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Retratos digitales

Campus Summit, una fascinante experiencia tecnológica

Una cita que reunió a miles de personas, entre gafas de realidad virtual, ponencias de expertos, experiencias de cine 3D y emprendedores de cuyas cabezas surgen las ideas más disruptivas.

Campus Summit 20221022
ARTE. El chaqueño Milo Locket presentó durante el encuentro su colección de NFTs, Miloverso. | CEDOC

Un joven rastafari parado en el ingreso del Centro de Convenciones de Buenos Aires, sobre Figueroa Alcorta, hace leer el código QR de su ticket digital, y concita la atención de buena parte de los visitantes. 

Las escaleras mecánicas llevan hacia abajo, donde grupos de adolescentes con uniforme se mueven al ritmo de la tecnología: todos con sus celulares, curiosos, despreocupados, nadando como peces en el agua.

Un agua cuya moderna liquidez, como describió Zygmunt Bauman, se nutre de enormes pantallas, proyecciones hiperrealistas sobre las paredes, luces y más luces, todo alrededor del salón donde se desarrolla Campus Summit, uno de los eventos de tecnología más importantes del mundo, que el 12 de octubre se dio en la Capital Federal.

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Es uno de los eventos de tecnología más importantes del mundo y se realizó en Buenos Aires

Es extraordinario el efecto de iluminación artificial, en plena tarde soleada, sobre los ojos atentos de miles de personas que pululan de aquí para allá, entre gafas de realidad virtual, ponencias de expertos de lo más variadas, experiencias de cine 3D en vivo y directo, y una cantidad de emprendedores de cuyas cabezas surgen las ideas más disruptivas e impensadas.

Algunas disertaciones se desarrollan vía streaming, en pantallas del tamaño de una pared. Las hay en español y en inglés.

Por los pasillos pasan al trotecito jóvenes presentadoras que suben y bajan de los escenarios, capaces de comprender lo que cada ponente se propone transmitir, en ambas lenguas, y con la consigna de empujar la participación del público. 

Por todos lados se ubican, desde luego, las empresas con sus stands.

No solo las de grandes nombres, cuyas marcas sostienen una puesta de semejante envergadura; interesan, también, los pequeños emprendimientos, como uno que vincula la enseñanza de las artes cinematográficas con el dominio de la realidad virtual. Sus fundadores no pisaron, aún, las tres décadas.

Campus Summit 20221022

Asimismo, la pluralidad del Campus Summit permite que, de pronto, aparezca una nena, de vestidito rosa, fascinada por el gentío y los bríos de la innovación tecnológica, y se coloque las gafas que le darán acceso a vaya uno a saber qué mundo. 

Levanta una pierna, abre los brazos y sonríe ante la mirada de su madre. 

Por allá camina tranquilo Ever Míguez, el organizador del evento. Él también sonríe, conversa con unos y otros, y se comporta como lo que sabe ser: un gran anfitrión. 

En los últimos meses, recibió a más de 30 mil personas entre Punta del Este, Asunción y Buenos Aires. Esta edición porteña de la marca Campus Party será la última del año. Se lo nota satisfecho al uruguayo, que no para de emprender impulsando, en toda la región, que las ideas disruptivas se puedan concretar.

Hay paneles en los que se analiza la tendencia de comer alimentos que parecen hechos de carne, pero no lo son. En otros casos, una chica muestra en un muro LED el cosmos, y explica que con inteligencia artificial (IA) es posible predecir lo que ocurrirá en alguna galaxia.

Una exponente regular de estas citas es Agustina Pérez Comenale, representante legal de Binance para América Latina, experta en nuevas tecnologías. 

Ante un público fundamentalmente interesado por las tendencias en finanzas y criptoactivos, y secundada por representantes de Globant y The Carbon Sink, ella explica por qué hoy no solo es tendencia administrar valor basado en redes digitales descentralizadas sino que, además, las empresas comienzan a poner el ojo en la sustentabilidad de sus acciones.

En una de las disertaciones pidieron cautela ante la realidad del metaverso

En otra ocasión, se la verá junto con Juan Corvalán, director del Laboratorio e Innovación e Inteligencia Artificial de la UBA, explicando aspectos regulatorios del metaverso. Entre ambos, pondrán un manto de cautela ante el término del año en materia tecnológica. 

“El metaverso, como lo describió Mark Zuckerberg, no existe todavía” explican. De hecho, algo así sostiene la obra –de próxima publicación por Thomson Reuters– en la que Corvalán dirige a un puñado de autores expertos en innovación tecnológica, que estudian el fenómeno, tan mentado.

Sin embargo, a la hora del té del soleado miércoles, ocurre algo inverosímil. 

Mirando el salón de frente, sobre la izquierda hay un escenario de menor escala que el principal. Al finalizar la charla en remoto de un orador foráneo, las butacas están vacías prácticamente en su totalidad.

El rictus de una de las coordinadoras expresa cierto nerviosismo. Miran el reloj con el sonidista y otra asistente, más el moderador de la charla que se espera allí. Llega uno de los oradores, le colocan el micrófono. Hacen lo mismo con el moderador, que ahora usa el celular una y otra vez.

Entonces, desde el borde del escenario levantan las manos y las agitan. Hacen señas desesperadas como si estuvieran en la playa, fruto de cierta oscuridad que inunda ese rincón del Centro de Convenciones.

Pero la caminata del principal orador se frena obligadamente una y otra vez. Fotos, abrazos, besos.

Un minuto después, las luces del escenario se encienden y, para cuando los cuatro expositores están sentados en sus taburetes, ya no queda asiento libre frente al Innovation Stage. 

Lo que sigue es una conversación en la que Milo Lockett dará en el clavo una y otra vez. Su nueva obra, Miloverso, es la primera colección de NFTs en la que las figuras poseen tres dimensiones y, a su vez, han sido mágicamente intervenidas por el trazo de un artista plástico cuya conducta tiene mucho más que ver con el rock que con la pintura.

Fui va intercalando las intervenciones de Guillermo Mutis (The Collections, empresa que creó el concepto miloverso), Federico García (Qurable, la plataforma donde se comercializará la colección) y el propio Lockett, que parece tan cómodo en el escenario como en tu taller.

En la pantalla gigante se ve todo el proceso creativo. El pintor afirmará, una y otra vez, que lo sorprendió lo que los artistas digitales hicieron con su obra, además de que, en el camino, resultó fundamental “escuchar a la comunidad (…) la Web 3 tiene eso, una situación en la que el público democráticamente te dice qué le gusta y qué no, y te pide cosas. Y nosotros supimos escucharlos”.

Sobre el final, diferentes personas hacen preguntas. Todas admiten su gusto por la obra de Lockett, y esperan el momento de comprar estos elefantes, incluso con la fantasía de que les toque la suerte de que su NFT venga acompañado de un corpóreo, pintado a mano por Milo.

En cuarenta minutos, arte, tecnología y negocio parecen hablar el mismo idioma. Nada despreciable para un evento hecho acá –léase, contra viento y marea– y cuya cereza del pastel viene de la mano de un pintor chaqueño pero internacional, masivo y auténtico que, al bajar del escenario, sigue recibiendo afecto.