Cuando PERFIL contactó a Cristina Videla para que explicara por qué tiene y usa un Falcon verde modelo 80, símbolo de la represión ilegal, ella evitó hablar y cortó la comunicación.
—¿Usted tiene un Falcon verde modelo 80?
—Yo tengo un Chevrolet Sonic.
—Pero el Chevrolet Sonic lo tiene hace apenas unas semanas. Sabemos que usó el Falcon verde durante más de un lustro, hasta hace unos días, y de hecho el auto sigue estando a nombre de su marido.
—(...) No voy a decirles nada...
—¿Lo usa para reivindicar a su padre, como se dice en San Luis?
—Averígüenlo por otro lado, no pienso responderles nada a ustedes, no tengo por qué estar manteniendo esta conversación. Buenas tardes.
Sin la amabilidad que le reconocen en su entorno, la hija de Jorge Rafael Videla se ofuscó e interrumpió la charla. Eran las 18 del jueves pasado y se aprestaba a salir del Instituto Causay, en Quines y Riobamba, en la capital puntana.
Allí está encargada de los talleres extracurriculares.
Durante al menos los últimos seis años concurrió en un vehículo similar al que los grupos de tareas usaron para llevar adelante el plan sistemático de desaparición de personas que encabezó su padre.
Los Falcon verde eran elegidos para los operativos no sólo por su resistencia mecánica, sino porque permitían secuestrar un mayor número de personas.
