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Cómo se financia el movimiento de género

Con su nuevo libro, Género y política en tiempos de globalismo, editado por Nomos Estrategia, la periodista cultural Nancy Giampaolo propone, a través de una serie de entrevistas y artículos, un enfoque crítico y situado sobre uno de los temas de mayor visibilidad mediática en los últimos años.

Nancy Gianpaolo 20210611
Nancy Gianpaolo | Martín Tricarico

En el libro, Nancy Fraser habla del rol de muchas ONGs autoproclamadas defensoras de minorías y presuntos desvalidos que en realidad van detrás de un negocio, articulado con los Estados. ¿Cómo evitar que los políticos alquilen al mejor postor la estructura estatal?

—No tengo fórmulas para evitar ese tipo de imbricaciones que, por otro lado, no son nuevas y no atañen exclusivamente al género. Lo que plantea el libro, en consonancia con Fraser y muchos otros analistas políticos, es que es imperioso conocer la ruta del dinero, es decir la financiación de los movimientos, grupos, activistas y referentes que se presentan como portavoces de los sectores sin acceso directo a instituciones y medios de comunicación. Estos sectores están en general relegados a sufrir el paternalismo por parte de una casta ilustrada que pretende interpretar sus necesidades y, de alguna manera, traducirlas al lenguaje político para hacer reclamos al Estado. Algunas veces lo hacen desde fundaciones u otras organizaciones y otras veces lo hacen desde dependencias o puestos estatales, directamente. 

También se habla del globalismo desdibujando el acervo cultural de los pueblos ¿Operan las redes sociales como su agente más duro, instaurando una especie de oligopolio cultural, que llega al extremo de la censura y la cancelación? ¿Cómo evitar el destierro digital que suele ejecutar lo que llaman Policía del Pensamiento?

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—No sé si las redes son el agente más duro como decís, o el más evidente. La destrucción del acervo cultural propio de cada pueblo en beneficio de intereses de potencias, elites o sistemas diversos de dominación es un mecanismo muy anterior a Internet, pero es cierto que lo que entendemos como globalización necesitó de la web para consumarse más acabadamente. La censura también es muy vieja y se ejerció en casi todos los espacios del quehacer humano, pero es posible que hoy tenga mejor prensa. La palabra cancelación quizás sea un intento de suavizar la connotación horrenda de la palabra censura, hacerla más digerible, más pasible de ser aceptada como un mal menor o, para sus practicantes, como una medida necesaria para dar cauce a cierto tipo de pasiones inquisitorias que estaban un poco ocultas. En cuanto a cómo evitar el destierro, lo único que se me ocurre es auto desterrarse o ajustar el propio discurso a los mandatos de las redes.  

La destrucción del acervo cultural propio de cada pueblo en beneficio de intereses de potencias, elites o sistemas diversos de dominación es un mecanismo muy anterior a Internet

Abunda un estereotipo de estudiante de sociales feminista, vegano, ambientalista y lgbt-friendly que le pone pañuelo verde a Evita y bandera de colores al Che: suele twittear por iPhone ¡Se va a caer!, mientras sorbe su Caramel Macchiato acurrucado en un sillón de Starbucks. ¿Acaso ya no importan la coherencia y los hechos sino sólo la imagen?

Es un estereotipo menos frecuente en Argentina que en otros lugares porque requiere de una disponibilidad económica y un tipo de urbanidad que acá son cada vez más inaccesibles. Por supuesto que quienes vivimos en ciertos barrios de CABA u otros centros urbanos y nos relacionamos por trabajo o afinidad a esos nichos tildados de “palermitanos” podemos percibirlos como una plaga, pero saliendo un poco hacia otras zonas del país, prácticamente, desaparecen. Yo viví unos cuantos años en la Patagonia, ahí nació mi hijo y tengo amigos a los que visito regularmente. Este estereotipo que describís es poco común mientras que en algunas zonas sí encontrás pibes con boina, pañuelo al cuello, bombachas y verijero. Una imagen que puede ser vista como otra clase de estereotipo para quienes no están habituados a ella, pero que representa una forma de vivir y pensar que, además, y, sobre todo, es parte de una diversidad cultural totalmente propia, una diversidad argentina que no aparece en los discursos indentitarios, hoy más preocupados por medir el nivel de “marronidad” de una piel que por conocer las creencias de quien lleva esa piel. 

Una imagen que puede ser vista como otra clase de estereotipo para quienes no están habituados a ella, pero que representa una forma de vivir y pensar que, además, y, sobre todo, es parte de una diversidad cultural totalmente propia

A pesar de las mise-en-scène de ciertos colectivos hegemónicos, la tasa de crecimiento de homicidios a mujeres ha crecido en los últimos años. ¿A qué lo atribuís?

—A que la violencia, en muchos casos, se relaciona a las grandes crisis sociales y económicas. Como dice la feminista mejicana Marta Lamas, la perspectiva de género no alcanza para erradicar la violencia. Soslayar la correlación entre una debacle económica que lleva años (con sus tasas siempre crecientes de marginalidad, desamparo, precarización y desclasamiento) y la violencia social, intrafamiliar e institucional, sólo perpetúa el problema.

En ese sentido, Roxana Kreimer ha aportado calidad, datos duros y rigor científico al debate feminista, algo que podría considerarse muy positivo, ya que contrasta con la información sesgada y muchas veces apócrifa de los medios hegemónicos; sin embargo, ha sido rechazada virulentamente por algunos sectores. ¿Qué revela ella que resulta tan incómodo?

—Como a mí no me incomoda para nada, aunque no esté de acuerdo en distintas cosas con ella, es difícil responder concretamente. Advierto, sí, que quienes la descalifican recurren a la falacia ad-hominen que ella, justamente, critica con fervor, y no son personas capaces de aportar nada sustancial a ningún debate. En otros casos, feministas mediáticas que se presentan como abiertas a la discusión, fingen que no existe. Ella estuvo siempre abierta a debatir, pero, no sé si por temor, aversión o qué, no le han respondido. De todas formas, con 200mil seguidores en youtube, muchos libros publicados, y un reconocimiento que alcanza a varios países hispanoparlantes, el desprecio de algunas voces locales, creo, la tiene sin cuidado.

 Roxana Kreimer 20210611
"Ella -Roxana Kreimer-estuvo siempre abierta a debatir, pero, no sé si por temor, aversión o qué, no le han respondido".

Para cerrar: Citás a Del Prado Esteban, quien ensaya sobre la artimaña del Poder de enfrentar a los géneros para crear al animal laborans, una criatura que sólo trabaja y consume. ¿No necesita ese mismo Poder de un pueblo adicto al asistencialismo integral, inmoderado y perenne, que lo mantenga inerme e inerte, pero, sobre todo, inmaduro como individuo y como ciudadano? Es decir, ¿es la infantilización de minorías y sectores vulnerables el cash flow de estos poderes?

—Del Prado Esteban se formó en el anarquismo, apoya parte de su obra en Simone Weil y conoce muy bien la historia de las luchas campesinas de España, su país. Al mismo tiempo, coincide con Byul Chung Han en lo relacionado a las nuevas tecnologías y su injerencia en el trabajo y la conformación comunitaria. Esta combinación de cosas me atrajo porque me desafió a repensar el Estado bajo un prisma diferente al mío. Ella plantea que los Estados elefantiásicos, a los que identifica con el Poder, anulan muchas posibilidades expansivas de los individuos, algo por demás atendible. Su visión, me parece, complementa muy bien con las de otras pensadoras que entienden al Poder como una amalgama en la que el Estado es sólo uno de sus componentes. En cuanto a lo de la infantilización, por supuesto que es algo funcional a intereses que no son los de la gente de a pie y forma parte de un proceso muy filiado al mercado y al consumo que ya lleva unas cuantas décadas. Alan Pauls fue muy certero en el libro de entrevistas que hicimos hace poco con él y otros autores al describir al sujeto contemporáneo infantilizado y temeroso como alguien que pide trigger warnings y cuidados especiales que antes se reservaban a la primera infancia.