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Defensora de Género

Polémica feminista sobre el acoso sexual

En la contratapa del suplemento Domingo se transcribe un fragmento del último libro de Marta Lamas Acoso: ¿denuncia legítima o victimización?

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Referente. Marta Lamas es una antropóloga mexicana, de las feministas más destacadas. | cedoc

Polémica feminista sobre el acoso sexual: En la contratapa del suplemento Domingo se transcribe un fragmento del último libro de Marta Lamas Acoso: ¿denuncia legítima o victimización? Lamas, antropóloga mexicana, es una de las más destacadas feministas de Latinoamérica y dirigió durante más de dos décadas la que quizás sea la más importante revista feminista de la región, Debate Feminista.

Me gusta mucho leer esa sección que nos permite acercarnos a las ideas de un texto y los problemas que aborda. Sin embargo, en esta oportunidad la presentación y el fragmento seleccionado pueden generar una idea equívoca de las tesis de la autora. Se presenta como “feminismo en Estados Unidos” cuando la posición de Lamas es muy crítica con respecto a la influencia que el tratamiento del feminismo jurídico norteamericano (al que tilda de “puritano”, oponiéndolo a la “liberalidad” francesa) ha dado al acoso. Lamas no desconoce el hecho mismo del acoso que sufrimos las mujeres en los espacios públicos o laborales, lo que discute es el discurso social sobre este fenómeno y las leyes y puniciones que derivan de esa percepción.

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El texto comienza con un señalamiento amplio: “En el mundo existen muchos feminismos, con variadas tendencias dentro del movimiento social, distintos postulados del pensamiento político y diversos enfoques de la crítica cultural. No obstante, cada tendencia tiene una perspectiva específica para enfrentar la problemática de desigualdad y discriminación que viven las mujeres”. Es en ese marco que Lamas va a ser crítica con cierto feminismo radical (personalizado sobre todo en Catherine MacKinnon). Según la autora, esta corriente victimiza a las mujeres y como contracara estigmatiza a los varones como victimarios.

Antagonizando con la ola del #MeToo, Marta Lamas distingue dos “contratos” de sexualidad: un intercambio “expresivo” (de sexo por sexo de común acuerdo) y un intercambio “instrumental” (de sexo a cambio de algo distinto del sexo como un papel en una película).

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Con esta distinción, impugna las quejas de quienes aceptaron la intermediación de sexualidad para lograr un objetivo y luego denuncian haber sido acosadas. Pone así una parte de responsabilidad en las propias mujeres, lo cual se aparta claramente de las consideraciones del fragmento introductorio elegido por el suplemento y que pertenecen precisamente a la posición a la que no adhiere. Por eso, la cita resaltada (“Los actos de acoso de muchos hombres con poder han sido la tortura de las mujeres que trabajan para ellos”) es la menos apropiada para presentar sus ideas y el contenido del libro.

Lamas no justifica todo intercambio instrumental de sexo, por ejemplo, para conseguir trabajo (donde el orden patriarcal impone privilegios), pero resalta la diferencia entre aquéllas que no aceptaron el condicionamiento y se quedaron “sin el papel en la película” y aquéllas que lo aceptaron, tuvieron el papel y luego hacen la denuncia por acoso. También valora la protesta social colectiva, solo que en este caso considera que encubre la responsabilidad de las mujeres en el intercambio y dio pie a muchas injusticias.

La posición de Marta Lamas es polémica. Los abusos de poder de los varones sobre las mujeres no son meramente interpersonales. Hay un patrón sistemático de legitimación, de encubrimiento y naturalización, incluso de impunidad de estas acciones que es el objetivo de la crítica feminista, no solo de las radicalizadas. Y que sobre todo las más jóvenes han decidido no tolerar ni callar. Complicado, sobre todo si salimos del debate entre Estados Unidos y Europa (marco de los análisis de la autora).

Y hablando de violencia, en esta fecha todavía marchamos para no retroceder.