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del caso monzon a la actualidad

En tres décadas, el “crimen pasional” se volvió femicidio

Muertes como la de Alicia Muñiz empezaron a crear conciencia sobre los efectos nefastos del machismo. Pero aún se repiten los asesinatos y la sociedad no cambió tanto como es necesario.

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Guantes. Carlos Monzón y un símbolo de su poderío, junto a la que fue su mujer, Alicia Muñiz. Hace treinta años no se habló de femicidio, pero fue el primer crimen de alto impacto. | cedoc

Hasta hace treinta años, el crimen de una mujer no era femicidio. Era crimen pasional. La violencia no era violencia, era un “tema de pareja”. Los asesinatos o abusos dentro del hogar quedaban puertas adentro, en “la vida doméstica”. Eran los tiempos de las cosas no dichas, del ocultamiento y la negación. Con el asesinato de Alicia Muñiz el asunto reventó. Era verano, Mar del Plata, 14 de febrero de 1988, la imagen del cuerpo muerto y casi desnudo de la modelo fue ícono de la escena mediática, la boca de la gente se abrió y el caso llegó más lejos de lo imaginado hasta ese momento. El cadáver marcó un crimen. El cambio generó modificaciones en diferentes áreas. Por palabras, y no por hechos, Cacho Castaña sintió en carne propia cómo cambiaron los tiempos, aunque falte avanzar mucho. En este artículo, tres expertas en género, lingüística y medios hablan de los hitos en la problemática de femicidios y su impacto en el enfoque sobre temas de género.

Antecedentes. En 2015, la marcha NiUnaMenos volvió a instalar el problema en agenda luego de una ola creciente de asesinatos. Como hace treinta años, tras el crimen de Muñiz se visibilizó una problemática fuera de control, lo que ayudó a adoptar medidas. También hay deudas. Denuncias, capacitación y herramientas para la autonomía económica son prioritarias. En los medios, poca profundidad. Una investigación revela que las noticias siguen metaforizando la tríada “amor, locura y pasión”.

Ley de femicidios. El avance legal en violencia familiar y de género señala un compromiso del Estado. Pero son herramientas, no soluciones. “La ley de femicidios (26.791/12) es un hito. Introduce el femicidio en el Código Penal y tipifica delitos ignorados. Lo que parecía de la vida privada, a resolver en las cuatro paredes de una casa, pasa a ser asumido como algo público, donde hay condiciones de desigualdad de género que originan las causas del crimen. Cuando hubo denuncias previas y concluye en femicidio, hay incumplimiento del Estado. Al haber una ley, hay un indicador de mayor conciencia”, explicó Diana Maffía, que dirige el Observatorio de Género en la Justicia del Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires.

Y agregó: “La ley no fue nombrada con la palabra femicidio sino ‘homicidio agravado’, pero la herramienta incluye el concepto”.

Leyes contra la violencia.  Recién en 2011 se creó la Comisión Nacional que define sanciones. Ya tuvo diez modificaciones. En noviembre de 2017 cambiaron las guías de actuación policial y fuerzas de seguridad en la investigación de femicidios. A la fecha, Argentina promulgó más de 37 leyes, además de decretos y resoluciones, con criterios y medidas dirigidos a erradicar la violencia de género, según información del Instituto Nacional de Mujeres. “Estos hechos forman un hito en el reconocimiento público del problema, así como también del Comité de la Cedaw”(Convención sobre la Eliminación de toda forma de Discriminación contra la Mujer, ONU -1979), señaló Maffía. Argentina otorgó jerarquía constitucional a esa convención en 1994 (Ley 23.179) y firmó un protocolo internacional (2007) para elevar denuncias si no hay tutela judicial o administrativa eficaz a nivel local. En 2015, el comité reclamó por incumplimiento del plan 2010-2016.

Travesticidio. Otro hito fue el reconocimiento del travesticidios. En 2016 hubo una huelga en protesta por las condiciones desiguales de género, que provocó un antecedente sin réplicas.

A partir del asesinato de Diana Sacayán, en 2015, se empezó a hablar de travesticidio, se lo tipificó en el Observatorio de Género de la Justicia y en 2016 la Corte lo incorporó al registro. Aunque no tienen la misma vulnerabilidad por sus condiciones físicas diferentes, en todos los casos hay violencia de género. Argentina es el único país del mundo que registra estos casos. Lohana Berkins movilizó el pedido”, aclaró Maffía

Cambio cultural. A lo largo de estos treinta años cambió la percepción del tema, lo que abre puertas a nuevas e imprescindibles soluciones. Se empieza a entender la violencia como parte de un proceso; se encuentran explicaciones que llevan lo que se entendía como algo parte de un regístro íntimo a uno social. Luego de Muñiz, de los asesinatos de Ricardo Barreda, de la muerte de Wanda Taddei, de Angeles Rawson, luego del NiUnaMenos, la sociedad –y el registro social de los medios– es definitivamente otro.

“Ya no se habla de crimen pasional. “Esa figura aminoraba la condena. Al hablar de femicidio, se reconoce el origen del verbo latino que significa asesinar a una mujer. Apareció la palabra ‘asesinato’ y desapareció el adjetivo ‘pasional’. El avance está en leer las expresiones violentas”, explicó Ramírez Gelbes, autora del Diccionario argentino de sinónimos, ideas afines, antónimos, parónimos y locuciones.

“Hoy hay más espacio para hablar. Los casos de violencia y asesinato pasó a lo público y dejó de ser parte de la privacidad del hogar. Hasta los dichos de alguien que justifique esas acciones provoca debate, es visto como antiguo, desubicado y produce rechazo público. La problemática está instalada en la agenda de los medios de América Latina, Europa o Estados Unidos; a diferencia de Kenya o Arabia Saudita, donde el espacio es menor.  Los medios están cambiando y eso refleja un cambio en la sociedad. Aunque conozcamos los casos en la TV, no es ahí donde nace y termina el análisis” sostuvo Eugenia Mitchelstein doctora en Medios, directora de la carreda de comunicación de la Universiad San Andrés.

La discusión –continuó– se instala desde las agrupaciones que movilizan la temática, aún cuando haya diferencias lógicas y se deban construir consensos”,

Medios. Desde la marcha Niunamenos en repudio a los femicidios, se ha logrado un quiebre en el tratamiento informativo. “El caso fue un cambio social y no ocurrió desde los medios tradicionales. Convocar a una movilización masiva en las redes sociales es algo diferente de instalar un tema a través de un informe especial periodístico en un medio. Los medios potencian lo que pasa. La violencia y los femicidios son parte de la desigualdad de género; eso debe cambiar tal como pasó con la idea de muerte y pasión. Incorporar la palabra “femicidio” es ejemplo de un proceso gradual, no de un día para el otro. El lenguaje muestra cambios. El énfasis en “todos y todas”, o  “todes”, busca nombrar diferencias y expresa necesidades latentes de búsquedas de consensos”, señaló Mitchelstein

. “El lenguaje es el espejo de lo que piensa y siente la sociedad. La discusión por el genérico masculino en plural, como expresión ambigua que deja de representar a la gente, demuestra un cambio. Llevado a la reflexión de los asesinatos, el avance está en la lectura de las expresiones violentas. El hombre no es dueño del cuerpo de una mujer, no es mercancía ni propiedad.

¿Qué hay detrás de los asesinatos? La idea del “te mato porque sos mía”, afirma, en un sentido similar Silvia Ramírez Gelbes.  Eso subyace en el caso Muñiz. Un boxeador no puede pelear con nadie en la calle porque tiene un arma de fuego en los puños. Hubo un cambio de mirada. Años atrás era más frecuente la negación y justificación. “No, vos le habrás hecho algo, lo provocaste”.  Eso busca la idea de culpa en la mujer”.

Gelbes sostiene que “con la educación de los hijos pasa lo mismo. Un cachetazo era un “correctivo”. Durante años en las películas y novelas, el hombre le pegaba a la mujer como parte de la vida doméstica. Es famosa la escena de Niní Marshall diciendo “usted no me puede pegar porque no es mi marido”. O las zamarreadas de Arnaldo André a Luisa Kulliok. Eso se veía a las 3 de la tarde. Y era parte del rito y de la expresión “qué macho”, concluye la semióloga.

La idea de macho es algo que también está en proceso de revisión.. Y con ella, la sociedad que se sostiene en ella, también deberá cambiar.


Monzón, el ‘pobre tipo’

La modelo uruguaya Alicia Muñiz fue asesinada por su esposo, Carlos Monzón. Durante el proceso judicial hubo complicidades, ocultamiento de pruebas y confirmación de que le habían extirpado un músculo del cuello para ocultar la evidencia del estrangulamiento. Los peritos forenses confirmaron la hipótesis inicial testificada por el testimonio del cartonero Báez. Monzón fue condenado a 11 años de prisión.  La sociedad de entonces reaccionó con menos estupor que la de hoy. Famosos como Alain Delon, por ejemplo, llegaron a preguntar públicamente “¿quién no le pegó alguna vez a una mujer?”

“El asesinato de Alicia Muñiz fue un hito. Logró romper la idea del tema de pareja. Visibilizó la tarea de los grupos de mujeres feministas que estaban trabajando en autoayuda de manera voluntarial”, opinó Diana Maffía.

“Aunque el escándalo cubría los medios, hubo diferentes reacciones en la gente; quienes pedían justicia y opinaban sobre el caso, y quienes lo seguían llamando ‘campeón’. En Santa Fe le levantaron un monumento, decían ‘pobre tipo’. El gobernador de esa provincia lo visitó en la cárcel, le otorgó un traslado y siete años después obtuvo libertad transitoria. No creo que eso sería avalado por la opinión pública hoy”, sostuvo Eugenia Mitchelstein.

Silvia Ramírez Gelbes ve a la sociedad de hoy diferente a la de entonces. “Si hoy ves a una mujer con moretón en la cara pensás que le dieron una trompada. Antes no era así. La idea de autoridad actual está muy lejos del autoritarismo”.