ELOBSERVADOR

Desandar el camino de la mentira

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Todavía puedo recordar aquellas palabras; yo todavía estaba en preescolar y ellos me decían “no le digas a nadie de qué trabaja tu papá”; todavía puedo recordar cómo me sacaron del colegio Padre Elizalde de Ciudadela durante los primeros meses del ciclo lectivo de 1985, y durante un mes no fui al colegio y me daban explicaciones extrañas. Todavía recuerdo el viaje en un avión privado desde el aeródromo de San Fernando hacia Foz de Iguazú, en Brasil, y desde allí el viaje en micro hacia Asunción. Recuerdo haber conocido allí al médico militar Bianco, apropiador de Pablo Casariego Tato; recuerdo haber visto a Natalia Suárez Nelson en Asunción también. Sí, así fue: estuve en el Paraguay de Stroessner en los 80, al igual que Javier Penino Viñas.
A diferencia de lo que le pasó a Javier, mis apropiadores decidieron que no podían vivir el resto de sus vidas escapando y decidieron no hacer ninguna otra locura cuando la Justicia paraguaya puso en firme la extradición a la Argentina. Es por eso que la historia de Javier me llega: es una visión hacia la oscuridad de lo que podría haberme ocurrido si mis apropiadores hubieran decidido seguir ensañándose conmigo, y con ellos mismos, al seguir escapando a lugares remotos con identidades apócrifas. La confección de una nueva partida de nacimiento apócrifa y de un nuevo documento parece ya un ensañamiento innecesario. Cuando Javier relata que una persona de la Armada los “entrenaba” en sus nuevas identidades, se me hiela la sangre.
Javier repartió una carta en los juzgados contando su historia y tratando de desligar la responsabilidad de sus apropiadores. Si de responsabilidad hablamos, la de Vildoza no puede ser mayor: él mismo visitaba a Cecilia Viñas Moreno de Penino durante su embarazo en cautiverio; sabía exactamente lo que iba a hacer luego con ese niño.
Mis más fervientes deseos son que el juicio ayude a recapacitar a Javier, no ya sobre los hechos concretos que se le imputan a su apropiadora, sino a cómo desandar el camino del entrenamiento para la mentira al que fue sometido, al igual que yo, en algún momento de su vida.

*Nieto restituido.