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Retratos digitales

Joss Monzoni, un artista maniatando al miedo

Dirige una productora audiovisual que financia la realización con la venta de NFTs, lo que otorga propiedad intelectual sobre el producto a todos los inversores.

Joss Monzoni 20221028
Joss Monzoni | CEDOC

Joss Monzoni mirará hacia arriba, a los costados. Hablará, durante dos horas, suelto de hombros, los brazos flotando por momentos, en el aire –por la singularísima cualidad de mantener videollamadas de parado, que otorga enormes ventajas proxémicas.

Nacido en Chihuahua, y criado en el DF mexicano, Monzoni es un artista plástico internacional. Su carrera, estructurada desde el diseño gráfico que estudió en la Universidad mexicana de La Salle, sede León, lo catapultó al cine, y luego al entretenimiento en general, siempre cruzado por las tecnologías top.

Para ordenar la charla, hay que señalar un hecho capital en su vida: la inmigración a Canadá, como consecuencia de la inseguridad creciente y sostenida en el país de los mariachis, a fines de los noventa.

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“Me casé a los veinticuatro años, con Vero, y tuvimos dos hijas. Pero en la época en que decidimos venirnos a Canadá, en mi país todos los días secuestraban niños. Y, sabes, mis hijas son rubias, blancas, y eso en México siempre se asoció con tener dinero. Y yo le dije a Vero: ‘oye, yo no me voy a quedar aquí esperando a que nos lleven a las niñas y nos pidan un dinero que no tenemos, y entonces, pues, no sé, las maten o algo así”.

“Si el dinero no te da más opciones, más libertad, probablemente te hace más esclavo”

Así que, con su carrera ya avanzada, habiendo abierto su estudio de diseño mientras estudiaba, Joss y Vero hicieron las valijas y aterrizaron en Toronto. Desde entonces, todo le ha resultado bastante bien, empezando porque durante diez años fue diseñador del periódico más importante de Canadá, el Toronto Star.

“Siempre me gustaron las tecnologías vinculadas con el arte visual. Entonces en un momento conocía a Nonny de la Peña que es como la madrina de la realidad virtual y el periodismo inmersivo. Nos hicimos amigos, y ese fue mi primer acercamiento a la realidad virtual”. 

Entonces Joss se unió a Virtual Wear, una de las primeras empresas dedicadas a esa intersección tan extraordinaria en la que las tecnologías digitales permiten embriagar a los sentidos engañándolos con luces, proyecciones, sonidos envolventes. 

Actualmente Joss plasma con carbonilla unas criaturas un tanto tétricas, a veces horrorosas. Siempre dibujó y pintó en forma analógica, pero desde que tuvo la primera Mac, nunca paró de incorporar nuevas herramientas, más sofisticadas.

Joss Monzoni 20221028

“O sea, imagínate que, de pronto, un director de cine ya no podía decidir dónde estaba enfocada la vista del espectador, porque en las películas de cine inmersivo ¡tú estás adentro de la historia! Eso me resultó fabuloso, y no paré de aprenderme todos los trucos para dominar esos programas”.

Joss tiene una oratoria fantástica, casi infantil. Es decir, es tan evidente que su mundo interior es inabarcable, que basta con verlo gesticular y mostrar a cámara libros de pintura, dibujo, o piezas de creación híbrida, para darse cuenta de que la imaginación es todo en él.

Al buscar en YouTube, es posible verlo dar clases o exponer en distintos eventos. Siempre sostendrá que “la mejor historia es la que, finalmente, gana”. Pero atención, porque su camino está signado por la semiótica de los colores, los trazos, las imágenes… mas no las palabras.

Quizá por eso, y luego de incursionar en proyectos más y más sofisticados, hoy día es director creativo de MassLess, una productora audiovisual con sede en Londres, que impulsa la creación de contenido cinematográfico sostenido con la compra de activos digitales. 

Simplificando: se trata de poder filmar una película con lo mejor de lo mejor, pero financiando la realización mediante la venta de NFTs, lo que otorga propiedad intelectual sobre el producto a todos los inversores, según el monto que aportan.

Y mientras, muy en voz baja y de a poco, Joss va dejando asomar unos personajes enrevesados; algo siniestros algunos, un tanto monstruosos los otros. 

“Han venido varias veces a ofrecerme ‘oye, por qué no exponemos todos estos cuadros que tienes aquí’, pero yo qué sé, nunca me atreví (…) pero luego entiendo que lo que no comunicas, no existe. ¿Y por qué temer a algo que no has intentado siquiera?”

La pregunta por el miedo. Joss está empezando a contar una historia en la que el eje es el miedo. La llama Fear Hunters (Cazadores del miedo) y se trata de una colección que, por primera vez, lo tiene a él como autor, ya no trabajando con ideas ajenas, sino saliendo a la luz con su propia voz.

“Los hunters vienen a mostrarnos que, por lo general, lo que nos paraliza es eso a lo que le tememos, pero que, casi siempre, está dentro de nuestra mente –reflexiona–. Y entonces no nos atrevemos a hacer algo distinto, porque pensamos en qué dirán, o que nos va a ir mal (…) o sea, definitivamente, el miedo es un gran límite que nos ponemos a nosotros mismos, y por eso este proyecto”.

Trabaja dibujando y pintando, pero a la vez crea escenarios a partir de una inteligencia artificial que representa, en imágenes, lo que él sugiere con palabras. El programa se llama Midjourney.

Luego “hay que crear y romper, y volver a crear” hasta que surgen los miembros un ejército de seres tipo simios, temerarios, que llevan gafas y escafandras, y saldrán a cazar calaveras ensombrecidas que representan eso que nos frena, que nos quita libertad, que no nos deja ser.

“Con un gran amigo y socio, Francisco Herrera, nos preguntamos a veces qué es lo que persiguen quienes se preocupan todo el tiempo por el dinero –analiza– y la verdad es que, si no te da más libertad, más opciones, pues probablemente te hace más esclavo”.

La clave, para Monzoni, es ser feliz. Y eso está un paso más allá del dinero “porque luego tienes que escoger bien entre las opciones que tengas delante”.

Acaso la mejor elección de un artista sea, en tiempos de tanta incertidumbre, seguir el eco que se propaga desde lo más hondo de su ser: seguir creando, con pasión, y sin miedo.