profesora, la califica Susana Fariña. Así la describen algunas de sus amigas a Hebe Bussolari de Levene, viuda del reconocido autor de Niñez en Catamarca, Gustavo Gabriel Levene, una de las grandes figuras de la historiografía argentina. Y así como en su momento las unió la docencia en la escuela técnica Otto Krause, las convocó el deseo de homenajear a Hebe en sus 100 años: nació el 30 de noviembre de 1918 en Morón.
Esta mujer -“la número 10 de 11 hermanos” como ella explica-, es un referente para sus colegas, amigas y ex alumnas del Otto Krause. “Yo empecé en filosofía, pero la filosofía en abstracto ya no existe. Tiene que ser ciencia con la sociología y la política. Me gustaba dar clases pero cuando empecé a trabajar con los pibes mi psicología, cambió. Mi relación con ellos cambió. Ya no fui la profesora tradicional ”, reflexiona la escritora de La dama de los Yuyos, que con su siglo de vida comienza cada día con una naranjada y mates. Marta Bilatz, profesora de matemáticas, cuenta que “Hebe trajo al colegio toda una corriente de humanismo que en una escuela técnica impactó muchísimo. Justamente en una escuela técnica se da mucho valor a las materias técnicas y se olvidan las humanidades. La admiro como persona, como profesional, pero sobre todo la admiro como mujer”.
“Fue super progresista para la época”, dice Susana, que la conoce desde 1977. “Como profesora, según los alumnos, era brava. Sé de un alumno que odiaba la materia y los filósofos, pero gracias a ella hoy lee esa literatura.” Susana Palomino también fue su alumna en 1974 y en 1978. “Hebe fue mi profesora. Era muy clara, comprometida y de noble cultura. Es un referente de las Humanidades, exigente, contundente en sus ideas y defensora de sus pensamientos” cuenta.
Genes y confianza. Si bien Hebe le adjudica haber llegado a su centenario a los genes, también cree que la ayuda el hecho de ser una mujer confiada. “Para hablar de mi familia actual, tengo que empezar con mi familia anterior”, comenta junto a Luis, su tercer marido. “Cuando me casé ya tenía 27 años, tuve tres hijos y mi marido se fue, me dejó solita. Por suerte, me encontré con Gustavo Gabriel Levene que me recogió de esa nulidad en la que me había transformado. Tengo recuerdos muy bueno de él. Me estimulaba y rehice mi vida de profesora, de lectora y escritora. Cuando yo fui regente cultural del Otto Krause, él pagaba al profesor de música Roberto Califano y teatro para que los chicos conmigo pudieran hacer espectáculos. Allí se hizo una camaradería muy grande. Y 20 años después de que que murió Gustavo, nos encontramos con Luis y nos enamoramos. Y ahora estamos casados desde ya unos cuántos años. Como nueve”, sintetiza.
Así como en su larga vida Hebe ha ganado amigos, amores y nietos, también los ha perdido. “Perdí dos hijas. Mis sobrinas fallecieron todas, y las amigas de mis hijas que eran como mis hijas también, la mayoría” recuerda. A pesar de ello, reconoce que no le hace falta nada. “Lo que me dé de vida. Que me permita seguir escribiendo algo”. Como lo hace cada mañana.“Me pongo con la computadora con un trabajo que estoy haciendo sobre Echeverría, el personaje argentino que me apasiona”. Igual, “me parece que uno tiene que dejar el dramatismo a la muerte. Cuando uno llega a esta situación, si una está bien y querida, si le llega la hora, le llega con mucha felicidad”, concluye Hebe, que hoy sigue dando cátedra.