ELOBSERVADOR
el huevo de la serpiente

Cómo se forjó la página más negra de la historia argentina

En El dictador, los periodistas María Seoane y Vicente Muleiro construyen un perfil completo de Jorge Videla. Aquí, el trasfondo del golpe de Estado que encabezó en 1976.

Dictadura. La negra noche de la violencia, planificada con cuidado por Massera y Videla. Uno de sus primeros pasos fue implementar una campaña psicológica para instalar la idea de que Isabel Perón est
|

La planificación militar del golpe se puso en marcha entre fines de octubre y principios de noviembre bajo el nombre ideado por Viola de Operativo Aries. Coincide en el tiempo con dos hechos: la resistencia de Isabel a renunciar y la negativa del Ejército a prestar un hombre para poner al frente del gobierno. Algunos legisladores de los partidos provinciales y del radicalismo insistían en el juicio político para que la Asamblea Legislativa designara un nuevo presidente. Viola y Videla participaron de las discusiones en las que Balbín y dirigentes provinciales especulaban con la posibilidad de que Viola o el general Delía Larocca reemplazaran a Isabel, lo que hubiera completado institucionalmente el esquema de bordaberrización. Pero el peronismo, mayoritariamente, seguía resistiendo esta salida. En tanto, mientras el debate sobre qué hacer con Isabel mantenía ocupada a la dirigencia política, Videla y Viola nombraban los delegados del Ejército a las reuniones secretas del Equipo Compatibilizador Interfuerzas (ECI), en las que se aceitaban los mecanismos para el asalto. El equipo, que tenía la misión de darle una estructura al Operativo Aries, funcionaba en una zona o “área restringida” del Edificio Libertad, sede de la jefatura de la Armada. Los delegados del Ejército, hasta fines del ’75, fueron los coroneles Miguel Mallea Gil, encargado del Departamento de Política Interior del Ejército; Antonio Llamas, del Departamento de Ciencia, y el coronel José Raúl Ortiz, de Política Exterior, todos integrantes de la Secretaría General del Ejército bajo el mando del general Azpitarte y su segundo, Llamil Reston. A partir de enero del ’76, el general Carlos Dallatea reemplazó a Azpitarte. El equipo de la Fuerza Aérea estaba dirigido por el brigadier Basilio Arturo Ignacio Lami Dozo. Los jefes de cada delegación formaron a su vez el mencionado ECI, que actuó como correa de transmisión con los jefes de Estado Mayor y los comandantes. A partir de febrero del ’76, el equipo golpista comenzó a reunirse a diario. El general Mallea Gil confirmó en una entrevista realizada en 1999 que ese equipo se reunía “fogoneado por la Armada, que ya tenía decidido el golpe desde octubre. Porque hasta octubre hubo toqueteos, y Videla y Viola participaban de la idea, pero empezaron a vacilar. Se deciden por el golpe a partir de enero del ’76”.

Pero en esos “toqueteos” golpistas a los que se refiere Mallea Gil, Videla avanzaba con escasas vacilaciones en sus contactos con un grupo de civiles que expresaba la más cerrada ortodoxia liberal todo terreno, especialmente en el área económica, de la que él y Massera lo ignoraban todo, y en otras áreas de gobierno. Carlos Túrolo, un empresario hijo de un general “colorado”, reconstruyó los vínculos de Videla con Jaime Perriaux y con Martínez de Hoz, los civiles clave en el diseño del golpe militar y en las políticas futuras del régimen dictatorial.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

A mediados del ’75, Videla había designado a dos generales para que mantuvieran contacto directo con el grupo de Perriaux: Riveros y Suárez Mason, en tiempos en que este último era jefe de la inteligencia militar. Su función era preparar un plan económico que enfrentara la crisis. El primer plan ultraliberal que promovía una brutal reducción de salarios –una medida demasiado antipopular– no fue aprobado por los “políticos” Viola y Massera. Un segundo plan, más gradual pero no menos ultraliberal, que estuvo listo en el verano del ’76, consiguió luz verde para que finalmente lo hiciera suyo Martínez de Hoz. Videla había soñado enlazar su historia personal con la de la oligarquía terrateniente más cerradamente conservadora (en parte lo había logrado con su casamiento con una Hartridge), con representantes como los Blaquier. El currículum de Perriaux, en este sentido, no tenía nada que envidiarle al de Miatello, titular de la SIDE durante el gobiero de Lanusse. Perriaux era un abogado, políglota y culto, cuyos principales contactos con el Ejército estaban en la inteligencia militar. Fue el mentor, en 1971, de la creación del llamado “Camarón”, un tribunal especial para juzgar a los guerrilleros y a sus simpatizantes. Sus jueces eran nueve –entre ellos estaban Jaime Smart y Jorge Quiroga, quien fue asesinado por un grupo guerrillero–. Smart sería uno de los funcionarios bonaerenses avalados por Videla (fue ministro de Gobierno de la provincia de Buenos Aires). Miatello y Perriaux fueron sus amigos, consejeros y hombres de confianza política, junto con Martínez de Hoz. Esto echa luz sobre un aspecto importante. Videla decidió tomar el poder no sólo por una pasión propia de soldado convocado para aplastar y aniquilar a civiles armados o desarmados, entre ellos a los trabajadores levantiscos que Miatello consideraba “infiltrados del marxismo en las fábricas”. Videla fue el elegido, el brazo armado de estos militares y civiles cuyo proyecto nacional correspondía a una Argentina feudalizada. Porque una cosa parecían compartir Videla y los suyos: había que retrotraer al país a un estadio previo a la existencia del peronismo y del yrigoyenismo.