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Paradojas

El doble trabajo de las mujeres modernas

Las mujeres ocupan solo el 15% de los puestos gerenciales, mientras que el 85% está a cargo de hombres. Las mujeres ganan un 28% menos que los varones, y dedican el 75% de su tiempo a tareas de cuidado. Deben, con menores ingresos, pagar los productos menstruales y mantenerse esbeltas y maquilladas. Los desafíos de las mujeres modernas: ¿la inserción en el mundo del trabajo fue contraproducente?

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Techo de cristal: Una barrera invisible impuesta por empresas y empleadores que impide que las mujeres avancen en su carrera hasta lograr cargos de poder. Solo el 15% de los jefes totales son mujeres, mientras que el 85% son hombres. | cedoc

En Argentina, las mujeres ganan un 28% menos que los hombres. Los sectores de menos ingresos están compuestos en un 64% por ellas, según indica el Observatorio de las Violencias y Desigualdades por Razones de Género, del Ministerio de las Mujeres.

Si se analiza la tasa de desempleo, es del 7,8% para mujeres y del 6,1% para varones. Importante aclarar: el desempleado es el que busca trabajo y no encuentra, por lo tanto, excluye de la clasificación a las poblaciones que no ejercen como son los jubilados, los menores o aquellos que no trabajan por voluntad propia. Estos datos demuestran que las mujeres se encuentran en una posición de desventaja en el mundo laboral.

Las mujeres, además, tienen mayor presencia en el mercado informal. “Ellas ocupan solamente el 32% del empleo del sector privado, cifra que no se mueve desde hace más de veinte años. Sin embargo, seguimos escuchando frases como ‘nosotros contratamos en base a las capacidades’ que demuestran una incomprensión de las barreras que algunas personas enfrentan para acceder al trabajo”, afirma Carolina Villanueva, directora y cofundadora de la organización Grow Género y Trabajo.

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Además, no hay que olvidarlo, existe el “techo de cristal”: una barrera invisible impuesta por las empresas y los empleadores que impide que las mujeres avancen en su carrera hasta lograr cargos de poder. Solo el 15% de los jefes totales son mujeres, mientras que el 85% son hombres. Y, por dar un ejemplo en una actividad específica, solo tres de cada diez mujeres ocupan un puesto directivo en organismos de Ciencia y Tecnología, según los datos del Ministerio que se ocupa de dicha área. 

En el ámbito político, de 24 provincias, solo dos están gobernadas por mujeres, y solo hay seis vicegobernadoras en el país. Según datos de ONU Mujeres, menos del 16% de los gobiernos locales en Argentina son conducidos por mujeres, a pesar de la Ley 27.412 que trata la paridad de género en la representación política, aunque aplica a las cámaras legislativas. 

“Debería existir un cupo de mujeres en posiciones de gerencia. Las acciones afirmativas siempre son muy concretas y funcionan. Hay que explicar el por qué se implementan. La gente pregunta: ‘¿y por qué hay que ayudar a las mujeres?’ Si las personas que están en una organización no entienden la desigualdad estructural, se genera más tensión y más violencia. Como en su momento, en Estados Unidos no se entendía por qué las universidades tenían cupos para los estudiantes negros. Hay que explicar que hay barreras que detienen a las mujeres para llegar a jefaturas. No es que se los estarían regalando porque no tienen la misma capacidad que los hombres, es que, hasta que se quiten esas barreras, se pueden hacer acciones afirmativas”, sugiere Villanueva.

Para sumar a estas dificultades de la vida de la mujer moderna a quien se le exige trabajar y esmerarse, se agregan por default las tareas de cuidado. Las mujeres latinoamericanas tienen el 75% de su tiempo dedicado a las tareas de cuidado que implican ocuparse tanto de sus hijos, como de sus padres mayores. Los hombres dedican la mitad del tiempo a estas tareas. 

En Argentina, la licencia por paternidad es de dos días, y si bien es cierto que la madre necesita el reposo, y el recién nacido necesita a su madre, desde el Estado se promueve que desde el inicio de la vida de un niño la mujer se encargue sola de su bebé. En países como Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay los padres acceden a más de ocho días. En Brasil, Chile y México las licencias por paternidad son de entre cinco a ocho días. Con menos de cinco días para los padres, además de Argentina, están Bolivia, Costa Rica, Cuba, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Jamaica, Panamá y República Dominicana. “Implementar licencias obligatorias funciona. Cuando las licencias de paternidad son obligatorias, los hombres se las toman”, asegura la directora de Grow.

“Todo lo descripto del mercado laboral hace que las mujeres tengamos menos plata en el bolsillo y que, además, tengamos muchos mandatos que cumplir”, dice Villanueva. Los bolsillos se ven afectados, también, por los precios de los productos relacionados al período femenino. Una investigación del Foro de Justicia Menstrual afirma que el costo anual de productos para la menstruación, como toallitas, tampones y analgésicos (sin contar las pastillas anticonceptivas y todos sus efectos secundarios que forman un tema aparte) equivale al 44% de una Canasta Básica Alimentaria.

En el informe se destaca que “en un hogar pobre, con dos mujeres que menstrúan y un único ingreso, el gasto anual equivale a un mes y medio de ingresos”. Durante los últimos años circularon diversas propuestas para que las toallitas sean gratis en escuelas y hospitales, tomadas en cuenta como un producto de primera necesidad, pero ningún proyecto tuvo éxito a nivel nacional. Múltiples organizaciones propusieron quitarles el IVA a los productos menstruales. El nuevo Programa MenstruAR se encargará de entregar copas menstruales “en todos los municipios del país”. 

“Finalmente, el mundo estético nos dedica gran parte de nuestro salario”, dice Villanueva. “Ganamos menos plata, y dedicamos mucha parte de esa plata a gastos de estética, peluquería, manicuras y demás, además de las cuestiones menstruales. Todo esto nos empobrece”, agrega. 

¿Vida más difícil? Recapitulando: las mujeres no acceden con frecuencia a puestos gerenciales en sus trabajos, a su vez, ganan un 28% menos que ellos, y ocupan el 75% de su tiempo a tareas de cuidado. Deben, con menores ingresos, pagar todos los productos menstruales, mantenerse esbeltas y maquilladas. “Las mujeres han salido al mercado de trabajo y los hombres no han ingresado a los hogares en la misma medida. Esto tiene que ver con que (el cuidado) es un trabajo que está muy desvalorizado. Para ellos, no tiene prestigio social. Por lo tanto, cuando pueden, tercerizan el cuidado o lo delegan en sus parejas”, afirma la fundadora de Grow. 

Entonces: ¿acaso la vida de la mujer moderna es mucho más complicada que cuando no estaba insertada en el mercado laboral? “Es verdad que se suman muchos mandatos y son todos muy exigentes: el mandato de la maternidad perfecta, el mandato a la trabajadora, mandato de la estética, de estar flaca. Pero no la vida no es más complicada. Requiere más tiempo, más estrés, pero es una vida de mayor libertad. Con la posibilidad de salir al mercado laboral, de votar, de opinar, de vivir con mayor autonomía. Es una vida más complicada, quizás, pero más beneficiosa, con derechos, a largo plazo”, responde la activista. 

Continúa: “La igualdad en el mercado del trabajo no llegó, y la brecha va a existir siempre y cuando las mujeres tengamos más tareas de cuidado y menos tiempo para la vida productiva. Además, cuando finalmente nos insertamos en el mundo laboral lo hacemos en actividades de menor remuneración, y eso también explica la brecha salarial”.

De acuerdo a datos de la Unesco, en los países de América Latina, los docentes, de ambos sexos, creen que las matemáticas son más fáciles para los niños que para las niñas. Este tipo de sesgos influyen luego en las elecciones de carreras universitarias: mientras las mujeres son mayoría en las Ciencias Humanas (un 73% del total de alumnos), son minoría en carreras como Física (31%) o Ingeniería. 

Estas diferencias se extienden en toda la región latinoamericana. Con una brecha salarial del 20% en perjuicio de las mujeres de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo. Un 76% de las mujeres latinoamericanas, es decir casi ocho de cada diez, han sufrido violencia laboral, frente al 58% en el caso de los hombres; estos datos aportados por Grow. 

Proyectos. Grow Género y Trabajo es una organización social, con más de doce años de trayectoria en América Latina, que facilita procesos de transformación para la construcción de espacios laborales más inclusivos, diversos, y libres de violencia, asesorando a organizaciones, empresas y gobierno. Desarrolla un amplio repertorio de actividades, contenidos y trabajos con el objetivo de interpelar a distintos públicos, sensibilizarlos e invitarlos a la reflexión.

La organización lanzó recientemente la campaña “Reflejos de la desigualdad”. “(El proyecto) busca desarmar discursos individualistas del éxito. América Latina es la región más desigual del planeta. Factores como el género, la pertenencia étnica, la edad, el nivel socioeconómico, entre otros, representan elementos clave para el desarrollo de las personas. Cada mes se abordarán diferentes dimensiones que darán cuenta de cómo estas categorías se entremezclan y crean escenarios de oportunidad y desigualdad”.

El proyecto es anual y hace énfasis en lo que se encuentra más allá de lo que se puede ver a simple vista. “Utiliza la metáfora del reflejo, de aquello que el espejo nos devuelve, porque detrás de lo que queremos mostrar, se esconde una realidad invisibilizada. Lo que se ve de nosotros, no es todo; lo que vemos en las demás personas, tampoco. Hay mucho más: existimos en un contexto social, económico y político que sigue sosteniendo desigualdades que tienen un impacto en nuestras vidas”, explican. 

“Como se observa en los datos, no todas las personas tienen las mismas oportunidades para desarrollarse: hay quienes tienen un camino con más obstáculos. Es necesario que el Estado y las organizaciones empleadoras implementen políticas de inclusión que consideren los diversos puntos de partida que tienen las personas. De lo contrario, no hay equidad posible”, afirma Grow. 

“Las organizaciones deben tener coherencia institucional en todo lo que hacen. Tienen que asegurarse que las mujeres lleguen a espacios de decisión y, por supuesto, tienen que asegurar que los espacios laborales sean libres de violencia. Deben tener en cuenta a líderes que posean la agenda de género y diversidad, porque si tienen líderes machistas, que acosan o generan violencia entre los equipos de trabajo, las mujeres se van a ir. Todo el sistema tiene que ser coherente”, finaliza Villanueva.