Resulta llamativo que muchos de quienes se definen como peronistas y critican ferozmente al actual gobierno por su convivencia con la inflación, recuerden con buenos ojos el desempeño sus dos planes quinquenales, donde la suba de precios fue una constante durante varios años (algo parecido sucede con algunos militantes de izquierda que hoy valorizan en Cristina medidas que Perón puso en práctica hace más de medio siglo y a las que ellos consideraron reformistas o demagógicas). También es justo destacar que en el caso del primer peronismo las razones de la disparada estuvo basada en razones de fuerza mayor y no en un fogoneo del consumo y un aumento insostenible de los salarios en dólares por dejar anclado el tipo de cambio, como sucedió sobre el final del gobierno de Cristina con pérdidas de más de diez mil millones en las reservas. El desconocimiento por parte de Inglaterra de todos sus compromisos con declaración de la inconvertibilidad de la libra (“Así paga el diablo”, escribió entonces Perón en la columna que firmaba en el diario Democracia como Descartes) sumado al lanzamiento del Plan Marshall –que depreció a los productos agrícolas y le quitó mercados a la Argentina– y la feroz sequía de 1949, hizo que ese año la inflación ascendiera al 30%. Justo un año después de que la Argentina cancelara todas sus deudas internacionales y pasara a ser acreedora de Inglaterra y Estados Unidos. Mientras que en 1950, ‘51 y ‘52 –durante estos dos últimos años se produjo otra sequía histórica– las cifras fueron de 24%, 37% y 39% y hubo inclusive pérdida de poder adquisitivo de los salarios reales. El desmadre de precio durante el gobierno de Cristina, en tanto, se produjo en 2010, cuando según el Indec la inflación fue del 10,9% y de acuerdo a las estimaciones privadas del 25%. Desde entonces se mantuvo en cifras similares hasta 2014, cuando –devaluación mediante– el Indec reconoce una suba de precios del 23,9% y los privados del 38,5%. El general, quien pese a las terribles críticas que recibió, hay que decirlo, jamás fue acusado por sus opositores de falsear estadísticas, logró finalmente con su ministro Alfredo Gómez Morales bajar la inflación al 5% en 1953 y a 3,8% en 1954.
Y dándole una vez más la razón a Perón a la hora de hablar de sus virtudes (“No es que nosotros seamos tan buenos, sino que los demás son peores”), cuatro años después del golpe de Estado de la Revolución Libertadora, en 1959, durante el gobierno de Arturo Frondizi (el presidente que durante su gobierno batió el récord de inversión extrajenra, algo que según muchos hoy solucionaría el problema) la inflación en la Argentina alcanzó el 113%. Esto hizo que finalmente el Plan Conintes, que suprimía las garantías constitucionales y las huelgas y protestas obreras, terminará entrando en vigencia