La llegada del centenario del genocidio armenio ha convulsionado a Europa y a buena parte del mundo tras el enfrentamiento verbal que mantuvo el gobierno turco con el papa Francisco y el Parlamento Europeo (PE) durante esta semana, luego de que ambos recordaran la matanza que se llevó a cabo entre 1915 y 1923.
Las tensiones comenzaron cuando el Pontífice sostuvo que se había tratado del “primer genocidio del siglo XX”, durante una misa en el Vaticano el domingo pasado a la que concurrieron el presidente de Armenia, Ser Sargsyan, y el patriarca armenio Karekin II.
Allí, afirmó que a los muertos “es necesario recordarlos, es más, es obligado recordarlos, porque donde se pierde la memoria quiere decir que el mal mantiene aún la herida abierta. Esconder o negar el mal es como dejar que una herida siga sangrando sin curarla”.
En la ceremonia, Francisco fue más allá y enlazó aquellas matanzas con las de cristianos que están ocurriendo en Medio Oriente en manos de Estado Islámico (EI). “Lamentablemente, aún hoy oímos el grito sofocado de muchos hermanos y hermanas inertes, que a causa de su fe en Cristo o de su pertenencia étnica son públicamente y atrozmente matados, decapitados, crucificados, quemados vivos, u obligados a abandonar su tierra… También hoy, estamos viviendo una suerte de genocidio causado por la indiferencia general y colectiva, por el silencio cómplice de Caín”.
Turquía fue uno de los países, junto a los Estados Unidos, que ayudó con logística y armamentos a los grupos rebeldes contrarios al régimen de Bashar Al Assad, que terminaron conformando el EI, y actualmente le sirve para balancear el poder en la región. “El EI es instrumental para Turquía y Arabia Saudita, porque geopolíticamente es la mejor contención a la expansión de Irán en Medio Oriente” afirma Khatchik Derghougassian, doctor en Relaciones Internacionales y profesor de la Universidad de San Andrés.
Las palabras del papa Francisco impactaron de lleno en Ankara ya que elípticamente los estaba haciendo responsables de lo que pudiera ocurrirles a los cristianos de la región, al igual que a los cerca de cien mil armenios que el presidente Recep Tayyip Erdogan amenaza una y otra vez con deportar de su territorio. Estaba alertando al mundo sobre una nueva limpieza étnica.
“La reacción no fue por el reconocimiento, eso es caer en una trampa. El Papa dijo dos cosas en su discurso: negar el crimen es continuarlo y lo que pasó a los armenios le está pasando otra vez a los cristianos. En otras palabras, actualizó el tema y expresó un compromiso desde el Vaticano de un tema muy actual. Eso es lo que más preocupa a los turcos. Ankara tenía una política de facilitar la logística y armamentos a la oposición del régimen de Al Assad, que pronto pasó a manos de los islamistas. Actualmente, hay un apoyo de sus servicios de inteligencia al Estado Islámico”, resalta Derghougassian.
Por eso, la respuesta de Erdogan no se hizo esperar. Primero llamó a consultas a su embajador en el Vaticano y, luego, comenzó un violento ataque público contra Francisco y todo aquel que se sumara a su posición.
“Si los políticos o los religiosos hacen de historiadores, no vamos a llegar a hablar de la realidad, sólo serán delirios y estupideces –afirmó al mandatario–. No permitiremos que incidentes históricos sean sacados de su contexto genuino y sean usados como herramienta en una campaña contra nuestro país. Condeno al Papa y quisiera advertirle que no vuelva a cometer errores similares”.
Al día siguiente, su gobierno redobló la apuesta cuando el ministro de Asuntos Europeos, Volkan Bozkir, sostuvo que “Francisco es argentino, y es importante recordar esto. La Argentina es un país que recibió a los ejecutores del Holocausto con los brazos abiertos. El Papa actuó bajo la influencia de su ciudadanía argentina más que su cargo transitorio que está más allá de cualquier nacionalidad. En la Argentina, lamentablemente, la diáspora armenia controla los medios de comunicación y los negocios”.
Estas declaraciones sorprendieron no sólo por el tenor de las palabras del funcionario sino porque, además, estaba agraviando a la Argentina, en un asunto en el que el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, no se había pronunciado en esta oportunidad. Por eso, también es inexplicable el silencio de su gobierno que hasta el momento no ha salido a contestar las acusaciones. “En este caso, hay que cuestionar la falta de reacción de los argentinos. No hubo una reacción de la Cancillería cuando están insultando al país”, afirma Dergoughassian.
El que reavivó aún más el fuego de la disputa entre el gobierno turco y el Papa fue el Parlamento Europeo cuando aprobó el miércoles una resolución mediante la cual rindió homenaje a las víctimas y se unió “a la conmemoración del centenario del Genocidio Armenio en un espíritu de fraternidad europea, solidaridad y justicia”.
La respuesta, esta vez estuvo a cargo de la Cancillería quien afirmó en un comunicado que “este acercamiento selectivo y unilateral del PE acerca de los eventos de 1915 tiene el potencial de dañar las relaciones entre Turquía y la Unión Europea” e instó a sus miembros a “hallar su propio pasado, especialmente sus roles y responsabilidades en las más aberrantes calamidades de la humanidad, tales como la Primera y Segunda Guerra Mundial, mucho antes que tratar la polémica de 1915”.
En tanto, la Gran Asamblea Nacional, condenó “enérgicamente este enfoque parcial, que se haya en contra de la razón de ser del Parlamento Europeo, es decir, contra la idea de establecer la paz, la tolerancia y un futuro común en lugar de la guerra y el conflicto”.
Azerbaiyán, que mantiene una disputa con Armenia por el enclave de Nagorno-Karabaj, también salió a respaldar a sus aliados de Ankara y a azuzar las diferencias religiosas. “Esta decisión ha demostrado que en la Europa de hoy y en la mayoría de las instituciones internacionales creadas por iniciativa de Occidente, incluido el Parlamento Europeo, domina la doble moral y la islamofobia”, sostuvo el asistente de su presidente sobre cuestiones sociopolíticas, Ali Hasanov.
La escalada parece no detenerse pese a que tanto los europeos como el papa Francisco prefirieron no responder a los ataques del gobierno de Erdogan. Pero aún quedan cinco días hasta que se cumpla el centenario, en el que los mandatarios mundiales que concurran al homenaje en Armenia (al menos el de Francia, Rusia y Chipre) seguramente harán declaraciones
que avivarán una vez más la polémica.