En el día de ayer, Argentina jugó un partido contra Islandia. El resultado es importante, pero hay uno que estaba ya establecido antes de que comenzara el partido: Islandia le gana a Argentina por goleada cuando comparamos las licencias por paternidad actualmente en vigor en ambos países. Sí, Islandia es el mejor país del mundo para ser mujer (lidera desde hace 3 años el ranking de igualdad de género del Foro Económico Mundial) y es uno de los mejores países para ser padre: en 2012 se votó una ley, con el apoyo unánime de todo el Parlamento, donde se establecieron tres meses intransferibles para cada progenitor y tres más transferibles entre ellos. Lamentablemente, todavía en Argentina, los papás solamente tienen dos días corridos establecidos en la Ley de Contrato de Trabajo, siempre y cuando tengan un trabajo registrado.
Derrota social. Las comparaciones siempre sirven de referencia, y más cuando analizamos y tenemos en cuenta aquellas políticas que configuran un piso de protección social. Si en vez de compararnos con países tan avanzados, tenemos en cuenta la situación de América Latina, también perdemos contra la gran mayoría de los países de la región. De hecho, en el caso de las licencias por paternidad, saldríamos últimos.
En este marco, Unicef ha lanzado la campaña #LaPrimeraInfanciaImporta con el objetivo de movilizar a la sociedad sobre la necesidad de eliminar las barreras que impiden que los padres desempeñen un papel activo en el desarrollo de sus hijas e hijos pequeños.
Relación padre/hijo. En la actualidad, existe un consenso generalizado acerca de las licencias como una política central para contar con tiempo para el cuidado.
Licencias de paternidad más extendidas promueven mejores relaciones padre-hijo: cuando el padre se vincula con el bebé desde el comienzo, tiene mayores posibilidades de desempeñar un papel más activo en su desarrollo. Además, esto contribuye a modificar los estereotipos y a reducir la desigualdad de género no solo en el hogar (donde las mujeres argentinas destinan el doble de tiempo al cuidado que los varones) sino también en el trabajo (donde se registra una brecha de más de 20 puntos entre las tasas de participación laboral de mujeres y varones).
La evidencia muestra que disponer de mayor tiempo impacta positivamente en el desarrollo infantil en los primeros meses de vida. Las licencias por paternidad son un derecho establecido –tanto para los adultos como para los niños y las niñas– en diversos estándares internacionales.
Legislación pendiente. No obstante, la realidad de Argentina muestra que aproximadamente el 50% de los papás no dispone de licencias por paternidad, dado que solo acceden a este derecho los trabajadores formales en relación de dependencia. La Ley de Contrato de Trabajo, que se puso en vigencia hace 44 años, no ha ido modificándose para poder incorporar todas las configuraciones de familia (familias adoptivas, parejas del mismo sexo) ni para reconocer todas las necesidades de cuidado (escolares, médicas, situaciones de discapacidad en los hogares). Las normativas que rigen el empleo público nacional y provincial, así como distintos convenios colectivos de trabajo, han logrado algunos avances, lo que resulta en un panorama heterogéneo e insuficiente, donde el derecho de los chicos y chicas a estar con sus familias en sus primeros meses de vida se ve condicionado por el tipo de empleo y las características socioeconómicas de sus padres.
Espacios de cuidado. En este contexto, pensando en la necesidad de generar cambios en el actual sistema de licencias, Unicef, el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA) y Cippec analizamos en 2016 todos los proyectos con estado parlamentario. Encontramos que había cincuenta proyectos de ley que, en líneas generales, apuntaban a incrementar el tiempo de las licencias de maternidad y paternidad, aumentar los descansos por lactancia, incluir licencias por adopción, proponer esquemas de trabajo flexibles cuando van finalizando las licencias por maternidad o paternidad e incluso reglamentar la necesidad de que las empresas ofrezcan espacios de cuidado cuando se supera los cincuenta trabajadores.
Proyecto de equidad de género. Recientemente, el Gobierno envió al Congreso un proyecto de equidad de género donde, en forma parcial, se contemplan algunas de estas nuevas necesidades y se incluye por primera vez la posibilidad de brindar 15 días a los padres biológicos, adoptivos y madres no gestantes por nacimiento o adopción. Además, contempla licencias para trámites previos en casos de adopción, para procedimientos de fertilización asistida y por violencia de género. E incorpora la modalidad de jornada reducida para los padres con hijos e hijas de menos de 4 años.
Ampliación de derechos. Es un proyecto positivo porque amplía derechos, pero no cubre todas las situaciones debido a las características del mercado de trabajo argentino, principalmente por la presencia de una elevada informalidad laboral y trabajo no registrado. Además, el proyecto no contempla la posibilidad de avanzar sobre licencias parentales compartidas (como hizo Islandia) ni otras necesidades de cuidado (controles médicos, reuniones escolares, enfermedades de hijos e hijas, etc.). Tampoco modifica la licencia por maternidad, que la Ley de Contrato de Trabajo establece en noventa días, por debajo de las recomendaciones establecidas por la Organización Internacional del Trabajo.
La otra política pública central que contribuye al desarrollo infantil y la equidad de género consiste en la ampliación de la oferta de servicios de cuidado y educación de calidad. También aquí nuestro país está lejos de los logros de Islandia: solo un 21% de los niños y niñas de menos de 3 años accede a estos servicios.
Mayor insersión. Ampliar las licencias y asegurar servicios de cuidado de calidad no implica desbalances en los sistemas de seguridad social ni pérdidas de productividad. Todo lo contrario: asegura mayor inserción laboral femenina, mayor retención y menor rotación de profesionales y una mayor equidad de género. Pese a eso, promover políticas de redistribución de la carga del cuidado no sólo al interior del hogar sino también entre las familias, el Estado, el mercado y la comunidad continúa siendo un desafío en Argentina, y desde Unicef trabajamos con todos estos actores para abordarlo.
El tercer domingo de junio, cuando se celebra el Día del Padre, nos permite pensar el rol de la paternidad activa y comprometida en el acompañamiento de los hijos. Para que ello se concrete, es necesario que desde las políticas públicas se contribuya a la universalidad, llegando a todos los padres, independientemente de su posición socioeconómica o en el mercado laboral, a la coparentalidad, distribuyendo las tareas de cuidado y crianza de una forma justa entre hombres y mujeres y, fundamentalmente, introduciendo una fuerte perspectiva de equidad que considere las múltiples conformaciones familiares buscando la igualación de derechos. Para que las políticas públicas acompañen estas necesidades, el ejemplo de Islandia constituye un modelo que progresivamente deberíamos seguir.
*Oficial de Política Social de Unicef.
**Especialista en inclusión social de Unicef.