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Ocho años de pontificado

La obsesión de Horacio Verbitsky con el papa Francisco

El reconocido periodista ha dicho que Bergoglio es una personalidad contradictoria con sus claros y sus oscuros. Tal vez también hablaba de sí mismo.

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El periodista es un crítico feroz del pontífice. | Cedoc

Se cumplen ocho años del papado de Francisco. El 13 de marzo de 2013, cuando se conoció la noticia, un diario argentino tituló en tapa “¡DIOS MIO!”, con el subtítulo: “ha sido denunciado por complicidad con la dictadura militar”. La prensa del mundo se hizo eco. Miles de titulares en todos los idiomas empañaban la llegada de Francisco.  Todos esos miles de páginas tenían una sola y única fuente: lo escrito por Horacio Verbistky (HV).

Nadie había investigado la veracidad o no, de sus afirmaciones. Comenzando por la frase “había sido denunciado”, sin decir que la única denuncia, era la de su amigo, el abogado y militante de izquierda Marcelo Parrilli, quien se basó en artículos periodísticos y en el libro “Iglesia y Dictadura”, publicado por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS). O sea, en los escritos de Horacio Verbistky.

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La tapa de Página: "ha sido denunciado por complicidad con la dictadura militar"

Y lo que tampoco decía Pagina 12 era que tres años antes, el 28 de diciembre de 2011, el Tribunal Oral Federal Número 5, en el fallo que condenó al almirante Oscar Montes y a otros jerarcas de la ESMA, desestimó cualquier acusación contra Jorge Bergoglio por el secuestro de los jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics.

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El juez de dicho tribunal, Germán Castelli, dijo a La Nación dos días después de la elección de Francisco como papa: “Es totalmente falso decir que Jorge Bergoglio entregó a esos sacerdotes. Lo analizamos, escuchamos esa versión, vimos las evidencias y entendimos que su actuación no tuvo implicancias jurídicas en estos casos. Si no, lo hubiésemos denunciado. No es un cruce de opiniones. No da para la controversia. Ya hay un fallo judicial”. 

En mi libro Salvados por Francisco, recopilé 25 testimonios de personas a quienes Jorge Bergoglio (JB) protegió, escondió o ayudó a salir clandestinamente del país. HV dice que esos testimonios no son suficientes. Los militantes que sobrevivimos en el país a la dictadura sabemos perfectamente el riesgo que se corría por el solo hecho de figurar en la libreta de direcciones de un cuadro clandestino. Por lo tanto, ayudar a un perseguido, era un riesgo que muy pocos estaban dispuestos a tomar. Y no se trata de establecer una competencia sobre cuántos salvó Bergoglio. Una, diez o veinticinco personas dan clara idea, de qué lado estaba parado. A todo esto, todavía nadie escribió cuántas vidas salvó Horacio Verbistky en esa misma época.

No voy a repetir aquí los 25 testimonios que registré en mi libro. Menciono el caso de un joven, a quien le dio su propio DNI y ropa de sacerdote para que salga por Foz de Iguazú; un acto de temeridad e inconsciencia que podría haber terminado con Bergoglio en un sótano de la ESMA. O, la pericia con la que planificó y organizó la fuga de otros jóvenes por la frontera con Brasil. Conocimientos que le trasmitía la ex jueza y militante de la JP Alicia Oliveira, y que eran práctica solo de militantes muy experimentados. Se puede escuchar como ejemplo el video testimonio de Gonzalo Mosca que acompaña esta nota.

Terrorismo de Estado

Una mínima lógica indica que, si Jorge Bergoglio asumió riesgos en proteger y ayudar a jóvenes a quienes ni siquiera conocía, e incluso cuya ideología no compartía, por qué razón iba a actuar exactamente al revés con dos sacerdotes de su orden, con quienes además tenía un trato personal muy cercano. Pero, la verdadera explicación del secuestro de Yorio y Jalics también viene de la mano de Verbistky, solo que lo escribió en un libro diferente.

Primero es necesario explicar cómo funcionó el terrorismo de estado. Las fuerzas armadas tenían un objetivo militar principal: aniquilar a las organizaciones ERP y Montoneros. Y un objetivo político: instaurar un orden del terror que discipline la sociedad, para imponer su plan económico.

Copiaron la doctrina de los franceses en Argelia: destruir la guerrilla comenzando de abajo hacia arriba. El método fue capturar a los militantes de superficie, o simpatizantes. Torturarlos y sacarles información sobre sus contactos. Captura-tortura-información-nueva captura. Este método repetido cientos de veces y con toda la ferocidad e impunidad necesaria produjo una rápida destrucción de los cuadros guerrilleros. En 1976 son secuestrados y desaparecidos 3.800 militantes. Rodolfo Walsh en su informe de inteligencia del cinco de enero de 1977 dice: “en el último trimestre de 1976 el número de muertos osciló de 200 a 300 (…) Tras el aniquilamiento de la conducción del ERP en Julio, el enemigo se concentró en Montoneros. El enemigo se apresta en 1977 pasar a la fase 4, que denomina de exterminio”.

Montoneros tenía una serie de agrupaciones de superficie. Militantes o simpatizantes que no eran clandestinos y por ende estaban más expuestos a ser detenidos. La JUP, UES, JP, JTP y una muy poco conocida agrupación creada en 1975: Cristianos para la Liberación (CPL). Cada agrupación tenía un “responsable” que era miembro activo de Montoneros y recibía directivas de sus cuadros superiores. El método fue secuestrar a un joven simpatizante, para que entregue a su responsable; y repetían el procedimiento. Algunos eran liberados y otros asesinados, en esto no hubo una regla fija. 

La vacunación de los santos

En la página 53 de su libro “La Mano izquierda de Dios” Vertbistky dice: “Cristianos para la Liberación, el organismo creado por Montoneros para actuar en los medios católicos, sirvió para que la inteligencia militar identificara a muchos simpatizantes de Montoneros sobre los que se centraría la persecución después del golpe”.

Flora Castro y Ernesto Salas publicaron en 2011 una biografía y compilación de escritos del jefe montonero Norberto Habegger. Allí cuentan: “Durante la segunda mitad de 1975, a partir de una nueva iniciativa de Norberto, Montoneros fue tejiendo la red de lo que sería un nuevo frente de la organización, Cristianos para la Liberación. (...) Participaron en Cristianos para la Liberación los sacerdotes Jorge Adur, Vicente Adamo, Emilio Neira, Carlos Bustos, Joaquin Carregal, Orlando Yorio, y seminaristas como el palotino Salvador Barbeito”.

El 20 de marzo de 2013, el padre Francisco Jalics declaró: “Estos son entonces los hechos: Orlando Yorio y yo no fuimos entregados por el Padre Bergoglio. Como ya en mis declaraciones anteriores dejé en claro, fuimos detenidos debido a una catequista, quien primero trabajó con nosotros y más tarde se unió a la guerrilla. Por nueve meses no la vimos más. Dos o tres días después de su detención, fuimos detenidos también nosotros”.

La catequista a quien hace mención el padre Jalics se llamaba Monica Quinteiro. Verbistky, en la página 77 del mismo libro, dice: “Mónica Quinteiro y los seis catequistas que colaboraban con ella fueron capturados por fuerzas policiales bajo control operacional del Ejército. Como Quinteiro era hija de un oficial de la Armada le pasaron los datos obtenidos al grupo de tareas de la ESMA, que allanó la villa en la que hacía trabajo social con los jesuitas Jalics y Yorio”.

Es decir, Verbistky explica claramente que la causa del secuestro de ambos jesuitas no fue por una denuncia (de Bergoglio u otro) sino por la captura de Monica Quinteiro. A la ESMA le interesaba capturar a los jefes montoneros, y si para llegar a ellos, debía matar a treinta lo hacía. La enorme mayoría de jóvenes que participaron en Cristianos para la Liberación jamás habían usado un arma, eran simples militantes de base o simpatizantes.  Durante 1976 fueron secuestrados 40 militantes de esa agrupación.  Los hechos también hablan: de esos 40 secuestrados, solo dos fueron liberados, los jesuitas Yorio y Jalics. El resto fueron asesinados y están desaparecidos.

Bergoglio hizo lo mismo, que hacía la mayoría de los padres de desaparecidos en ese momento: intentar llegar a los funcionarios del gobierno y pedir por la libertad de sus hijos. Habló dos veces con Jorge Rafael Videla, y dos veces con Emilio Massera, la segunda en muy malos términos. Es decir, no solo no los denunció, sino que su acción y la presión de la Iglesia, les salvó la vida.

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Sembrar una calumnia es relativamente fácil. Poder desmentirla y dilucidar la verdad lleva tiempo y esfuerzo.  No soy amigo de Francisco, no lo conocía, ni sabía mucho de él antes de que fuera Papa. Pero un día me indignó profundamente que además de los ataques que recibía de la ultraderecha conservadora, en Argentina un autoproclamado fiscal de la historia progresista siguiese con su prédica destructiva. El 14 de febrero, antes del vacunatorio, a raíz del fallecimiento de Jalics, volvió a la carga con todas sus calumnias.

Ego y soberbia

Muchos se preguntan de donde viene la obsesión de HV por destruir al Papa Francisco. La verdad es que no tengo una respuesta. Él ha contado que por profesar otra religión en la escuela era agredido por niños católicos. También ha escrito una saga de textos criticando el rol de la Iglesia. Hay quienes ven oscuras conspiraciones de la CIA y el Mossad. Pero, honestamente, creo que se trata de una cuestión de ego y soberbia. Alguna vez el director de un conocido diario confesó que él no quiere ser ministro ni presidente, le alcanza con ser quien los pone y quien los saca. Pues bien, HV es una versión parecida, del otro lado de la grieta. Nunca tuvo ni quiere ningún cargo público, le basta con poner alguno/as ministros y voltear otros. Le basta con decir que un candidato no le gusta, y que pierda por pocos votos. Y si encima, puede voltear a un Papa, ya siente que le ha ganado la pulseada al propio Espíritu Santo.

HV construyó su relato sobre Jorge Bergoglio a partir de información que le dieron en off algunos testigos ya fallecidos. Sobre sospechas que aportaron algunos familiares de los jesuitas y sobre una notita, al dorso de una carta, de un funcionario de la dictadura. Con esos pocos datos, HV armó una lógica de suposiciones, bañadas con la autoridad que le daba el ser el periodista líder del progresismo.

Pero, si nos quisiéramos guiar por comentarios y algunas evidencias que existen sobre el rol de Horacio Verbistky durante la dictadura, podríamos construir un relato negativo sobre él, tal vez mucho más creíble que el que él construyó sobre Bergoglio.  Don Arturo Jauretche en sus polémicas usaba una frase de las cuadreras, “emparejemos y larguemos”.

No voy a creerle al otro gran autoproclamado fiscal de la historia progresista Miguel Bonasso, quien fue compañero de militancia de HV en Montoneros y después durante muchos años colega suyo en Pagina 12. El 17 de septiembre de 2015, en una catarata de mensajes en Twitter, Bonasso dijo: “Verbitsky, el ghost writer del brigadier Graffigna, que sale por el Herald a defenderlo, inventa pérfidamente que Rodolfo (Walsh) murió por mi culpa”; “Verbitsky fue un agente de la fuerza aérea y es un entenado de la Fundación Ford”. Lamentable. Dos periodistas que están subidos al pedestal de sus glorias montoneras, desde el cual señalan a justos y pecadores, terminaron acusándose de entregadores entre ellos. Supongo que los dichos de Bonasso son propios de su estilo de mechar sus relatos con algunas mentiras, más o menos dañinas, según a quién quiera hundir en el fango.

Dictadura

Pero hay un tema para el cual HV no tiene ninguna explicación convincente para aquellos que vivimos y conocemos de cerca la historia de los 70. La pregunta es: ¿cómo nadie lo molestó durante la dictadura viviendo con su nombre legal y trabajando en pleno centro de Buenos Aires?

El cuatro de noviembre de 2007, Jorge Fontevechia le hizo una extensa e incisiva nota en Perfil. Allí HV dijo entre otras cosas: “Ingresé a Montoneros a fines de 1972. Antes participé previamente en las FAP (...) En el ´73, trabajé en el diario Noticias, y luego del golpe del ´76, participé de una red de difusión de información clandestina (ANCLA) hasta que me quedé solo, porque, entre los que habían sido asesinados o secuestrados y los que se habían ido del país, no quedaba más nadie. Y ahí, a fines del 77, terminó mi experiencia.” (…) “Participé en enfrentamientos armados, y por suerte no murió nadie, porque me sentiría muy mal”

Jorge Fontevechia pregunta:

—¿Cómo hizo para sobrevivir la represión de la dictadura?

—No hice nada especial. Tuve la suerte de que ninguna de las personas que me conocían me nombraran en una sesión de tortura.

—Con la cantidad de desaparecidos que hubo, usted debe haber pensado mucho sobre su suerte. ¿Cree en el destino?

—“Yo no era una persona importante dentro de la estructura de Montoneros. Hay mucha

gente que proyecta retrospectivamente, pero yo no era el que soy hoy, tenía un bajo nivel.”

—¿No es excepcional lo que a usted le pasó?

—“No, porque el núcleo militante del cual formé parte no era de centenares, de miles de personas, sino que toda la fuerza política vinculada con la Juventud Peronista, con Montoneros, era de millones de personas, y en el país hubo treinta mil desaparecidos. O sea que de ninguna manera es excepcional.”

Esta última respuesta es francamente mentirosa. En 1976/77 Montoneros no era una fuerza de millones de personas de los cuales mataron treinta mil (faltó la expresión “casi nada”). A fines de 1974 Montoneros pudo tener un máximo de diez mil personas de los cuales el nivel “combatiente” al que pertenecía HV nunca superaron los 500/600. 

Es raro que diga que tenía nivel muy bajo (y que por eso no lo secuestraron) siendo que participó en enfrentamientos armados. Nivel muy bajo tenían los dos jesuitas Yorio y Jalics. Nivel muy bajo tenían los siete catequistas secuestrados con ellos. Nivel bajo tenían centenares que chicos de la UES que fueron asesinados.

Archivos como el de Roberto Baschetti, permiten reconstruir los integrantes de cada área y las fechas de sus caídas. En el caso del Área Inteligencia y posterior ANCLA la nómina es la siguiente: Paco Urondo caído el 17-06-76, Eduardo Suarez el 12-08-76; Talbot Wright, Héctor Eugenio el 16-10-76; Norma Bastsche Valdés el 15-12- 76, su pareja Carlos Bayón el 22 -12-76; Miguel Coronato Paz el 11-02-77; Salgado José María el 12-03-77; Rodolfo Walsh el 25-03-77; Mario Galli el 12-06-77; Adolfo Infante Allende el 13-06-77; Luis Alberto Vilellia el 13-06-77; Lila Pastoriza el 15-06-77. Supuestamente Salgado, salvajemente torturado, fue quien le dio la “cita envenenada” a Walsh; y en las caídas de junio puede verse claramente el efecto dominó. El ultimo del ANCLA en caer es Luis Guagnini (también periodista) el 21 de diciembre de 1977. Solo dos integrantes siguieron vivos: Carlos Aznárez, quien se exiló en España a mediados del 77, y Horacio Verbistky, que permaneció en Buenos Aires “tuvo suerte que nadie lo mencionó en la tortura”.  La nómina, que puede tener algunos nombres más, indica que no eran ni miles, ni millones los cuadros montoneros en 1976 y 1977.

Suerte

Sin duda Verbistky fue un hombre de mucha suerte. No solo nadie lo molestó porque “no era una persona importante en Montoneros”, sino que además consiguió un trabajo periodístico que le ofreció su amigo, el comodoro retirado Juan José Güiraldes, quien en el prólogo de su libro “El poder aéreo de los argentinos” destaca: “este libro no hubiera podido llegar a la prensa de no haber recibido el permanente aliento y eficaz colaboración de Horacio Verbistky”. No es censurable ganar unos pesos escribiendo. Lo extraño es que el libro lo publicó el Circulo de la Fuerza Aérea, que según reza su página web: “Se considera socio del Círculo de la Fuerza Aérea a todo el Personal Militar Superior de la Fuerza Aérea en actividad o en situación de retiro”. O sea, un sitio poco recomendable para ir a trabajar en 1979 con antecedentes de ex combatiente montonero. Justo en un año que Firmenich mandaba sus cuadros a la contraofensiva y los militares desataban una terrible cacería de los militantes que ingresaban al país.

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La tapa del libro del comodoro Güiraldes.

En esos años muchos evitábamos pasar por la esquina de la comisaria, por las dudas. Pero Horacio pudo trabajar en el centro de Buenos aires sin ser detectado por ningún servicio de inteligencia, ni ningún “quebrado” de los que sacaban a marcar gente. Y nadie de los servicios de la fuerza aérea leyó la primera hoja del libro donde figuraba un conocido periodista del diario Noticias, propiedad de Montoneros.

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El agradecimiento del militar para el periodista.

En fin…Verbistky ha dicho que Bergoglio es una personalidad contradictoria con sus claros y sus oscuros. Tal vez también hablaba de sí mismo. Verbistky es una personalidad contradictoria, que todavía no nos ha explicado la razón de sus partes oscuras.

*Autor de Salvados por Francisco y La Lealtad-Los montoneros que se quedaron con Perón.